Los mercados financieros no están preparados para los grandes problemas que el cambio climático traerá consigo, según un nuevo informe de la Organización de las Naciones Unidas. En septiembre, la organización de los Principios de Inversión Responsable de la ONU -compuesta por una red de inversores entre los que se incluyen 500 gestores globales- concluyó en su informe que los mercados no han puesto precio aún al cambio climático. Más importante aún es que la organización aseguró que los inversores deben esperar una respuesta para 2025 «que será contundente, abrupta y desordenada a causa del retraso».
Por lo general, los mercados financieros perciben más fácilmente los cambios más pequeños y rápidos con una repercusión a corto plazo, pero les cuesta más tener en cuenta factores como la incertidumbre, los puntos de inflexión o la disrupción que conllevan cambios más profundos. El cambio climático representa una de estas situaciones a las que los mercados se enfrentan con más dificultades. Hoy en día es posible pensar en una descarbonización completa de industrias como la del automóvil y todo gracias al desarrollo tecnológico. Aun así, muy pocos inversores pueden apreciar el cambio y la oportunidad que supone.
La disrupción sectorial del cambio climático
Hasta hace poco, la mayor parte de la atención del mercado sobre los activos afectados por el cambio climático se ha centrado en el carbón. Estos son los “activos inmovilizados” más obvios a medida que el mundo desarrollado abandona el carbón como fuente de energía. Los precios del carbón han caído a su nivel más bajo en varios años y cada semana se anuncian nuevos cierres anticipados de centrales térmicas de carbón.
Por ejemplo, Endesa anunció recientemente el cierre de sus dos últimas centrales térmicas de carbón en España, lo supondrá una pérdida de activos de 1,300 millones de euros. Sin embargo, se ha presta mucha menos atención a otros sectores económicos que se verán afectados por el cambio climático. El sector inmobiliario y el aeroespacial son dos ejemplos en los que los precios de los activos podrían sufrir las consecuencias del cambio climático.
Los activos de la industria aeroespacial (aeropuertos y aviones, sobre todo) tienen una larga vida útil por lo que, a futuro, las condiciones de la industria pueden ser críticas para su valor. A diferencia de la industria del automóvil, la aeroespacial comercial no ha llegado aún a ninguna solución tecnológica que sea viable y permita reducir sustancialmente sus emisiones. Así que, tras décadas de descensos en el coste del transporte aéreo, lo que ha promovido su crecimiento, habrá que subir las tarifas para reducir la demanda o simplemente para poner precio a los costes de las emisiones de CO2 producidas por la industria. Las emisiones de CO2 por pasajero y kilómetro en el transporte aéreo son muy elevadas.
Fuente Bernstein Research, septiembre 2019.
Un estudio de Sanford Bernstein sugiere que si las aerolíneas pagasen el coste de sus emisiones de C02 habría supuesto el 40% de sus beneficios del año pasado. En el futuro, el coste será aún mayor.
Al mismo tiempo, los sistemas de vídeo conferencia podrían sustituir una parte importante de los desplazamientos por negocios que se hacen en la actualidad. Los viajes de negocios son los que más beneficios reportan a las líneas aéreas y cada vez son más las empresas que se unen a planes para convertirse en negocios con cero emisiones, por lo que los viajes en avión están en el punto de mira. En la próxima década habrá cambios nada beneficiosos para las empresas de transporte aéreo.
Por otro lado, hasta hace poco, los efectos físicos del cambio climático en los activos inmobiliarios eran más una teoría a largo plazo, que algo tangible. En nuestros días, los episodios climáticos extremos se están incrementando y el nivel del mar está subiendo, todo esto está afectando a la opinión pública y es probable que repercuta en el valor de los activos. Por ejemplo, un reciente informe del grupo de inversión CLSA (Credit Lyonnais Securities Asia) y CWR (China Water Affairs) apunta a la vulnerabilidad de los activos inmobiliarios frente a las grandes tormentas y la posibilidad de que la crecida del nivel del mar pueda sumergir poblaciones.
Mientras, la industria de seguros reevalúa sus primas con relativa rapidez (anualmente) a medida que las incidencias de inundaciones y las pérdidas aumentan, los propietarios de viviendas tendrán que hacer frente al aumento de los costes de los seguros, los valores de los activos se verán sometidos a presión, e incluso es posible que sea necesario reubicar o reconstruir algunos de ellos.
Llegados a este punto, los factores climatológicos pueden tener un impacto dramático en las valoraciones de los activos. En este sentido, es probable que nos encontremos actualmente al principio de un período muy largo en el que los factores que impulsan el cambio climático tendrán un efecto creciente y significativo en los precios de los activos.
Tribuna de Simon Webber, gestor del fondo Schroder ISF Global Climate Change.