Es necesario que se diseñe un plan de acción que permita gestionar los impuestos de una empresa bajo el paradigma ESG y que sean contemplados en la agenda del Directorio con una visión estratégica de largo plazo.
Es común que se aborde el tema de ESG (criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo) desde la perspectiva de los temas de sostenibilidad y cuidado ambiental. Sin embargo, es algo más complejo y abarcativo que tiene un alto impacto directo, más allá de su incidencia en el plano social e institucional, en los negocios y en la gestión impositiva de una empresa.
Antes, el éxito de las organizaciones se medía exclusivamente en función del grado de consecución de sus objetivos financieros y de rentabilidad. Actualmente, la evaluación del desempeño organizacional es determinada por una multiplicidad de variables que responden a la presión ejercida no sólo por los accionistas, sino también por distintos grupos de interés (clientes actuales y potenciales, empleados, inversores, socios en la cadena de suministro, etc.). Por ello, resulta imperativo que los factores ESG se incorporen a la agenda del Directorio y se integren a la visión estratégica de largo plazo, posibilitando la transición hacia un nuevo modelo de creación de valor.
Unos años atrás, parecía existir una total desconexión entre la temática ESG y los impuestos. No obstante, esa percepción fue cambiando paulatinamente y, en la actualidad, la relevancia de la tributación en las cuestiones inherentes a la sostenibilidad es incuestionable. De hecho, puede afirmarse que los impuestos desempeñan un doble rol en materia de sostenibilidad: a) promueven o desalientan ciertas conductas (incentivos tributarios orientados a propiciar una actividad socialmente responsable, impuestos ambientales, etc.); y b) contribuyen a medir el comportamiento sostenible. En lo que respecta a este último aspecto, adquiere particular significatividad la noción de transparencia fiscal.
Los distintos grupos de interés —especialmente las nuevas generaciones— evidencian una mayor conciencia y compromiso con relación a la problemática ambiental-social y suelen tener una visión crítica del impacto organizacional en la comunidad. Estos colectivos, cada vez más informados y exigentes, requieren datos precisos sobre la gestión de los factores ESG por parte de las empresas con las que interactúan.
En este entorno caracterizado por una creciente necesidad de información, el abordaje transparente del tema impositivo se ha convertido en una de las herramientas indispensables para generar confianza. A estos efectos, reviste gran importancia la articulación de una clara narrativa ESG y la elaboración de reportes de sostenibilidad que permitan que la información sometida a escrutinio público sea transmitida en forma adecuada.
La necesidad de estos cambios estructurales ha sido internalizada por los líderes locales. De acuerdo con una encuesta realizada por KPMG (CEO Outlook 2021), el 76% de los CEOs entiende que existe una demanda significativa de mayor transparencia y presentación de informes ESG. Pese a que se trata de un fenómeno incipiente en Argentina, son muchas las compañías que han comenzado a publicar reportes integrados de manera voluntaria.
La información fiscal a incluir en los reportes puede versar, entre otros, sobre los siguientes aspectos: interrelación de la estrategia fiscal con los objetivos de la empresa en materia social y ambiental, involucramiento de los órganos de gobierno corporativo en la definición y aprobación la estrategia tributaria, cuestiones inherentes al marco de control, gestión de los riesgos, actitud frente a la planificación fiscal, política de precios de transferencia, sustancia económica de las operaciones, etc.
ESG ya no es un ideal lejano, sino una prioridad real y concreta que no puede ni debe ser soslayada por los directorios. Si bien este proceso de transformación —en lo que respecta tanto a la gestión empresarial como gubernamental— se encuentra en una fase inicial de desarrollo en Argentina, es probable que las prácticas e iniciativas regulatorias que proliferan a nivel internacional no tarden en llegar y consolidarse en el ámbito local.
Aun cuando la organización no se encuentre preparada para afrontar estos nuevos desafíos en forma inmediata, es imprescindible que comience a diseñar un plan de acción que le permita gestionar los impuestos bajo el paradigma ESG. Dilatar la adopción de los criterios de sostenibilidad o subestimar su relevancia, podría comprometer la reputación de la organización, la administración de los riesgos y, en definitiva, la competitividad en el largo plazo.
María Florencia Fernández es directora de Impuestos Internacionales / Sostenibilidad Tributaria de KPMG Argentina