La historia la escriben los vencedores, y, en el caso de los mercados financieros, es el sell-side el que desarrolla con más éxito cultura financiera. El buy-side (el lado del inversor) está menos organizado y es menos transparente –»cada maestrillo tiene su librillo»–. El freno lo pone la tendencia natural que tenemos todos a ser reservados sobre el modo en que gestionamos nuestras inversiones. ¿Hace falta ser Warren Buffett para vencer esos pudores? No lo sabemos.
Por suerte para el inversor menos experimentado –y, sin duda, para el inversor profesional también– existe una excepción importante a esa regla. Por desgracia para el inversor español esa excepción aquí prácticamente no existe. Hablamos de la cultura de Endowment. Ese acervo de buenas prácticas de inversión, que se ha desarrollado durante décadas alrededor de los charities americanos. ¿Dónde está el truco? Pues precisamente en el hecho de que estos fondos, orientados a cubrir las necesidades de financiación en el largo plazo de universidades, centros asistenciales, etc., un buen día cruzaron el Rubicón y se situaron en el sell-side. Era necesario venderse. Era obligado estimular la generosidad de grandes donantes, vinculándoles a perpetuidad con un proyecto filantrópico. Para ello, resultaba pertinente demostrar la solidez del proyecto inversor en el que se iban a integrar esos donativos. Convenía dar publicidad al modo de gobernar las inversiones: algo que no podía ser más que profesional y sometido a fuertes reglas de fiducia. De ahí el surgir de esta cultura y su éxito.
En Estados Unidos existen actualmente más de 800 endowments universitarios. En España solo se conocen –que se publiciten como tales–, apenas algunos: el de la Universidad de Navarra, que dispone de un capital de 22 millones de euros, el de ESADE, que gestiona unos 7 millones de euros y el del IESE, que cuenta con un capital que asciende a 35 millones de euros. ¿El de Harvard? Casi 40.000 millones de dólares.
Si buscamos la palabra endowment en Google Académico en castellano –no existe un concepto similar lo suficientemente perfilado en nuestra lengua– salen exactamente 2.390 resultados. Parecen muchos. En cambio, haciendo esa misma búsqueda en cualquier idioma nos topamos con 291.000 resultados. Ya no son tantos.
¿Iniciativas formativas recientes o consolidadas en nuestro país? El IESE fue el único que en 2018 organizó un programa enfocado en Gestión de endowments y fondos institucionales. Y era nuevo. En mayo de este año lo volverán a repetir, pero esta vez no será en Madrid sino en Miami.
Y se podrían dar muchos datos sobre la carencia de profesionales lo suficientemente preparados para asesorar en este tipo de proyectos, de la diferencia abismal que existe, entre EE.UU. y España, en los incentivos fiscales que se ofrecen a donativos cuantitativamente altos para entidades sin ánimo de lucro. Y de muchos otros factores que afectan.
Como ocurre en tantas iniciativas, habrá que esperar pacientemente a que la necesidad haga el órgano, lo cual sería una gran noticia. La principal protección que tiene un inversor no se la da la regulación normativa, sino su propia formación financiera. El desarrollo de una cultura de Endowment en nuestro país podría elevar esa formación general tan necesaria.
Tribuna de Fco. Javier Roca Ibáñez, del Departamento de Comunicación de PBI Gestión AV