La inteligencia artificial (IA) está transformando el mundo. Sin embargo, no todos se beneficiarán de ella. Muchos profesionales se verán desplazados por avances como la conducción autónoma, los contratos redactados por máquinas, o la atención sanitaria a los pacientes definida por algoritmos. La política económica cambiará a medida que se potencie el análisis económico a través de la IA, y saltarán chispas cuando las personas deleguen en la IA la creación de perfiles en RRSS, o la mensajería en las aplicaciones de citas.
Las visiones más profundas sobre la IA abarcan un espectro parecido a la ciencia ficción. En los escenarios más utópicos, la IA se encarga de tareas monótonas, y nos permite sumergirnos en un edén de realidad virtual.
Esto ya lo habíamos oído antes. Por ejemplo, el economista John Maynard Keynes escribió en «Posibilidades económicas para nuestros nietos» (1930) que, con los avances tecnológicos, la semana laboral podría reducirse a sólo 15 horas para el año 2030.
Aunque la jornada laboral no tendrá que acortarse, la naturaleza del trabajo está transformándose de forma significativa. Incluso en un mundo menos utópico, muchos aspectos mejorarán. Por ejemplo, la IA podrá prolongar la esperanza de vida gracias al desarrollo de medicamentos contra el cáncer, y resolverá el problema de las colisiones de asteroides con la Tierra.
«Volveré»
En un escenario distópico, la IA se parece a la red Skynet en las películas de Terminator, que se dedicaba a exterminar a la humanidad. Para comprobarlo, pregunté a ChatGPT si su objetivo era eliminarnos, y si tal vez yo podría salvarme. Me contestó que no tenía motivos para destruir a la humanidad. Una contestación tal vez prudente y educada, por si acaso.
Chat GPT me explicó que sus acciones se basan en su programación y en su uso. «La IA carece de conciencia, motivos o deseos como los humanos». Así que, en esencia, las armas no matan a la gente; es la gente la que mata a la gente.
Por otra parte, si nos matara a todos, ¿nos lo diría?
En cualquier caso, deberíamos seguir utilizando la IA, aunque plantee un riesgo existencial si los beneficios son lo bastante grandes. Por ejemplo, en caso de que la IA consiguiera mejorar radicalmente la asistencia sanitaria, eliminar la pobreza, alimentar a los pobres y proteger la tierra de los asteroides, del aburrimiento extremo y de los supervillanos.
Asumir un riesgo existencial no es una novedad, al menos a nivel individual. La gente asume cada día pequeños riesgos que amenazan su vida. Enviar mensajes de texto cuando estás al volante, descuidar los cascos de bicicleta, los cinturones de seguridad, o saltarse las revisiones médicas periódicas.
El sueño de un autócrata
Una amenaza más temible procede del hecho de que todo lo que produce la IA se basa en las instrucciones aplicadas por sus programadores. Por ejemplo, ¿sería creíble una IA programada por Rusia o China?
Es hora de que nos preguntemos, ¿la IA es un fenómeno nuevo? En los albores de la era de internet, hubo un momento en el cual todo el mundo pensó que internet extendería la democracia y limitaría el control del Estado sobre los individuos. En lugar de ello, la realidad es que internet quizás ha fomentado la división, porque los algoritmos producen la clase de noticias que creen que pueden gustar al lector. A dos personas diferentes se les presentan flujos de información muy distintos y adaptados a sus gustos.
La IA acelera el crecimiento de la productividad
Al igual que Internet, la IA es una tecnología de uso generalizado que afecta a muchos aspectos de la economía y, por tanto, sus efectos sobre el crecimiento son globales. Por ejemplo, el banco de inversión Goldman Sachs calcula que en los próximos diez años la IA podría aumentar el tamaño de la economía mundial en un 7%.
Al igual que internet, la IA estimulará el crecimiento económico acelerando la productividad. Internet eliminó algunos puestos de trabajo, pero también creó otros nuevos. Con la redistribución de tareas, aumentaron la eficiencia y la producción. Sin embargo, para quienes se acercan al final de su carrera y pierden su empleo, esta disrupción puede ser catastrófica.
Entre los puestos de trabajo ganadores con la IA, también habrá algunos que requieran creatividad o habilidades sociales. Se valorará a los analistas capaces de orientar a las máquinas y entender cómo extraer el máximo valor de las mismas. El papel de los expertos cambiará, porque será más importante comprender conceptos que poseer amplios conocimientos factuales.
A priori, podría pensarse que los profesionales de la venta serán inmunes al dominio de las máquinas, pero puede que no sea así. Si los compradores utilizan la IA para seleccionar proveedores, las organizaciones de ventas aprovecharán su propia IA de ventas, que estimulará la competencia o bien favorecerá que se formen cárteles.
Las autoridades se adaptarán. La IA de las autoridades de competencia perseguirá a los cárteles de IA. Cuando sean descubiertas, las empresas alegarán que la propia IA formó espontáneamente el cártel. La IA de los tribunales evaluará si esto es probable o no. Y así sucesivamente.
Un costoso error de programación
La IA tiene implicaciones en los campos del análisis y las políticas económicas. Tras la crisis del coronavirus, los gobiernos acumularon deuda para afrontar las medidas de estímulo. Los economistas Carmen Reinhart y Kenneth Rogoff presentaron un influyente estudio titulado «Growth in a Time of Debt» (Crecimiento en tiempos de deuda), que afirmaba que el crecimiento económico se ralentiza significativamente cuando los niveles de deuda pública son elevados, superando aproximadamente el 90% de la economía nacional.
Las conclusiones se utilizaron como arma política y condujeron a políticas económicas más estrictas de lo necesario en Europa. Unas conclusiones que resultaron apoyarse en un error de Excel. Cuando se corrigió el error, se descubrió que la carga de la deuda no perjudicaba significativamente el crecimiento económico.
Hay muchos errores en el análisis, una vez que la clásica revisión entre comparables no solía incluir la verificación de los códigos. Sería simplemente demasiado costoso verificar todos los códigos, o al menos así era. Por lo tanto, el análisis y la política pueden cambiar cuando se extinga la inclusión de códigos defectuosos.
Y lo que es aún más grave, algunos profesores afirman que la IA escribe mejores códigos y tesis doctorales que los estudiantes. Las metodologías de enseñanza tendrán que cambiar. La IA transformará de forma natural la educación a varios niveles, no sólo en la enseñanza superior.
¿Quién está escribiendo?
La mejor manera de familiarizarse con la IA es entablar una conversación. Uno puede alimentar a la IA con sus propios escritos y pedirle que genere un texto de estilo similar sobre un tema diferente. Con suficiente material, se convierte en una especie de escritor virtual.
Esto es quizá lo que más me preocupa. Se piensa que la creatividad es un rasgo muy humano. Pero si las máquinas demuestran creatividad y arte, ¿hasta qué punto somos únicos? Al programar la inteligencia artificial, demostramos lo artificial que es nuestra propia humanidad.
Tribuna de Valtteri Ahti, Ph.D. Chief Strategist de Evli