Estrenamos un nuevo año 2023, con toda la ilusión y deseos por los que hemos brindado hace unos pocos días (salud, dinero y amor). En temas de salud, la pandemia ya no es la principal preocupación, pero en relación con el dinero y los mercados… ¿qué expectativas traemos para este próximo año?
El año 2022 nos ha dejado muchas incertidumbres y cuestiones sin resolver, lo que implica una mayor volatilidad para los mercados financieros. Entre otras muchas cosas, no sabemos cuándo finalizará la guerra en Ucrania, si continuará la falta de suministro energético, si seguirá subiendo la inflación, los tipos de interés o si habrá recesión o no. Ante estas preguntas todos tenemos expectativas, pero no tenemos la bola de cristal para saber cuál es la respuesta correcta. ¿Cómo te sientes tú y cómo crees que vas a actuar en este entorno? La respuesta a estas preguntas te dirá si estás más o menos libre de sesgos que te permitan tomar decisiones financieras más racionales en los próximos meses.
¿Crees que eres racional al invertir? Es posible, pero en muchos momentos somos más homo sapiens que homo economicus y por lo tanto es un buen momento para aprovechar este inicio de año a conocernos un poco más a nosotros mismos antes de tomar decisiones, porque nuestro cerebro, a veces… nos engaña si no sabemos cómo funciona. Son muchos los sesgos que podemos tener, si bien hay tres cognitivos que podemos identificar en estos momentos de incertidumbre para mejorar la gestión de nuestras expectativas en el 2023: la aversión al riesgo (D. Kahneman y A. Trevesky, 1979), sesgo de confirmación y el de disponibilidad (P.C. Wason, 1960).
En primer lugar, tanto interrogante sobre qué va a pasar en la economía, la inflación, los tipos de interés, la situación geopolítica… etc, nos hace difícil tener una expectativa con confianza para las tendencias de los mercados financieros. Pero son estas expectativas las que van a determinar cómo nos sentimos y qué vamos a hacer con las inversiones (si mantener, comprar o vender). Lo que debemos preguntarnos en este punto es si un aumento de la volatilidad en los mercados financieros es para nosotros un peligro o una oportunidad. Ante un mismo hecho (más riesgo), nuestros sentimientos cambian en función de las expectativas que tengamos (Estudio de Stanley Schachter). Es decir, si crees que el riesgo implica una pérdida, sentiremos miedo y nuestro cerebro nos guiará hacia la huida para protegernos. Podemos cometer el error de vender nuestras acciones antes de lo que deberíamos, “sobrerreaccionando” en momentos bajistas de pánico, maximizando la pérdida. O no vender con la falsa ilusión de que, si no vendo, no pierdo. Por el contrario, si lo asociamos a una oportunidad sentiremos entusiasmo por encontrar oportunidades de compra (activos baratos por estar infravalorados). Se trata de evitar vender antes de tiempo o tardar demasiado, así como no perder oportunidades de compra.
El sesgo que podemos tener es el de aversión a las pérdidas, base de la teoría prospectiva, según la cual nuestro cerebro no siente igual la pérdida que las ganancias. Este sentimiento se describe muy bien por Brad Pitt en la película Moneyball cuando dice “odio perder, lo odio y odio perder más, de lo que deseo ganar”. De hecho, físicamente sentimos el doble de dolor al perder que satisfacción cuando ganamos. Necesitamos conocer nuestra tolerancia al riesgo, que cambia con el tiempo, para gestionarla mejor.
Por otra parte, el sesgo de confirmación nos impide ver la información disponible de la manera más objetiva posible. No hay que olvidar que nuestro cerebro está diseñado para sobrevivir. Toda la información que recibe debe analizarla para tomar decisiones y ayudarnos a alejarnos de los peligros y encontrar oportunidades. Esto implica buscar la información de forma reflexiva y no sesgada. Y aun así ,nuestro cerebro no nos deja ver la realidad como de verdad es, ya que de forma inconsciente hay información u opciones que no procesamos ni vemos (M. Alonso Puig). Por eso debes preguntarte qué información buscas cuando vas a invertir o desinvertir. En el caso de que tus inversiones no estén teniendo el resultado que esperabas ¿tiendes a buscar información que confirme que tu decisión era correcta? Si tu respuesta es claramente sí, es muy posible que tengas este sesgo de confirmación. Si es así deberías empezar a buscar información contraria a lo que tu opinas o creas que es lo correcto. ”Nada me inspira más veneración y asombro que un anciano que sabe cambiar de opinión” (Santiago Ramón y Cajal).
En tercer lugar, cuando tomamos decisiones interfiere el sesgo de disponibilidad, según el cual la información que recordamos más fácilmente para la toma de decisiones es la más reciente escuchada, la que me afecta personalmente en ese momento y la más rara o dramática. Esto hace, por ejemplo, que tengamos más miedo a los tiburones que a los mosquitos, cuando este último es el animal que más muertes provoca al año. En estos momentos, podemos vernos afectados por los hechos recientes del 2022 (entre ellos: guerra de Ucrania, precios del gas, alta inflación) y que nos lleve a tomar decisiones con datos con más miedo al racional y asignemos probabilidades con información sesgada, formando expectativas mirando más al pasado que al futuro.
Por ello os deseamos para este año 2023 mucho autoconocimiento, paciencia, análisis y reflexión, para poder identificar las oportunidades que sin duda nos brinda esta volatilidad. “Observar sin pensar es tan peligroso como pensar sin observar” (Santiago Ramón y Cajal).
Tribuna de Natalia Cassinello Plaza, profesora de Gestión Financiera y jefe de Estudios E6 y E6 Analytics en la Universidad Pontificia Comillas