En un contexto de amplia liquidez mundial, bajas tasas de interés y baja inflación en las principales economías desarrolladas, los activos con riesgo tuvieron un desempeño estelar en 2017. La fuerte revalorización de las principales bolsas mundiales se vio acompañada de una compresión de spreads en los bonos corporativos con grado de inversión, especulativos y de emergentes. El dinamismo del crecimiento global y del comercio dio impulso a los países emergentes que, en líneas generales, contribuyeron positivamente a la consolidación del ciclo alcista, con fuerte suba de sus acciones y deuda en moneda local y en dólares.
En términos regionales, los mercados emergentes acumulan hasta el momento la mayor suba, con el MSCI Emerging Markets apuntándose un 31%, liderado por las acciones Chinas que tuvieron una revalorización cercana al 50% en 2017. La economía China ha logrado coordinar un aterrizaje suave de su economía, a niveles de 6,5% anual, evitando la fuerte desaceleración que temían los mercados. Su economía se ha visto sostenida por un repunte de las exportaciones y gran dinamismo del consumo interno.
Las principales economías desarrolladas han visto una revalorización de sus bolsas de más de 20%, con sectores como el tecnológico doblando el retorno del mercado en el mismo periodo. En líneas generales las acciones de crecimiento lo han hecho significativamente mejor que las de valor y las empresas de gran capitalización han subido más que las pequeñas y medianas. Bajo el impulso de una reforma fiscal cada vez más probable en Estados Unidos, el mes de noviembre ha visto la gestación de una incipiente rotación hacia los sectores tradicionalmente considerados de valor y sectores beneficiarios del recorte de impuestos. De cara a 2018, destaca el posicionamiento en el sector financiero, industrial y energético.
La falta de tracción inflacionaria junto a las perspectivas de crecimiento sostenido para 2018, dificultan la justificación de una posición defensiva en los próximos doce meses, favoreciendo el status quo de los mercados que confían en una continuación del escenario de “Goldilocks: baja inflación y crecimiento moderado”. Sin embargo, con niveles de desempleo del entorno de 4% es difícil imaginar un mundo sin presiones salariales, especialmente considerando el impulso adicional al crecimiento para 2018 proveniente de la reforma fiscal americana.
Ante este escenario, pensamos que los inversores deben moderar sus expectativas de retorno para el año próximo y mantener carteras de inversión bien diversificadas que permitan participar del alza de los mercados en esta fase tardía del ciclo pero que a la vez proporcionen protección a la baja en periodos de aversión al riesgo. Con la volatilidad de las acciones en niveles históricamente bajos, pensamos que es importante diseñar carteras que puedan sobrellevar cambios repentinos de sentimiento.
En los próximos doce meses la divergencia de política monetaria entre los principales bancos centrales y la dinámica sectorial diferencial marcaran la pauta de los mercados. La descorrelación entre acciones y sectores probablemente derive en retornos diferenciales para la gestión activa, subrayando la importancia de incluir gestores experimentados que puedan navegar con éxito un ciclo alcista longevo con valuaciones históricamente elevadas en muchas regiones y sectores.
Dentro de la renta variable, favorecemos una asignación global que incluya acciones americanas, europeas, japonesas y de mercados emergentes. Más allá del impulso adicional proporcionado por la reforma fiscal a las ganancias empresariales americanas, esperamos ganancias sostenidas en Europa y Japón. En emergentes, priorizamos la selectividad y nos inclinamos por economías que además de beneficiarse de un ciclo externo positivo estén embarcadas en procesos de reformas internas como Argentina.
Dentro de la renta fija, priorizamos una estrategia “barbell”, combinando bonos con grado de inversión y bonos del tesoro americano ligados a la inflación (TIPS) con una asignación a la parte más riesgosa de la renta fija para lograr carteras con un retorno atractivo pero que ofrezcan cierta protección en periodos de aversión al riesgo. Dentro de la renta fija con riesgo, preferimos los bonos corporativos de emergentes en dólares cuya dinámica se ve favorecida por una coyuntura internacional benigna y una recuperación de las economías domésticas.
Columna de Puente escrita por Analía Giachino