El mundo de la inversión está definido por matices que reflejan las preferencias locales, la regulación y las características culturales de cada región. Latinoamérica no es una excepción y operar en un mercado con una idiosincrasia tan concreta hace que, en muchas ocasiones, los clientes de las gestoras vean como un valor añadido la oportunidad de beneficiarse de la coordinación entre Iberia y Latam.
Esto aporta grandes ventajas, ya que favorece el ofrecer un servicio de alta calidad con un enfoque estratégico en los diversos países en lo que se opere. Además, la realidad es que tenemos una ventaja competitiva frente a nuestros vecinos europeos: un idioma común y una conexión cultural que nos permite ofrecer un servicio adaptado a las necesidades de cada cliente.
Sin embargo, al comparar las dinámicas de inversión entre Latinoamérica e Iberia, surgen diferencias marcadas tanto en la naturaleza de los inversores como en la regulación que rige los mercados.
En México y Brasil, los inversores del segmento retail, como bancos, asesores independientes y plataformas, muestran una marcada preferencia por productos locales con un enfoque conservador. Por otro lado, en el resto de la región, al igual que en Iberia, este tipo de inversores opta principalmente por fondos y ETFs bajo la normativa UCITs.
En el canal institucional, que incluye aseguradoras, planes de pensiones y family offices, Latinoamérica, precisamente, destaca como una de las regiones más avanzadas del mundo. Un ejemplo se encuentra en los planes de pensiones. En países como Chile y México, la contribución obligatoria de los trabajadores ha generado un ecosistema institucional robusto y avanzado, donde los fondos de pensiones desempeñan un rol fundamental en la gestión de activos.
Respecto a la distribución, Latinoamérica destaca por la autonomía de sus mercados. Cada país cuenta con normativas propias que definen cómo se distribuyen los productos financieros entre los inversores. Esta heterogeneidad contrasta con la uniformidad de los países de la Unión Europea, en los que se incluyen España y Portugal, donde la directiva MiFID regula el mercado financiero con un enfoque unificado. Esto facilita la operativa transnacional, aunque también puede limitar la personalización que ofrecen los mercados fragmentados de Latinoamérica.
Las preferencias de los inversores, ya sean retail o institucionales, también reflejan estas diferencias estructurales. Tanto en US Offshore como en América del Sur, exceptuando Brasil, una gran parte de ellos suele asignar una gran parte de su cartera hacia activos estadounidenses. Este enfoque incluye renta fija, renta variable, mixtos y alternativos, además de un creciente interés por la diversificación en vehículos de inversión, más allá de los fondos, como ETFs o cuentas gestionadas por separado (SMAs). México y Brasil, sin embargo, muestran una inclinación por la renta fija local debido a los elevados tipos de interés, lo que convierte este activo en un pilar esencial para sus carteras.
En Iberia, el panorama ha cambiado recientemente con los cambios en la política monetaria del Banco Central Europeo. En consecuencia, los inversores están migrando desde los fondos monetarios hacia opciones con mayor valor añadido, especialmente en el ámbito de la renta fija europea, que ahora ofrece mejores perspectivas debido a los ajustes en las tasas de interés y a la estabilización de la inflación.
Dentro de la renta variable, se observa una tendencia hacia la diversificación, buscando reducir la dependencia de índices nacionales que suelen estar dominados por unas pocas grandes empresas. Esta estrategia responde al deseo de mitigar riesgos asociados a una alta concentración y a la posibilidad de obtener mejores rendimientos en sectores o regiones menos representados en los índices tradicionales.
Además, hay un interés creciente en estrategias de gestión activa que priorizan empresas con perfiles de calidad y valor (quality value). En paralelo, los inversores también están explorando la inversión temática como la transformación tecnológica, impulsada por la digitalización y la IA, o la transición energética. Por último, los mercados emergentes como India, a menudo subrepresentados en las carteras tradicionales y con un importante potencial, han captado la atención de los inversores de la península ibérica.
A pesar de estas realidades diferentes, Latinoamérica e Iberia caminan de la mano en la gestión de fondos ya que ambas regiones comparten una tendencia hacia productos que ofrezcan diversificación de riesgos y nuevas fuentes de rentabilidad. Porque una visión conjunta puede ofrecer al inversor un terreno proclive a estrategias de inversión innovadoras. respaldadas por el compromiso de gestoras globales con un fuerte componente local, que permite impulsar los planes estratégicos de cada país. Porque sí, es importante que nos adaptemos a las particularidades de cada mercado. Solo de esta forma las gestoras podrán ofrecer desde España un servicio tailor – made adecuado a las necesidades de cada cliente, tanto aquí como en el otro lado del charco.
Redactado por Javier Villegas, Head of Iberia & Latam en Franklin Templeton.