La crisis política brasileña irrumpió en la primera parte del año con fuerza disímil sobre las plazas locales del Cono Sur. En Argentina, quitó por unas semanas el foco de la tasa de inflación, la política monetaria del BCRA, las últimas encuestas y la actividad económica.
A diferencia de lo ocurrido en Uruguay y Paraguay, donde los factores domésticos primaron por sobre el “efecto Temer”, en Argentina, el recrudecimiento de la crisis política de su principal socio comercial dejó claro que, pese a la cercanía de las elecciones legislativas, las carteras locales no pueden construirse mirando exclusivamente los factores idiosincráticos argentinos sino que deben estar preparadas para resistir shocks imprevistos de un contexto global en el que han aumentado los riesgos políticos.
En el corto plazo, la crisis brasilera ofrece una oportunidad. Pese a que la situación política está lejos de resolverse tras la decisión del presidente Temer de mantenerse en el cargo a pesar de las acusaciones, las tensiones se descomprimieron tras el fuerte respaldo del arco político al equipo económico. La principal preocupación del mercado es que el conflicto político vuelva inviable la agenda de reformas económicas estructurales.
Ante la expectativa de que la clase política continuará respaldando el trabajo del equipo económico, los temores se disiparon, el real se apreció y los spreads en Brasil se comprimieron. Con la moderación de las tensiones en Brasil, los factores idiosincráticos de cada economía volvieron a primar sobre los movimientos de los mercados de la región.
En Argentina el mercado de cambio continúa bajo presión como resultado de la incertidumbre preelectoral. La apreciación del real brasileño de las últimas semanas provocó un alivio transitorio en el mercado de cambios. Pero en la última semana se observó un aumento de la demanda de instrumentos dolarizados por parte de los inversores locales, como en cada uno de los procesos preelectorales de los últimos 30 años.
Los inversores externos, por otra parte, si bien continúan interesados en posicionarse en activos en pesos, esperan hacerlo a un tipo de cambio más depreciado. En ese contexto, los agentes continúan esperando una corrección del tipo de cambio en las seis semanas que quedan antes de las primarias de agosto. En este contexto, con un peso que ya supera $16.6 por dólar, creemos que se abrió una atractiva ventana de oportunidad de reposicionarse en activos en pesos, en especial en activos atados a la inflación.
En Uruguay, en cambio, el anuncio del avance de las negociaciones con la finlandesa UPM aisló a la economía del shock proveniente de Brasil. Ante la expectativa de fuertes entradas de capitales en los próximos años para la construcción de la tercera planta de celulosa, el peso uruguayo estuvo entre las monedas que menos reaccionaron a la depreciación del real. En un contexto de bajas expectativas de depreciación y con la perspectiva de una inflación que permanecerá dentro del rango meta del BCU, vemos atractivas las posiciones a tasa fija en pesos uruguayos.
En Paraguay, finalmente, la reducción de las tensiones en Brasil ha resultado en una moderación de la volatilidad. No obstante, teniendo en cuenta que la crisis brasilera continúa lejos de resolverse definitivamente y los vínculos entre Brasil y Paraguay, recomendamos un posicionamiento en activos paraguayos en dólares, de los que tenemos una visión muy optimista. La economía cuenta con cimientos robustos tras más de una década de sólidas políticas económicas y hacia adelante vemos oportunidades atractivas en un contexto en que el mayor desafío del próximo gobierno será desarrollar el mercado de capitales local y alcanzar el grado de inversión.
Juan Manuel Pazos
Head Strategist and Research de Puente