Brasil está en la primera plana de los medios, ya sea por su grave recesión (la peor en décadas), el escándalo de Lula y la corrupción del país o las protestas en las calles. Todo muy negativo. Vamos, dan ganas para salir corriendo, quien no lo haya hecho ya.
Sin embargo, los mercados parecen ver las cosas desde un punto de vista diferente. El principal ETF de la renta variable brasileña, que incluye el efecto de la variación de la divisa (real), se ha disparado un 28% desde que comenzó 2016 (el Bovespa ha subido un 17,5%). Este aumento es mayor (+50%) si lo medimos desde los mínimos del año.
Interesante ejemplo de cómo de unos mismos hechos negativos, se pueden extraer conclusiones muy distintas. Vamos a darle la vuelta a los elementos de preocupación señalados arriba.
Antes de entrar en harina, un apunte: la realidad es prácticamente la misma hoy que el 21-22 de enero, cuando el ETF de Brasil hizo mínimos, antes de subir un 50%. Pero el mercado no cotiza «la realidad», sino la interpretación de la misma y las expectativas. Y éstas a veces funcionan como un péndulo, oscilando del pesimismo al optimismo, sin términos medios.
Recesión
Una imagen vale más que mil palabras.
La economía brasileña se hunde. Parece que la contracción se acelera. Pero también se puede ver desde una perspectiva más positiva (contracción desacelerándose), como sugieren los siguientes gráficos:
Además, tengamos en cuenta que la recesión no es un mal que venga de forma exógena y repentina, sino que es la consecuencia de excesos y malas decisiones (expansión del crédito, privado pero sobre todo público con la mala asignación de recursos que conlleva, políticas fiscales de gasto muy expansivas y peligrosas) tomadas en el pasado. Por tanto, es el reconocimiento de que se han hecho mal las cosas, y una oportunidad para retomar una mejor senda. ¿Qué es mejor, invertir en una situación de boom insostenible o en una recesión?
No he mencionado el auge y desplome en las materias primas y China, que es el factor en el que más énfasis se suele hacer para explicar lo que está pasando en Brasil. Pero realmente no creo que sea el principal factor. La economía de Brasil tan solo exporta un 11,5% de su PIB, por lo que pienso que lo que ha sucedido debe explicarse más por factores internos. Desde luego que los problemas de diversificación de la estructura productiva son importantes.
Escándalo de Lula, corrupción y protestas
El otro elemento de gran preocupación es el político y social, en concreto los gravísimos escándalos de corrupción que se están destapando, ya sea con Lula, Petrobras y Rousseff… lo que ha hecho que la gente vuelva a salir a las calles a protestar.
¿Es esto negativo? Por un lado, sí. Lo ideal sería que no se destaparan escándalos de corrupción porque no los hubiera. Que Brasil fuera como un estado nórdico, donde las instituciones funcionan y la corrupción es mínima. Pero no es así. Y el hecho de que se destapen estos casos, ilustra cosas positivas.
Trasladémonos al caso de España para verlo de forma más cercana. ¿Cuándo había más corrupción, en la fase de burbuja y pelotazo inmobiliario-financiero, o cuando ésta pincha? A juzgar por los casos que se destaparon, cuando pinchó. Pero lo cierto es que lo que se destapó fue lo que ya existía, lo que se venía fraguando desde hace tiempo. Cuando la burbuja pincha es cuando sale a la luz.
En Brasil puede suceder algo similar. Y es positivo que salten a los medios estos casos y se conozcan. Que Lula no sea inmune y que no pueda salirse con la suya a pesar de todo. Esto no sucede en otros países donde las instituciones funcionan (todavía) peor que Brasil, donde ciertas personas son totalmente inmunes, y los casos de corrupción no saltan a la luz porque no interesa (la vida de quien lo saque y de su familia puede peligrar).
Y que la gente salga a protestar también me parece positivo. Parece que la gente está cada vez más despierta y consciente de los problemas de las autoridades, y esperemos que sean cada vez más exigentes con ellas (y ojo, ¡también con ellos mismos! Que aquí parece que «el pueblo» es siempre inocente, y los malos son siempre y solo los de arriba).
Lo que los mercados quizá están cotizando con su optimismo, además de que quizás la contracción económica se esté desacelerando y el escenario tan negativo actual ya estuviera descontado en el precio (¿quizá de forma exagerada?), es el cambio político. Que acabe la era Lula-Rousseff, y se dé paso a un nuevo gobierno más competente. El problema, según lo que he leído, es que tampoco hay una alternativa sólida que pueda tomar este relevo. (Recordemos que ya antes de las elecciones de 2014 el mercado subió bastante descontando un cambio político que al final no se produjo.)
Columna de Ángel Martín Oro, investigador de UFM Market Trends-Instituto Juan de Mariana.