No hace mucho, invertir en acciones de altos dividendos era una forma de inversión de valor. La rentabilidad por dividendo de una acción es simplemente su dividendo anual dividido por el precio actual de la acción (rentabilidad = dividendo/precio), por lo que el inversionista orientado a la rentabilidad prefería acciones baratas, aunque el foco estuviera más en el numerador de esta ecuación. Sin embargo, desde la crisis financiera ha cambiado la composición del segmento de dividendos del mercado de valores. En general, ahora contiene más riesgo y menos valor.
Considere el gráfico 1. Ordenamos 10 sectores económicos en el índice S&P 500 según sus rentabilidades por dividendo. También incluimos las previsiones de la relación precio-beneficios (P/E) para cada sector. La primera tabla muestra datos del año 2001. La segunda muestra niveles de valoración recientes. Se produce una yuxtaposición interesante de rentabilidades y relaciones P/E en las dos tablas. En el año 2001, cuatro de los cinco sectores de alta rentabilidad por dividendo también eran baratos según los cálculos de proyecciones de P/E. Recientemente, lo contrario es válido, con cuatro de los cinco sectores de mayor rentabilidad siendo más caros que el mercado amplio según la relación P/E.
Marzo de 2001 es una fecha importante para este análisis, porque es exactamente un año después del máximo del mercado y aproximadamente dos años antes de la aprobación de la Ley de conciliación de desgravación fiscal para los puestos de trabajo y el crecimiento de 2003, que redujo las tasas de impuestos sobre los dividendos calificados al mismo nivel que los aplicados a las ganancias de capital a largo plazo. En otras palabras, en perfecta retrospectiva, 2001 era un excelente momento para preferir las rentabilidades por dividendo altas; las acciones de crecimiento todavía eran caras y el tratamiento fiscal de los dividendos estaba a punto de mejorar.
Un interesante hallazgo de la investigación es que si dividen las acciones en cinco quintiles, ordenados por rentabilidad por dividendo, el que ha tenido el mejor rendimiento en el largo plazo es el segundo quintil (tal como se muestra en el Anexo B). Intuitivamente, esto tiene sentido. Algunas de las acciones de más alta rentabilidad por dividendo llegan a ese estado porque las bases de la empresa enfrentan problemas, lo que lleva al mercado a prever un recorte de los dividendos. El segundo quintil de pagadores de dividendos generalmente se ve como más sostenible. Esto se debe en parte a los mayores niveles de deuda entre las acciones de más alta rentabilidad. El múltiplo promedio de deuda/EBITDA para el quintil de más alta rentabilidad es 3,0 veces más alto que la empresa promedio en el índice S&P 500.
En el nivel de seguridad individual, creemos que la mayoría de los inversionistas reciben un mejor servicio al no “buscar la entabilidad”. Sin embargo, en el nivel de cartera, hay diversos pasos que los inversionistas pueden dar para posiblemente aumentar la rentabilidad natural proveniente de sus acciones favoritas. Estos varían de lo mundano a lo más exótico:
- Comprar acciones internacionales: Al asignar una parte de su exposición a los valores a acciones no estadounidenses, muchos inversionistas pueden ver una mejora en la rentabilidad. Por ejemplo, el índice MSCI EAFE Index de acciones de mercados desarrollados de Europa, Australia y el Extremo Oriente tiene una rentabilidad por dividendo del 3,5 %, aproximadamente un 1,4 % más que el índice S&P 500.
- “Capturar” dividendos: Dependiendo del período de tenencia del inversionista estadounidense, los ingresos por dividendos se pueden considerar como “calificados“ y aplicarse una tasa de impuestos más baja (actualmente la misma tasa que para las ganancias de capital a largo plazo). El inversionista luego puede “traspasar” los ingresos a otra acción que paga dividendos para repetir el proceso. Existen costos de transacción asociados con esta estrategia, y los precios de las acciones a menudo caen en la cantidad del pago de dividendos en la fecha ex-dividendo. No obstante, hay investigaciones que sugieren que esta estrategia históricamente ha producido rentabilidades superiores al mercado.
- Incluir una asignación a deuda high yield: La deuda high yield a menudo se consideran como el primo cercano del mercado de valores debido a su mayor potencial de riesgo y recompensa. En febrero de 2016, los rendimientos de estos bonos habían alcanzado niveles altos de un solo dígito. Si corresponde, los inversionistas en acciones pueden complementar sus requisitos de rendimiento con una pequeña asignación a esta clase de activos, a la vez que conservan la propiedad de sus acciones de crecimiento favoritas de menor rentabilidad.
La inversión en dividendos ha cambiado durante los años y, como consecuencia, también debería hacerlo el enfoque de los inversionistas a ella. En nuestra opinión, los inversionistas deberían centrarse principalmente en la sostenibilidad de los dividendos de una empresa, antes que en el solo tamaño de su rentabilidad por dividendo. Más específicamente, estudie las bases subyacentes de la empresa para evaluar su capacidad de mantener, y hacer crecer, sus pagos de dividendos con el tiempo.
Eddie Perkin es director de Inversión de Capital y líder del equipo ‘value’ de Eaton Vance Management.