Cada vez que los políticos enfrentan un problema buscan generar un enemigo a quien echarle la culpa de todos los males que aquejan a la sociedad. Actualmente, los políticos han elegido al libre comercio como el responsable de todos los problemas que aquejan a la economía. Esto no es una situación nueva, cada vez que hay una recesión se repite este fenómeno. Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, todos los países de Europa quedaron devastados y por lo tanto deseban que sus políticas fiscales expansionistas tuvieran el mayor impacto posible sobre sus economías domésticas y no sobre la de los vecinos, por ello, en ese tiempo se estableció que los tipos de cambio fueran fijos y no se permitiera la devaluación del tipo de cambio para que nadie se aprovechara de las políticas expansionistas de los vecinos y las economías eran bastante cerradas.
Actualmente, con tipos de cambio flexibles, los políticos lo que plantean es cerrar las economías para incrementar la demanda sobre los bienes nacionales y por lo tanto aumentar la producción nacional. Esta es la posición que se encuentra atrás de la decisión del Brexit en Inglaterra y de la propuesta del candidato republicano a la Casa Blanca.
Sin embargo, dicha posición es errónea. La historia muestra que los países que tienen mayor bienestar y crecimiento económico son los que se han enfocado al comercio exterior. Si analizamos al imperio británico, su crecimiento y momentos de mayor auge los lograron como consecuencia de fomentar el comercio internacional, lo mismo se puede mencionar de los Estados Unidos de América.
Los países del sudeste asiático han sido muy exitosos precisamente porque su modelo de crecimiento económico se basó en fomentar el comercio internacional. China, India y Corea del Sur, lograron un gran dinamismo en su crecimiento económico a partir de que abrieron sus economías. El proteccionismo (cerrar la economía) funcionó en países que tenían poca industria, como fue el caso de los países latinoamericanos durante las décadas de los cincuenta a los setentas del siglo pasado, pero una vez que se industrializaron dejó de ser efectivo. Pensar que un modelo de economía cerrada puede funcionar para países con un elevado nivel de desarrollo industrial es totalmente incorrecto.
Con el grado de globalización existente, cerrar la economía va a frenar la entradas de bienes que se utilizan para fabricar exportaciones y por lo tanto va a reducir las ventas al exterior. Los políticos están ignorando este impacto sobre las exportaciones que reduce la producción nacional. Adicionalmente, los precios de los bienes se van a incrementar, hoy se compra lo importado porque es más barato y al limitarse esas adquisiciones el bienestar de los consumidores, particularmente de los de menor ingreso se va a reducir. En el caso de Estados Unidos se estima que el bienestar de los más pobres se reduciría alrededor del 30% y el de los más ricos alrededor del 10%.
Columna de Francisco Padilla Catalán