Hemos debido enfrentar un profundo cambio del perfil de los inversionistas del mercado de capitales brasileño, con la inclusión de millones de inversionistas de generaciones más jóvenes, a quienes aún les falta completar su formación financiera y les sobra ambición por los beneficios. En consecuencia, hoy es más importante que nunca asegurarnos de contar con un mercado con profesionales que tengan los conocimientos adecuados y que puedan asesorar correctamente a los recién llegados al mundo de las inversiones.
En este contexto, Brasil ha pasado por un drástico desarrollo de sus mercados de capitales en las últimas décadas. La fuerte caída en las tasas de interés reales, desde rendimientos de dos dígitos en la década de 1990 y principios del 2000, a tasas bajas de un solo dígito antes de 2020, tocando fondo en rendimientos negativos en medio de la pandemia, acompañada de digitalización, innovaciones y ofertas mejoradas, conducen a una oleada de nuevos inversionistas. Específicamente, la cantidad de inversionistas minoristas aumentó seis veces en solo tres años, a 4,2 millones de personas en 2021. El valor de su inversión en acciones aumentó un 150%, lo que impulsó su participación de mercado en un 50%, del 11% en 2018 al 17% en 2021.
Sin embargo, esto puede parecer un arma de doble filo. El mercado brasileño enfrentó un gran cambio de perfil. La antigua base de inversionistas ganó experiencia a lo largo del tiempo y la demografía sugirió un contingente maduro, con un 60% de los inversionistas mayores de 40 años. Por otro lado, la entrada masiva de nuevos inversionistas vino con un perfil opuesto. Entraron en los mercados de capitales con poca o ninguna experiencia. Los recién llegados también son mucho más jóvenes. El grupo de menores de 40 años creció nueve veces. Además, sus primeras ofertas estaban compuestas por productos más simples.
Este cambio generacional justifica medidas. La educación financiera es incipiente en Brasil. El país ha estado rezagado en las clasificaciones mundiales de educación financiera durante años. Además, muchos de los 3,5 millones de nuevos inversionistas están expuestos a valores muy sofisticados, a pesar de su falta de conocimiento e inexperiencia para evaluar adecuadamente las decisiones de inversión.
Esta preocupación se materializó a principios de 2022. Después de un período de tasas de interés bajas, que atrajo a los recién llegados y cambió su cartera hacia una más riesgosa, las cosas cambiaron repentinamente. El aumento de las tasas de interés y la guerra en Europa aumentaron el costo del capital y alimentaron la volatilidad. Los inversionistas sin experiencia pasaron factura. En algunos casos, la exposición a valores asimétricos magnificó los resultados.
Los profesionales de inversión competentes son una parte esencial del sistema. Los expertos transfieren conocimientos, experiencia y protegen a los inversionistas, al mismo tiempo que sientan las bases de asignación adecuadas.
Si bien muchos reguladores imponen requisitos para que las personas se conviertan en profesionales de la inversión. En general, los exámenes solo establecen los estándares mínimos, no las habilidades deseadas y necesarias. En consecuencia, es necesario subir el estándar.
Los inversionistas y las instituciones deben buscar profesionales de inversión de primer nivel. Estos tienen una sólida comprensión, capacidades avanzadas de análisis de inversiones, habilidades de gestión de carteras del mundo real y poseen una competencia escasa muy necesaria, la capacidad de ver el panorama general.
Los expertos también entregan mejores herramientas a los inversionistas para enfrentar situaciones inesperadas hacer frente a eventos no lineales. Tales discontinuidades incluyen eventos incontrolables e impredecibles como la pandemia de COVID-19, la reciente guerra ruso-ucraniana y otras relacionadas con la idiosincrasia propias de los mercados emergentes.
En un entorno con un gran grupo de asesores, las certificaciones, como las proporcionadas por CFA Institute, ayudan a los inversionistas a identificar profesionales competentes que cumplan con los altas estándares exigidos. Además, algunas certificaciones también exigen un desarrollo profesional continuo y adherir a altos estándares éticos.
La irrupción millones de nuevos inversionistas creó la necesidad de actuar. Los programas de educación financiera y el asesoramiento de profesionales de inversión son factores claves para el desarrollo de mercados saludables y para proteger a los inversionistas. En esta línea, para los inversionistas resulta primordial trabajar con profesionales que hayan demostrado excelencia, credibilidad y que estén comprometidos con los valores éticos, particularmente en una industria donde la confianza y el conocimiento son sus cimientos.