Ahora que el impacto inicial de la pandemia de la COVID-19 se está asimilando lentamente, una de las conclusiones que podemos sacar es que, gracias a las nuevas tecnologías, las economías del mundo no se han colapsado. Cuando la mayor parte del mundo entró en confinamiento durante la primera mitad de 2020, fueron las aplicaciones móviles, los servicios de entrega de paquetes y alimentos, los servicios de salud a distancia, las aplicaciones de trabajo en remoto y los sistemas de videoconferencia los que hicieron posible que una gran parte de la economía siguiera funcionando. Representan un conjunto de nuevas tecnologías y servicios innovadores de los que nadie había oído hablar hace unos pocos años.
Lo que la mayoría de estas nuevas tecnologías tienen en común es que fueron lanzadas por empresarios muy jóvenes. Muchos de ellos recibieron parte de su financiación inicial de family offices unifamiliares con alcance global. Pero mientras que los family offices han estado muy abiertos a la inversión en tecnologías innovadoras, las familias de altos patrimonios que las respaldan no siempre son tan previsoras cuando se trata de preparar a los miembros que forman parte de su próxima generación y transferirles la responsabilidad a una edad temprana. La pandemia de la COVID-19 muestra que vale la pena reconsiderar esta actitud.
La riqueza sólo puede ser preservada a través del crecimiento. Cuando una familia pretende mantener su riqueza a través de la contención de pérdidas, con el tiempo esta simplemente desaparecerá a través del gasto, la inflación y la expansión familiar: la suma de más generaciones equivale a más bocas que alimentar. Estas son algunas de las principales razones detrás del dicho anglosajón «from shirtsleeves to shirtsleeves in three generations», es decir, que en tres generaciones se vuelve a estar en “mangas de camisa” lo que significa que la riqueza acumulada por una generación se perderá en la tercera. Desde la perspectiva de la preservación de la riqueza, es esencial no sólo educar a la próxima generación sobre su patrimonio, sino enseñarles y dejarles experimentar el pensamiento empresarial a una edad aún más temprana y fomentar su actividad empresarial.
Esto no sólo significa pasar más responsabilidad de las empresas existentes, desarrolladas por previas generaciones, sino también involucrarlas en el establecimiento de la dirección estratégica de la inversión. Mejor aún, deberían recibir estímulo y apoyo para iniciar sus propias empresas, porque preservar la riqueza a lo largo de generaciones no significa necesariamente seguir con el mismo negocio. Hay muy buenos ejemplos de familias que han sido emprendedoras durante generaciones pero que han cambiado estratégicamente su negocio cuando una nueva generación coge el timón o cuando era el momento adecuado.
Especialmente ahora, cuando estamos viendo tecnologías revolucionarias que en el espacio de unos pocos años han aniquilado negocios que han existido por generaciones, podría resultar esencial aceptar el consejo y los puntos de vista de la próxima generación para preservar la riqueza de una familia. Con gran frecuencia, los miembros más jóvenes se sienten desvinculados de esa riqueza, porque se sienten excluidos y no son tomados en serio por los cabezas de familia. Esta desconexión destruye su confianza en sus propias capacidades y puede significar la desaparición de la riqueza familiar. Sin embargo, hay muchas maneras de evitar que esto suceda.
Para las familias con grandes intereses comerciales y/o family offices propios, la organización de reuniones familiares y la participación de los miembros más jóvenes en ellas es muy beneficiosa. Los niños de 14 a 16 años, o incluso menores, pueden seguir su propio programa durante esos eventos, conociendo el negocio familiar y/o el family office propio en un ambiente educativo relajado, al tiempo que se forjan relaciones más estrechas con otros miembros jóvenes de la familia. También se puede invitar a miembros de 18 a 25 años de edad a participar ocasionalmente como observadores en las reuniones de la junta o del comité de inversiones, o incluso a participar activamente en las actividades filantrópicas de la familia.
Independientemente de su edad, se debe alentar a los niños a emprender y aprender a invertir. Una forma de hacerlo es establecer un «banco familiar» en el que los miembros jóvenes de la familia, basándose en criterios objetivos predeterminados, puedan buscar financiación para sus iniciativas empresariales. Otra es proporcionarles algo de efectivo para que inviertan en los mercados y ayudarles a aprender, de manera controlada, sobre la dinámica de la inversión. Los bancos privados y las escuelas de negocios internacionales organizan regularmente eventos adaptados a la próxima generación, centrados en la estrategia empresarial y el espíritu emprendedor. Además del componente educativo, estos eventos también permiten a los asistentes reunirse y establecer contactos.
Estas son sólo algunas de las formas en que los niños pueden ser empoderados. Aceptar que cometerán errores es importante. Aprendiendo a través de la prueba y el error a una edad temprana, los niños estarán mucho mejor preparados para actuar como administradores de la riqueza familiar más adelante y mantenerla para las futuras generaciones.
Jan van Bueren, Global Head Family Office Advisory en Union Bancaire Privée