“Estamos en guerra”, declaró el presidente de Francia el 16 de marzo de 2020. Luchamos contra un enemigo “invisible”, pero no invencible. Esta guerra no ha hecho más que comenzar y la ayuda que ofrece la inteligencia artificial podría contribuir a frenar la proliferación del virus.
La investigación se beneficia actualmente de los avances que han favorecido la aparición de la inteligencia artificial, la informática en nube (cloud computing) y las tarjetas gráficas (GPU). Gracias al cloud computing, los recursos de cálculo son ahora accesibles a distancia, sin que los investigadores necesiten centros de datos gigantescos para hacer funcionar sus modelos moleculares y estudiar así el coronavirus. Para ello, pueden recurrir a proveedores como AWS (Amazon), Azure (Microsoft) o AliCloud (Alibaba). Gracias a Folding At Home, compañía de investigación biomédica colaborativa, y a Nvidia, líder mundial en tarjetas gráficas, un sistema de mutualización de tarjetas gráficas permite acelerar la investigación.
Estas tarjetas gráficas aumentan la velocidad de los algoritmos de inteligencia artificial, así como el software de simulación biológica utilizados en la investigación para entender el virus y elaborar medicamentos y vacunas. El “don” de la potencia de cálculo también es posible y su éxito es consecuente, con más de 470 petaFLOPS de potencia de cálculo, más que los siete superordenadores más potentes del mundo.
Las iniciativas se multiplican. El Instituto de Inteligencia Artificial Allen de Seattle ha desarrollado un algoritmo de análisis semántico para resumir las publicaciones de la investigación mundial sobre el virus. Esta iniciativa ha atraído la atención del gobierno estadounidense, que ha invitado a varios grupos de investigación a sumarse a ella.
Por su parte, la canadiense BlueDot detectó la pandemia en diciembre de 2019, al registrar un creciente número de casos de neumonía en China. Nueve días más tarde, la OMS comunicaba la aparición del COVID-19. Otras empresas, como HealthMap, (Boston), o Metabiota (San Francisco) alertaron de la inminente propagación del virus. Aunque estas alertas no provocaron respuestas inmediatas, revelaron las capacidades predictivas de la inteligencia artificial. Junto con medidas concretas, en el futuro podrían reforzar la capacidad de resistencia y adaptación de nuestras sociedades y la economía.
La potencia de cálculo compartida y colaborativa hace avanzar la investigación y la inteligencia artificial permite optimizar los esfuerzos científicos desplegados a escala mundial, clasificando principalmente las casi 24.000 publicaciones científicas aparecidas, hasta hoy sobre el coronavirus. La inteligencia artificial está en su infancia y sus primeros pasos son prometedores. Echiquier Artificial Intelligence mantiene el rumbo para detectar e invertir en las mejores empresas que, según nosotros, desarrollan o se benefician de esta tecnología revolucionaria.
Tribuna de Rolando Grandi, CFA y gestor de renta variable internacional en La Financière de l’Echiquier