Las “tres D” representan tendencias seculares que explican por qué hoy vivimos en un mundo de bajos tipos de interés. En efecto, las condiciones financieras acomodaticias que han propiciado los bancos centrales con sus respectivas políticas monetarias se deben a la conjunción de estas tres realidades: desendeudamiento, demografía y digitalización.
Empecemos por la primera de ellas. En los últimos años, tanto a este lado del Atlántico como en Estados Unidos los países han acumulado voluminosos niveles de deuda. Por ello, ahora se encuentran en una situación en la que están intentando controlar dichos volúmenes, pues reducirlos resulta muy complicado. Si volvemos la vista atrás y analizamos momentos históricos que también se hayan caracterizado por altos niveles de endeudamiento, encontramos en la Gran Bretaña de la primera mitad del siglo XIX uno de los ejemplos más representativos. Tras las guerras napoleónicas, la reina Victoria asumió el trono en 1836 en un momento en el que el ratio deuda/PIB del país ascendía al 230%. Con una clara influencia de mentalidad germana gracias a la nacionalidad de su marido, la reina hizo de la contención de la deuda uno de sus grandes objetivos. Sin embargo, llevo al país cerca de 70 años poder reducirla y durante dicho tiempo los tipos permanecieron en niveles reducidos.
Regresando al presente, nos encontramos hoy en Europa en una situación bastante similar, pero en la que los gobiernos no pueden limitar la deuda pública pues han de hacer frente al desafío que supone una población envejecida. Y es aquí cuando surge nuestra segunda D: la demografía. El envejecimiento de la población supone un claro reto para las administraciones y lo es en dos vertientes. Por un lado implica una subida de los costes sanitarios en los que debe incurrir para atender adecuadamente a dichos ciudadanos y al mismo tiempo conlleva un aumento del gasto en pensiones. Al prolongarse la longevidad, esto tiene su traslación directa en el número de años que un individuo recibe dicha prestación. Para ejemplificarlo de forma más clara, un estudio de Moody´s ha estimado que en base a este escenario, el ratio deuda/PIB de los países desarrollados podría incrementarse de media de entre un 2% y un 4% anual.
Se trata de dos fuerzas muy poderosas porque por un lado, como veíamos, la reducción de la deuda es una tarea que lleva muchos años, pero además, por otro, la existencia de una población más envejecida repercute directamente en el consumo. De forma paralela, al intentar controlar el ratio deuda/PIB los gobiernos dejan de invertir en otras áreas de la economía, lo que redunda en una menor creación de puestos de trabajo. En consecuencia, si se reduce el número de personas que forman parte del mercado laboral esto inevitablemente se trasladará también a las cifras de consumo. Y es aquí donde llegamos a la tercera D (digitalización) y donde el círculo se cierra.
Dejando a un lado los efectos positivos que han traído consigo las nuevas tecnologías y la digitalización, no cabe duda de que actualmente están teniendo un claro impacto en la destrucción de puestos de trabajo. Pensemos en actividades tan cotidianas como reservar las vacaciones. Frente a los pocos que todavía siguen prefiriendo visitar su agencia de viajes, la gran mayoría opta por hacerlo por internet comparando multitud de opciones entre diferentes páginas, lo que a su vez tiene un claro efecto deflacionista pues la opción elegida es, en la gran mayoría de los casos, la más interesante en relación al coste. Otro claro ejemplo lo encontramos en el sector de los bancos. La banca electrónica está ganando cada vez más protagonismo en la sociedad, sobre todo entre los estratos de población más jóvenes, lo que ha dado lugar a una drástica reducción del número de sucursales bancarias y en consecuencia de puestos de trabajo.
Por tanto, nos encontramos ante la conjunción de tres tendencias que, estrechamente vinculadas entre sí, dan lugar a un escenario, al menos en el caso europeo, en el que no prevemos un repunte significativo de la inflación y en el que los tipos de interés tampoco subirán mucho.
Tribuna de Mondher Bettaieb, director de Crédito Corporativo en Vontobel AM