La XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21), celebrada en diciembre de 2015, terminó con la adopción del Acuerdo de París, que establece el marco global de lucha contra el cambio climático a partir de 2020. Se trata de un acuerdo histórico de lucha contra el cambio climático, que promueve una transición hacia una economía baja en carbono.
Los gobiernos de los países firmantes acordaron –entre otros- los siguientes puntos en términos de emisiones:
1. El objetivo a largo plazo de mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2°C sobre los niveles preindustriales.
2. Limitar el aumento a 1,5°C, lo que reducirá considerablemente los riesgos y el impacto del cambio climático.
3. Que las emisiones globales alcancen su nivel máximo cuanto antes, si bien reconocen que en los países en desarrollo el proceso será más largo.
4. Compromete a todos los países a que, cada cinco años, comuniquen y mantengan sus objetivos de reducción de emisiones, así como la puesta en marcha de políticas y medidas nacionales para alcanzar dichos objetivos.
Para conseguir estos objetivos, se deben ejecutar planes de acción en muchos ámbitos, pudiendo destacar: la reducción del consumo energético de los edificios; el incremento del peso de las energías renovables dentro de las fuentes de generación de energía; y la migración a medios de transportes alternativos y menos contaminantes.
En primer lugar, según el World Energy Council, los edificios y los comercios representan cerca del 40% del consumo energético a escala mundial, y se estima que el potencial ahorro energético es muy elevado. Una de las áreas en la que más se está trabajando es en la de la construcción sostenible, donde cada vez tienen mayor aceptación los sistemas de construcción alternativos, como por ejemplo los paneles aislantes, los cuales proporcionan un aislamiento a los edificios que minora su demanda energética.
En segundo lugar, las energías renovables ocupan y ocuparán una posición cada vez más relevante dentro del mix de producción global de energía, ya que cada vez son más competitivas frente a las fuentes de energía convencionales.
Por último, otro punto muy importante que se debe afrontar es la migración a sistemas de transporte eficientes, menos contaminantes y que no se abastezcan de combustibles fósiles, en este sentido el augede las bicicletas eléctricas responde a una mayor concienciación acerca de los hábitos saludables y a los efectos nocivos de la contaminación.
En este sentido la inversión socialmente responsable permite a los inversores acceder a estas temáticas de cambio con todas las oportunidades y ventajas (para el medio ambiente) que ello conlleva.
Cabe destacar que la inversión socialmente responsable no trata solo de aplicar criterios de exclusión de empresas con impacto negativo en el medio ambiente, sino que es una aproximación a la sostenibilidad de manera integradora.
Precisamente por tener esta visión de integración la ISR contribuye a fomentar el cambio hacia un mayor desarrollo sostenible con la cooperación de las empresas, que observan la ventaja de actuar de forma responsable y tener, así, muchas más oportunidades para ser objeto de interés por parte de los inversores.
Caja de Ingenieros ha sido una entidad pionera en la apuesta por los productos de inversión con estos criterios ISR, porque consideramos que la responsabilidad no está reñida con la rentabilidad. Es más, muchos datos que hemos recogido demuestran mayores rentabilidades en las inversiones realizadas con criterios ISR y de buen gobierno, porque las empresas responsables suelen tener un coste de capital más bajo. Actualmente contamos con dos fondos de inversión y dos planes de pensiones con criterios ISR: Fonengin ISR, CI Environment ISR, CI Global Sustainability ISR y CI Climate Sustainaibility ISR.
Tribuna de Xavier Fàbregas, director general de Caja Ingenieros Gestión