Llevamos tiempo escuchando que la renta variable está sobrevalorada, que los bancos centrales han creado una burbuja en, prácticamente, todas las clases de activos o que los tipos de interés cero están empujando a los inversores a asumir más riesgo del que deberían para conseguir sus objetivos de inversión. También es común la creencia de que ser gestor de activos era mucho más fácil cuando el bono del estado español ofrecía rentabilidades de doble dígito. Sin embargo, puede que todas estas afirmaciones no sean del todo ciertas.
Si existe algo seguro en esta vida, además de la muerte y los impuestos, es que todo es relativo, y especialmente si de lo que hablamos es de la selección de activos de inversión. Al comprar cualquier activo, siempre hay que hacer un ejercicio de comparación y contemplar las posibles alternativas, tanto de mayor como de menor riesgo.
Ante dos activos que tienen la misma rentabilidad, los inversores se decantarán por el más seguro, y por tanto se le asignará un valor mayor. De esta manera, el mercado de valores se convierte en una gigantesca lista que ordena de mayor a menor riesgo todas las alternativas disponibles a la hora de invertir. Y el primer activo de esa lista es el de menor riesgo, que no es otro que el bono del estado. No obstante, en la actualidad, esos bonos ofrecen una rentabilidad muy baja, lo que empuja al resto de activos a pagar menos también.
Llegados a este punto, la pregunta parece obligada: ¿está la renta variable sobrevalorada? En términos históricos quizá sí, pero en términos relativos, con gran parte de la renta fija ofreciendo rentabilidades negativas, no. ¿Hay una burbuja en todas las clases de activos? En términos históricos quizá sí, pero si ofrecer bonos del estado con rentabilidades distintas de cero no hace sostenible una deuda mundial cada vez mayor, habrá que acostumbrarse a la nueva normalidad. ¿Los tipos de interés cero están empujando a los inversores a asumir más riesgo del que deberían? En términos históricos quizá sí, pero ¿qué riesgo conlleva invertir en renta fija asegurando una pérdida de poder adquisitivo?
¿Nuestra profesión como gestores de activos era más fácil antes con los tipos altos? Quizá el negocio en si mismo sí era más sencillo, pero con los bonos del estado pagando tipos más elevados, la decisión entre estar en renta fija o renta variable era mucho más complicada que ahora. Cualquiera podría invertir el dinero de un cliente en un bono español al 5%, cobrar un 1% de comisión y ofrecer al cliente un 4% de rentabilidad. Hoy en día los profesionales de la inversión tenemos que conocer más en profundidad todas las alternativas posibles (y lejos del índice, que para eso ya están los ETFs), y sacar conclusiones en mitad de un inmenso océano de información. Eso hace más sencillo que se vea quiénes verdaderamente aportan valor, y quiénes ya no tienen cabida en el mercado.
Mientras sigamos con el sistema actual, la renta fija no es una opción atractiva salvo para períodos de inversión a corto plazo. El sistema tendrá que cambiar, pero vendrá de la mano de un movimiento político que, puede que ya haya comenzado, pero que todavía es sumamente incipiente. Mientras tanto, existe todo un universo de proyectos que, como gestores de activos, tenemos la obligación de conocer y por ello habrá que estar atentos para seleccionar las mejores alternativas de inversión a la medida de nuestros clientes. Pero teniendo siempre en cuenta que será en términos relativos.
Columna de Santiago Igual, asesor patrimonial en Portocolom AV.