Cuando una institución enfrenta riesgos debe tomar medidas de disuasión, para convencer a los actores de que modifiquen el comportamiento que lo genera, de prevención, para evitar que suceda, y de mitigación, para minimizar las consecuencias en caso de que se materialice.
La llegada de Trump a la presidencia de Estados Unidos implica un riesgo para el Tratado de Libre Comercia de América del Norte (TLCAN), por ello es necesario instrumentar a la brevedad medidas de disuasión para evitar su desaparición.
Existe una gran interdependencia entre Estados Unidos (EUA) y México, más de 6 millones de trabajos en EUA dependen del libre comercio entre los dos países, ya sea porque le exportan productos a México o utilizan insumos provenientes de México. La mitad de esos empleos se concentra en 10 estados, la mayoría de ellos republicanos y van desde Texas hasta Ohio y Pensilvania, lugares donde el discurso proteccionista de la campaña tuvo tanto éxito. A su vez, las exportaciones mexicanas tienen, aproximadamente, un 40% de insumos importados, por ello suspender el libre comercio impacta a la economía de ambos países. Cerrar a la economía de EUA provocará que se dejen de importar bienes de México, que representan el 17% de sus importaciones, pero afectará también a los fabricantes de ese país porque dejarán de exportar bienes a México.
Por otra parte, en 2015 EUA importó de México 296.400 millones de dólares y tuvo un déficit comercial de 60.600 millones de dólares, a Canadá le compró 296.100 millones de dólares y tuvo un déficit comercial de 15.500 millones de dólares, en tanto que las importaciones provenientes de China ascendieron a 483.200 millones de dólares y su déficit comercial fue de 367.200 millones de dólares, representando el 40% del total de su déficit. Por lo tanto, desaparecer el TLCAN no va a resolver el déficit comercial, ya que Canadá y México apenas representaron el 8% de dicho déficit. Además, la interrelación de las empresas de EUA con sus clientes y proveedores en Canadá y sobre todo en México es muy amplia y limitar el comercio afectará a la producción y el empleo en mayor magnitud que las puras importaciones.
Las medidas de disuasión consisten en explicar claramente estas interrelaciones a las nuevas autoridades de la Casa Blanca, pero no lo debe de hacer el gobierno de México, lo deben de hacer los Congresistas de los estados de EUA que estarían afectados por romper el TLCAN, los sindicatos y líderes empresariales que se perjudicarían, y analistas académicos que evalúen el impacto sobre el bienestar de los consumidores. Las autoridades mexicanas lo que tienen que hacer de manera urgente y muy dinámica es cabildear a diversos actores políticos, sindicales, empresariales y académicos, para que dicho mensaje llegue claramente a las nuevas autoridades. Previo a las negociaciones del TLCAN, durante el transcurso de las mismas y hasta su ratificación por los congresos de los tres países, se desarrolló una gran labor de cabildeo. En las circunstancias actuales es necesario el cabildeo a diversos niveles con todos los actores que puedan influir en las decisiones de política económica de la Casa Blanca.
Columna de Francisco Padilla Catalán