Desde hace unos años proliferan las entidades que impulsan y aplican políticas medioambientales, sociales y de buen gobierno (ESG) en la forma de invertir y gestionar sus carteras. Se diseñaron fondos dedicados que, de hecho, tuvieron buenos resultados hasta que el entusiasmo inicial en el mercado de valores empezó a desvanecerse durante el año pasado.
Pero esta -necesaria- temática sigue siendo fuerte e, incluso, está evolucionando: ya no hablamos exclusivamente de ESG, sino también de biodiversidad. Europa, que fue la primera región en promover los estándares ESG y representa aproximadamente entre el 80% y el 85% de todos los activos de fondos ESG globales, capturó el 90% de las entradas netas de fondos ESG el año pasado a escala mundial. Sin embargo, esta cantidad, que asciende a 141.500 millones de dólares, es un 73% inferior a los 527.100 millones de 2021.
Los fondos ESG de Estados Unidos tuvieron entradas netas de 10.400 millones de dólares en el primer trimestre de 2022, pero en el segundo trimestre experimentaron salidas por primera vez en, al menos, cinco años. Los activos combinados de los fondos ESG de Estados Unidos cayeron un 20%, hasta los 286.000 millones de dólares el año pasado, lo que representa solo el 11% de los 2,5 billones de dólares que hay en activos de fondos ESG en todo el mundo. En este contexto, los activos de los fondos ESG de Estados Unidos se han visto muy afectados durante el último año por la caída de los precios de las acciones. Uno de los fondos más grandes del país, Parnassus Core Equity Fund (PRBLX), cayó casi un 25% en 2022 en comparación con una caída del 19,5% en el S&P 500. Otros fondos importantes han experimentado caídas similares. Todas las temáticas que rigen la inversión necesitan ir renovándose. ESG no es una excepción.
Como tema clave para el futuro es fundamental que los inversores sigan interesándose por él, y las esperanzas pueden estar, en gran parte, en la biodiversidad que, en cierto modo, es el “pariente pobre” de las políticas ESG y debería empezar a ganar peso en las carteras.
La biodiversidad es la diversidad de todos los organismos vivos que existen en los diferentes ecosistemas del planeta, e incluye la diversidad dentro de las especies, entre las especies y de los ecosistemas en los que viven. La biodiversidad es crucial para que siga existiendo el pLaneta.
Y, si bien es difícil determinar el impacto exacto de la pérdida de biodiversidad en las instituciones financieras, los canales de riesgo específicos son claramente identificables. La pérdida de biodiversidad puede causar daños económicos sin precedentes. El Foro Económico Mundial estima que 44 billones de dólares, más de la mitad del PIB mundial, es el valor económico que depende de la naturaleza y sus servicios.
Es alentador que en 2022 los productos de inversión relacionados con la biodiversidad hayan recibido una atención cada vez mayor en respuesta a la demanda de los inversores. Se espera que esta tendencia se acelere en 2023, particularmente después de la COP15, y alcance un valor de 93.000 millones de dólares en 2030, frente a los 4.000 millones que alcanzó en 2019.
En este contexto, además, para ayudar a llenar el vacío de financiamiento para los esfuerzos de conservación de la naturaleza, la ONU ha pedido un nuevo instrumento financiero, los créditos de biodiversidad. Asimismo, en 2022 llegó Nature Action 100, una iniciativa de colaboración similar a Climate Action 100+, que se centra en el compromiso de los inversores con empresas en sectores responsables de la pérdida de la naturaleza.
Para ayudar a medir la exposición al riesgo de la biodiversidad, el Grupo de trabajo sobre divulgaciones financieras relacionadas con la naturaleza está desarrollando un marco. Esto debería permitir a las instituciones financieras integrar los riesgos relacionados con la naturaleza en las decisiones de planificación estratégica, gestión de riesgos y asignación de activos. Se esperan recomendaciones en septiembre de 2023.
En los últimos años, los inversores institucionales han mostrado un interés creciente en la financiación del capital natural, que implica la conservación de la naturaleza y la biodiversidad y sigue siendo una subsección emergente de las finanzas verdes. Según la Asociación para los Mercados Financieros de Europa (AFME), esta área es ahora la temática ESG de más rápido crecimiento en los mercados financieros globales.
Bloomberg informó recientemente de que los administradores de fondos que ofrecen estrategias de biodiversidad aumentaron su base de activos en un 15% en dos meses, a medida que la industria crea un nuevo mercado ESG a pesar de la falta de datos estandarizados. Este crecimiento sigue a un aumento del 150% en la cantidad de fondos que ofrecen este tipo de estrategas el año pasado, según cifras proporcionadas por Morningstar Direct.
Tras la conclusión de un acuerdo histórico en la cumbre COP15 en diciembre, el sector financiero se ha visto obligado a prestar atención a la biodiversidad. El Marco Global de Biodiversidad, firmado por casi 200 naciones, prevé un papel central para los bancos, las aseguradoras y los administradores de activos para lograr el objetivo declarado de movilizar al menos 200.000 millones de dólares cada año para proteger el mundo natural.
Dicho esto, la biodiversidad sigue siendo pequeña en comparación con el mercado más amplio de estrategias ambientales, sociales y de gobernanza, con solo 2.900 millones en activos combinados (a fecha de 28 de febrero), según las estimaciones de la firma de investigación.
Leámoslo en positivo: buenas perspectivas para el futuro. Si bien el concepto ESG pudo estar ‘a la baja’ en el mercado de valores en 2022, claramente no es un tema muerto. El auge de la biodiversidad dará un nuevo impulso a esta área de inversión.
Tribuna de John Plassard, especialista en inversiones del Banco Mirabaud