Desde principios de julio, cuando advertimos del inminente cambio en la política de la Reserva Federal de Estados Unidos para permitir gradualmente que los títulos mantenidos en el balance venzan, hemos conocido algo más de los planes del banco central. En su declaración de julio, el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC) dijo que espera comenzar a implementar el proceso de normalización del balance relativamente pronto, siempre y cuando la economía evolucione en líneas generales como se anticipó.
Anteriormente, el comité había indicado que esperaba ponerlo en marcha este año, por lo que los observadores, incluyendo nosotros, hemos llegado a la conclusión de que las autoridades están cómodas y es probable que veamos continuidad en esto en el período de septiembre a octubre. Sin embargo, si los proyectos de ley para elevar el techo de deuda y financiar la deuda del gobierno estadounidense no se han aprobado a finales de septiembre, el FOMC podría aplazar la adopción de medidas bien entrado el otoño con el fin de evitar un momento de incertidumbre del mercado.
Con el objetivo de inflación de la Fed por debajo del 2%, la reducción del balance podría empezar a jugar un papel clave en los esfuerzos de normalización de la política de la Fed. De hecho, estos días, el mercado sólo descuenta un 50% de probabilidades de que se produzca una subida adicional de 25 puntos básicos en la tasa de los fondos federales este año. Varios de los miembros más acomodaticios de la FOMC han pedido a la Fed que comience comenzar a normalizar el balance, al tiempo que detienen nuevas subidas en la tasa de los fondos federales.
Hasta ahora, los mercados financieros han tomado con calma la opción de un balance cada vez menor. Pero como se nos dice a menudo, el rendimiento pasado no es garantía de resultados futuros. La Fed está entrando en territorio inexplorado, por lo que la confianza excesiva de que los mercados seguirán reaccionando a los cambios de manera silenciosa es desalentadora. Dado que las tasas de largo plazo están en niveles históricamente bajos, el proceso de contraer el balance y eliminar la liquidez del sistema podría aplicar cierta presión al alza sobre los rendimientos.
Sin embargo, las perspectivas a largo plazo para el crecimiento y la inflación siguen siendo débiles. La economía estadounidense y la global siguen estando golpeadas por una variedad de obstáculos aparentemente estructurales, incluyendo niveles extraordinariamente altos de deuda, datos demográficos desfavorables y los efectos desinflacionarios de la globalización y los avances tecnológicos. En consecuencia, mantenemos la opinión de que los tipos probablemente seguirán contenidos en un rango bajo en relación con su historia.
Erik S. Weisman es economista jefe de MFS.