El crecimiento económico global continúa fortaleciéndose, consistente con un pronóstico basado en los flujos de capital en sentido estricto, que siguen siendo positivos.
El impulso económico mundial se mide por las variaciones del PIB de dos trimestres o seis meses, o por los datos de la producción industrial en las principales economías del G7 y las siete principales economías emergentes (conocido como el «E7»). La agrupación del G7 más el E7 domina la economía mundial y representa dos tercios del PIB medido en «paridad de poder adquisitivo» y casi tres cuartas partes en dólares corrientes.
Se estima que el crecimiento durante dos trimestres en el G7 más E7 PIB ha aumentado del 1,1% en el primer trimestre hasta el 1,2% en el segundo, o el 2,4% en una tasa anualizada. El crecimiento de la producción industrial en seis meses, por su parte, subió a 1,1% en junio, un 2,2% anualizado, el más rápido desde febrero el año 2015.
Los cambios del PIB y de la producción industrial están estrechamente correlacionados. El crecimiento de la producción semestral publicado en junio está en consonancia con el dato del PIB anualizado, que se sitúa aproximadamente en el 2,75%. Es probable, por lo tanto, que el impulso del PIB, sea todavía firme cuando acabe el segundo trimestre.
EE.UU. y China han publicado los datos de producción industrial de julio y el crecimiento semestral aumentó aún más en ambos casos. Pero hay señales positivas adicionales, como una mayor recuperación de la expansión semestral de la producción mundial de acero en julio y un fuerte aumento de los ratios de revisiones de beneficios de los analistas de renta variable de los mercados desarrollados y emergentes en los meses de julio y agosto.
El renacimiento estival en el crecimiento económico había sido anticipado por una subida semestral del dinero en sentido estricto en la suma del G7 con el E7 desde los mínimos marcados en agosto de 2015. El crecimiento semestral del dinero en sentido estricto continuó aumentando durante el primer semestre de 2016, alcanzando el 5,2% en junio, o el 10,7% anualizado, el crecimiento más rápido desde 2009. Además, parece que los datos se han mantenido fuertes en julio, a juzgar por los datos de los países. Lo que sugiere es que la fase ascendente del ciclo actual se extenderá, al menos, hasta la primavera de 2017.
El enfoque de los pronósticos aquí necesita confirmar las señales monetarias de los indicadores sintéticos adelantados de la OCDE, que combinan una serie de datos no monetarios a futuro. Sin embargo, extrañamente, la OCDE ha suspendido la publicación de todas esta gama de indicadores en respuesta al resultado del referéndum en Reino Unido y los números más recientes de los que disponemos son de abril. Los de mayo, junio y julio serán publicados a principios de septiembre. El indicador de la OCDE parece haber tocado fondo en abril y aunque no es posible replicar los cálculos del E7 de la OCDE, el comportamiento del indicador G7 es consistente con una mejora económica.
El pronóstico de un crecimiento económico global significativamente mucho más fuerte cuestiona las actuales narrativas del consenso de los analistas sobre el «estancamiento secular», y los naturalmente bajos o negativo niveles de los tipos de interés, así como la necesidad de más estímulos fiscales. Una sorpresa positiva en el crecimiento podría ser el catalizador de un estrechamiento en la amplia brecha existente entre la rentabilidad de los bonos del gobierno y el nivel que sugiere la actual evolución económica.