Las estrategias pasivas han jugado un papel importante en el rally protagonizado por la renta variable desde los mínimos de la crisis financiera. Esto ha sido sobre todo palpable en Estados Unidos, donde los fondos basados en índices han doblado su ponderación en el mercado más grande y más líquido del mundo. Tal como muestra el gráfico 1, la proporción de los productos de gestión pasiva en el mercado estadounidense ha aumentado de en torno al 20% en 2009 a más del 40% hoy en día, mientras que las gestoras activas han perdido terreno.
Con su bajo coste y la simplicidad de su enfoque de inversión, los fondos indexados (también conocidos como fondos índice o trackers) tienen un atractivo indudable. Sin embargo, el aumento de su popularidad como modalidad de inversión también coincide con un momento en que las estrategias pasivas superaron a las activas: como puede verse en la primera tabla, los fondos indexados han registrado rentabilidades superiores en siete de los últimos nueve años. Los trackers estaban en mejor posición para capturar el alza de un mercado impulsado por el crecimiento y por su propia inercia alcista; las gestoras activas sufrieron, ya que las valoraciones básicamente se ignoraron.
Con un impulso tan favorable para la rentabilidad, la estampida hacia los fondos indexados es fácil de entender, al menos en retrospectiva. No obstante, las rentabilidades pasadas no son indicativas de resultados futuros, y deberíamos evitar extrapolar en base a tendencias recientes. Al fin y al cabo, las cosas no siempre fueron así.
Ascenso y declive
El sesgo de inmediatez nos lleva a exagerar la importancia de nuestra experiencia más reciente, pero la historia muestra que los fondos indexados no siempre han generado rentabilidades superiores.
En los nueve años previos al actual mercado alcista, desde el pico de la burbuja tecnológica, los fondos activos proporcionaron mejores rentabilidades en todos los años menos uno. Y en algunos casos, la magnitud de su rentabilidad excedente fue considerable. El reventón de la burbuja tecnológica en el año 2000 fue una ocasión en que los enfoques selectivos favorecieron al inversor.
En la década de los noventa, en cambio, tuvo lugar un patrón similar al actual: la gestión pasiva superó a la activa en siete de esos diez años.
Observando a los mercados de renta variable desde una perspectiva de varias décadas, llegamos a la conclusión de que la rentabilidad de la inversión activa y pasiva se mueve en ciclos. En nuestra opinión, es un error desestimar la gestión activa por considerarla estructuralmente deficiente. De ser correcta nuestra aseveración de que la rentabilidad de ambos estilos de inversión es cíclica, la reversión a la media debería conducir a un comportamiento superior de las estrategias activas en los próximos años. Los buenos tiempos de la inversión pasiva no durarán para siempre.
¿Por qué ahora?
La importancia de la valoración para las rentabilidades de la inversión en renta variable a largo plazo apunta a un entorno más favorable para las gestoras activas. La dispersión de las valoraciones en todo el mercado supera con creces la media a largo plazo, y la historia revela que los periodos de descenso de las dispersiones coinciden con rentabilidades superiores de las estrategias activas.
Aunque las disparidades no son tan extremas como en los años 2000 y 2009, su disminución debería ayudar a las gestoras activas a generar alfa a través de la selección de valores.
De cara al futuro
En los últimos años, a las gestoras activas les ha costado aguantar el ritmo de un mercado impulsado por el crecimiento y por su propia inercia alcista, pero detectamos potencial para un cambio en las circunstancias. Existen razones para el optimismo. La naturaleza cíclica de las rentabilidades de la inversión activa y pasiva, unida a unas dispersiones de valoración favorables para la generación de alfa, brinda una oportunidad a las gestoras activas para obtener rentabilidades superiores.
En última instancia, su éxito dependerá de una pericia inversora superior y de la fortaleza de las estrategias individuales. Creemos que la aplicación de sus conocimientos y experiencia para invertir en ideas respaldadas por la convicción de sus equipos puede permitir a las gestoras activas generar rentabilidades atractivas y superiores a las de sus homólogas pasivas en los próximos años.
Kotaro Miyata es director de inversiones y presta apoyo a la gama de fondos de renta variable de M&G.
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