A corto plazo, esperamos que la mayoría de los inversores vuelvan a entrar nuevamente en Italia. A pesar de todo el bombardeo, el gobierno solo planea aflojar la política fiscal ligeramente y dentro de los límites de tolerancia de los mercados. La coalición acaba de dar a conocer sus presupuestos para el año 2019 y, si bien resultan algo expansivos, resultan mucho más comedidos de lo que se temía en un principio.
Además, será difícil ignorar la rentabilidad que se ofrece la deuda de Italia, especialmente cuando a los inversores europeos les quedan pocos lugares en los que obtener una rentabilidad decente. Desde Schroders esperamos que el diferencial entre los bonos italianos y alemanes se reduzca en los próximos meses y que el flujo de noticias sea más neutral.
Así que es probable que regrese pronto la sensación de calma, pese a que el elefante todavía está en la habitación. El gobierno de Italia no se ha convertido repentinamente en una coalición de conservadores fiscales liberales. La inestabilidad política probablemente se repetirá de nuevo el próximo año cuando se establezca el presupuesto de 2020. Mientras tanto, Italia seguirá siendo vulnerable a cualquier impacto de crecimiento, ya sea cíclico o inesperado.
A largo plazo, la sostenibilidad de las finanzas públicas italianas nos sigue preocupando. Las tendencias demográficas desfavorables, la falta de inversión y la debilidad del crecimiento de la productividad probablemente provoquen un estancamiento de la economía durante décadas.
El endeudamiento seguramente se convierta en un problema y, dado que Italia forma parte de una unión monetaria, carece de la capacidad para devaluar su divisa o manipular los rendimientos de sus bonos. Puede que los “bond vigilantes” no hagan acto de presencia de forma inminente, pero no cabe duda de que se encuentran a las puertas.
Azad Zangana es estratega y economista senior de Europa de Schroders.