En nuestro blog anterior (La Narrativa es la Realidad, 1era parte), contaba acerca de mi “ilusión del conocimiento” cómo era un gran seguidor de los mercados, sabía y seguía absolutamente todos los datos de los mercados el cual sustentaba mis resultados en base a mi “fe” en la data.
Romper el hechizo
El colapso de la burbuja de los mercados emergentes y los commodities fue una experiencia traumática y dejó un vacío enorme en mi comprensión sobre la forma en que funciona el mundo. Si sabía todo lo que sabía acerca de los mercados con los que tuve que ver y los gurús que seguí sabían todo lo que sabían, y todos al fin y al cabo malentendimos completamente el comercio, ¿qué significaba eso? Ahora puedo sentir empatía (en abstracto) con los integrantes de los cultos apocalípticos que pronostican un “cristo” que nunca llega.
Los meses inmediatamente posteriores a la crisis financiera mundial fueron unos de los más difíciles de mi vida. Yo había vinculado mi valor como profesional de las inversiones con mi capacidad para predecir los mercados basándome en un conocimiento y una comprensión superior. Pero mi conocimiento y comprensión superiores no se habían traducido en una mejor capacidad de predicción o de rendimiento de la inversión. Por lo tanto, yo no tenía valor como profesional de las inversiones. ¿Debía buscar una profesión diferente?
Pero ninguna de los analistas que seguí había podido hacer nada mejor. Claro, hubo algunos “gurús” que dieron en el clavo con respecto al mercado bajista, y un número mucho menor que dio en el clavo tanto con respecto al mercado alcista como al repunte. Pero sus narrativas y métodos eran inescrutables y poco convincentes. Y a medida que el mercado alcista maduraba, incluso estos gurús perdieron rápidamente sus poderes premonitorios. ¿En qué dirección se mueve cuando usted no tiene ninguna dirección?
El regalo de Tetlock
Durante este período de crisis existencial en 2009 fue cuando me topé accidentalmente con Philip Tetlock. Ese momento yo era un recipiente vacío, que esperaba ser llenado con una nueva comprensión del mundo. Estaba dispuesto a recibir.
En 1985, Tetlock se dispuso a descubrir el grado de precisión en que los pronosticadores expertos predecían los acontecimientos futuros. Durante casi 20 años, entrevistó a 284 expertos acerca de su nivel de confianza en cuanto a que si produciría un resultado determinado. Solicitó pronósticos con respecto a una amplia variedad de campos, entre ellos la economía, la política, el clima, los mercados financieros, y otros. En total, el acumuló la asombrosa cantidad de 82.000 pronósticos y al analizarlos concluyó que ninguno de los expertos demostró una precisión predictiva superior a los pensamientos al azar.
Muchos lectores están en un estado de autocomplacencia, puesto que sus inversiones en acciones “largas y sólidas” han dado frutos sumamente generosos en los últimos cinco años más o menos. Sin embargo, para muchos su éxito se debe a la suerte, no a la habilidad. En tal virtud, es probable que tampoco estén listos para recibir las enseñanzas de Tetlock. Estos lectores podrían arrepentirse de su arrogancia en las profundidades de la próxima crisis, cuando sean 25% a 50% más pobres. C’est la vie.
Por supuesto, existe la narrativa del mercado, independientemente de si uno le presta atención o no. Es como una película que se proyecta en tiempo real frente a sus ojos, con todo el humor y el drama y, finalmente, la tragedia que hace que cualquier gran película valga la pena verla. Como tal, este drama, que no es ni más ni menos que la expresión de fe de millones de participantes en el mercado, alimentado por oscilantes rabietas de codicia y miedo filtradas a través de un prisma manoseado de identidad y valores amorfos, presenta increíbles oportunidades para los pocos iluminados.
Opinión de Adam Butler, Rodrigo Gordillo, y Michael Philbrick, gestores de portafolios en ReSolve Asset Management.