Los grandes players tradicionales del mundo de la inversión han comenzado a llamar a la puerta de las criptomonedas. El incremento de la confianza en el futuro de los activos, las políticas monetarias expansivas, la aparición de regulación específica y la menor oferta disponible de bitcoin han provocado que los inversores institucionales y particulares hayan aumentado su interés.
El aumento del interés de particulares por el uso de las criptomonedas es una tendencia que llevamos viviendo desde el nacimiento del bitcoin. Sin embargo, el 2020 será recordado como el año en el que los grandes inversores institucionales entraron el mundo de las criptomonedas.
El debate sobre cómo será la adopción de las criptomonedas, (unos esperan poder pagar un taxi con Bitcoin y otros ven a este activo como el oro del siglo XXI), no ha afectado a la entrada de inversores institucionales que comienzan ya a formar parte de este ecosistema. Estos grandes inversores empiezan a jugar el papel de “ballenas”, término utilizado en el mundo cripto para hablar de aquellos que cuentan con una posición tan fuerte como para influir en los mercados.
Este aumento del interés de los inversores se ha visto fomentado por la intervención y la búsqueda de una mayor regulación por parte de las instituciones y organismos públicos. Como resultado, la imagen de las criptomonedas se ha fortalecido, generando mucha más confianza y permitiendo a inversores institucionales incluirlo como un nuevo “asset class”. El bitcoin ha dejado de ser un espacio reservado para unos pocos y su capitalización de mercado es ahora mayor que la de grandes empresas tradicionales como Coca-Cola o Intel.
Este crecimiento en el valor de bitcoin y otras criptomonedas también ha venido motivado por noticias como el anuncio de PayPal de incorporar las criptomonedas como método de pago. Hemos llegado a un punto de no retorno: las criptomonedas se han convertido en un activo que ha llegado para quedarse. Ya no existirá un mundo sin ellas. Las criptomonedas siempre estarán ahí y el Bitcoin será desde ahora su nuevo patrón oro.
No obstante, esto no significa que el Bitcoin sea todo en el mundo de las criptomonedas pues hay otros muchos activos que están ganando popularidad y atracción. Los llamados “altcoins” están empujando también este mercado, dando lugar a nuevos proyectos muy innovadores y que traerán grandes beneficios al sector financiero.
Por primera vez los grandes inversores comienzan a tomar posiciones también en criptomonedas más incipientes, consiguiendo un aumento considerable de su valor. Una subida positiva, pero también con mayores riesgos al tratarse de monedas con menor liquidez y expuestas a cierta especulación de inversores particulares.
En definitiva, el ecosistema cripto comienza a ser cada vez más protagonista en los portfolios de los inversores institucionales. Una gran noticia que ayuda a posicionar a este sector de manera atractiva, demuestra el potencial que tienen estos activos y refuerza la visión de Bitpanda sobre la importancia de democratizar las inversiones y hacerlas accesibles para todos.
Desde el lanzamiento de Bitpanda, hemos podido ver un cambio en el perfil del inversor. Los activos digitales han dejado de ser atractivos únicamente para millennials, para ganar peso entre personas de mayor edad y con perfiles conservadores. Es increíble ver cuánto ha madurado este mercado en los últimos 2 años. Cuanto más tiempo pueda demostrar bitcoin y el resto de criptomonedas su atractivo, será más difícil para los pocos inversores institucionales que todavía no lo han añadido a sus carteras explicar la ausencia.
El interés de los inversores institucionales en las criptomonedas ha derivado en un aumento considerable en la demanda de estos activos. Una consecuencia de ello es que el Bitcoin alcanzase su máximo histórico de 42.000 dólares, siendo el activo estrella del 2020.