Mientras los tipos de interés han subido en los últimos años conforme la Reserva Federal ha desandado parte de sus políticas extraordinarias acomodaticias tras la crisis financiera, la parte final de la curva ha permanecido bastante bien anclada. La respuesta silenciada por parte de los tipos de interés representa para algunos un enigma: ¿por qué no suben las tasas de interés a largo plazo al mismo ritmo que las tasas a corto plazo?
El gráfico 1, que se puede ver a continuación revela que la relación entre la parte de la curva de tipos con un vencimiento más corto y el rendimiento del bono del Tesoro americano a 10 años se ha deteriorado en las últimas décadas. En décadas anteriores, la correlación entre la parte con menor vencimiento de la curva y los rendimientos a más largo plazo exhibía una vinculación bastante estrecha, mientras que en la década actual esta relación se ha debilitado, sugiriendo que obtener información sobre las tasas de interés del Tesoro a largo plazo funciona actualmente peor que en las décadas anteriores.
Sí el mapeo entre las tasas de interés con vencimiento a corto plazo y largo plazo se ha debilitado, ¿qué elemento merece ser tenido en cuenta como impulsor de las tasas de interés a largo plazo? Tal y como muestra la gráfica 2, los factores fundamentales de crecimiento mapean relativamente bien, lo que sugiere que centrarse en los fundamentales subyacentes puede ayudar a transmitir información sobre el comportamiento de las tasas de interés.
El gráfico 2 revela que la suma del crecimiento año sobre año en la productividad estadounidense, y la inflación general de los precios al consumidor año tras año se relacionan relativamente bien con la tasa del Tesoro estadounidense a 10 años, y cada vez mejor en comparación con décadas anteriores. Un factor significativo que impulsa la actividad económica a largo plazo, el crecimiento de la productividad revela hasta que punto la producción puede aumentar con cada unidad incremental de insumos en el proceso de producción. Y la inflación representa un riesgo significativo por el que los tenedores de bonos demandan compensación. Juntos, estos dos factores han mapeado razonablemente bien el conjunto de los rendimientos de interés a largo plazo.
Además, algunos de los recientes repuntes en inflación y productividad en Estados Unidos, con la productividad ahora por encima del 1% medida año a año, y con la inflación general de precios al consumo cercanos en un 3% con la tasa del Tesoro a 10 años cotizando más cerca del 3% que del 2%, donde estaba cotizando hace unos años, sugiere que en un entorno con unas tasas de interés modestamente más altas tiene sentido.
Teniendo todo eso en cuenta, consideramos que al determinar los movimientos de las tasas de interés a largo plazo, los inversores pueden querer enfocarse menos en el ruido del comportamiento de los bancos centrales y más en los factores fundamentales, tales como la productividad y el crecimiento de la inflación.
Columna de Robert M. Almeida, gestor de carteras institucionales de renta variable, y Sean A. Cameron, analista de research para soluciones estratégicas de renta fija, ambos en MFS Investment Management.