Aquí tenemos una clase de activos que sigue desafiando las probabilidades. A pesar de las preocupaciones por los altos niveles de deuda, los crecientes riesgos geopolíticos y el lento crecimiento global, la deuda corporativa de los mercados emergentes ha vuelto a registrar otro año de resultados impresionantes.
Este año hemos asistido a más o menos los mismos desafíos que vimos en 2016, incluyendo la incertidumbre sobre cómo se desarrollará la presidencia de Donald Trump en Estados Unidos. Aunque es demasiado pronto para determinar cuál de sus promesas pondrá en práctica, su mensaje de «America First» ha sido hasta ahora fuerte y claro. Sin embargo, el partido republicano no tiene antecedentes de haber llevado a cabo políticas comerciales proteccionistas, por lo que es probable que esta retórica retroceda en los próximos meses.
Pero no todo gira en torno a Trump y entre la incertidumbre también se pueden encontrar grandes oportunidades. La deuda corporativa de los mercados emergentes ha crecido significativamente desde la crisis financiera mundial. Se ha desarrollado en varios frentes, además de en tamaño. Las perspectivas varían entre las diferentes regiones, pero los países emergentes son el hogar de algunas de las empresas de más rápido crecimiento de todo el mundo. Hay varias razones para que los inversionistas consideren esta clase de activos:
Desde el final de la crisis financiera mundial, las empresas de los mercados emergentes se han estado preparando para cimentar su éxito a lo largo del tiempoy para registrar altos niveles de crecimiento. Sin embargo, los obstáculos a los que se enfrenta la economía mundial han provocado un descenso de la rentabilidad, lo que ha dañado a varias empresas muy apalancadas, especialmente en los sectores minero y energético.
Estas preocupaciones condujeron posteriormente a un replanteamiento de la estrategia empresarial. El resultado final es que las balanzas de las compañías de los mercados emergentes están ahora mucho mejor, especialmente en comparación con sus homólogas estadounidenses. La atención ha pasado de centrarse en la deuda barata a programas de eficiencia y optimización de costes. Los modelos de negocio, que en gran medida se basaban en la expansión, ahora se centran en la generación de retornos y en sostenibilidad de cara al futuro. Esto a su vez debería traducirse en un flujo de efectivo más fuerte y en un proceso de desapalancamiento más rápido.
En resumen, los años de boom han terminado y estas empresas son muy conscientes de ello.
En relación con otras clases de activos, el tamaño del universo de la deuda corporativa de los mercados emergentes es mayor que otros segmentos de los mercados globales de crédito, incluyendo el mercado de deuda high yield estadounidense. El crecimiento en la última década ha sido asombroso. La puesta en marcha del índice de Bonos de Mercados Emergentes de JP Morgan (CEMBI por sus siglas en inglés) en 2007 ha ayudado a la deuda corporativa de los emergentes a convertirse en una clase de activos por derecho propio, en lugar de ser simplemente un subsector.
Estos países continúan ofreciendo un terreno fértil para que las empresas tengan éxito. Su atractiva demografía, una clase media en crecimiento y una gran fuerza de trabajo seguirán siendo motores de la demanda interna.
La rentabilidad sigue siendo fuerte
Las empresas de los mercados emergentes continúan ofreciendo un rendimiento más atractivo en relación al riesgo-recompensa en comparación con sus homólogos de Estados Unidos, y esta tendencia se ha acelerado en los últimos años. Un error común entre los inversores es creer que estos bonos están clasificados por debajo de investment grade.
En cambio, es una clase de activos bien diversificada: un 60% de los bonos tienen calificación investment grade. Así, la deuda corporativa de los mercados emergentes no sólo es de mayor calidad que en Estados Unidos, sino que también está menos expuesta al riesgo de ‘default’. Un reciente informe de JP Morgan predijo que la tasa de ‘default’ de los emergentes caerá en 2017 al 0,8.
Bajas rentabilidades en los mercados desarrollados
En 2016, los bonos de los mercados emergentes experimentaron grandes flujos de entrada de capital a medida que tuvo lugar la «gran rotación» desde los mercados desarrollados hacia los emergentes. Incluso los grandes inversores institucionales realizaron esta migración. Los rendimientos ultrabajos en los mercados desarrollados fueron la principal razón. Más de dos tercios de los bonos europeos todavía rinden menos del 1%, mientras que el rendimiento medio del índice JP EMU es de sólo el 0,49%.
Es probable que el Banco Central Europeo siga teniendo una postura acomodaticia en un futuro próximo, extendiendo el actual programa de expansión cuantitativa hasta diciembre de 2017. En Estados Unidos, la Reserva Federal de Estados Unidos subió los tipos de interés en 25 puntos básicos en diciembre. El mercado espera otras tres subidas de tasas en 2017, pero incluso si esto sucede, los tipos aún estarían en niveles históricamente bajos.
Los deuda corporativa de los mercados emergentes sigue ofreciendo una solución atractiva a medida que los inversores continúan ampliando su búsqueda de rentabilidad.
Fuerte desempeño a largo plazo
En los últimos 10 años, el índice de bonos de empresas emergentes de JP Morgan ha obtenido un rendimiento acumulado del 108,25% y una rentabilidad anualizada del 6,40%. Esto se compara favorablemente con otros índices de bonos globales. Cuando se combinan los sólidos fundamentos crediticios de las empresas de los emergentes, el crecimiento de la economía subyacente y los índices de manufactura, las empresas de los mercados emergentes parecen estar en un camino positivo hacia mayores éxitos.
Siddharth Dahiya es responsable de deuda corporativa de los mercados emergentes en Aberdeen AM.
Si quiere más información, visite http://international.aberdeen-asset.us/income.
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