Todos somos conscientes, de alguna forma, de la importancia de la comida en la cultura asiática. De hecho, lo más común es que el primer contacto de muchos occidentales con la cultura china, india, tailandesa, vietnamita y coreana sea a través de la cocina de esos países.
La alimentación es importante para muchos asiáticos. Se trata de una exitosa exportación cultural y una fuente de orgullo para la diáspora – posiblemente la expresión más potente del “poder blando” de Asia. También es una forma de medir cómo ha mejorado la vida a lo largo de las últimas tres décadas para aquellos que permanecen en la región.
Los desarrollos recientes en los sectores de alimentación y agricultura son un buen ejemplo del efecto de la generación de riqueza y otras dinámicas, como la urbanización, que llevan a una mayor demanda interna de todo tipo de productos: desde automóviles hasta lavadoras. Además, cuando la gente es más rica, se vuelve más exigente.
Una generación atrás, mucha de la gente que vivía en Asia era feliz con tres comidas al día. Trágicamente, todavía hay muchas personas que pasan hambre debido a la desigualdad de ingresos, que puede ser más extrema que la del mundo desarrollado. Sin embargo, existe también un sinnúmero de personas en Asia que ahora prefieren hacer la compra en el supermercado (tanto online como en la tienda) antes que en un mercado callejero; que consumen más proteína y grasas en su dieta; y que, más recientemente, han comenzado a preguntarse qué comen y cómo se produce.
Aunque parezca sorprendente, China es el cuarto mercado mundial de comida orgánica. El mercado chino de comida y bebida orgánica empaquetada vale 2.800 millones de dólares y está previsto que crezca a una tasa de crecimiento anual compuesto del 14% hasta 2022.
La seguridad alimentaria es un asunto particularmente sensible para China. Una historia de escándalos relacionados con la producción alimentaria hace que la creciente clase media del país suela estar dispuesta a pagar más por aquellas marcas, tanto extranjeras como locales, en las que confía. Las empresas con buenos regímenes medioambientales, sociales y de gobernanza cuentan, por ende, con una clara ventaja inicial.
Los gustos de los consumidores en otros puntos de Asia también están cambiando. Factores como el mejor acceso al conocimiento, estilos de vida sedentarios y un aumento de los casos de obesidad infantil han forzado a la ciudadanía a analizar más cuidadosamente lo que comen. Al tiempo que los consumidores asiáticos se vuelven más sofisticados, muchos buscan alternativas más saludables. Esto está impulsando el crecimiento del mercado de snacks sanos, que contienen menos azúcar y grasas.
La legislación también está desempeñando su papel. Algunos países asiáticos como Tailandia, India y Sri Lanka han introducido impuestos para reducir el contenido de azúcar de la comida y las bebidas, a raíz de que en Europa y Estados Unidos se hayan implementado medidas similares. Mientras, Filipinas y Vietnam han presentado propuestas en ese sentido. Ser “insano” ahora conlleva un inmediato coste financiero.
La consecuencia para las empresas es que los productos de eficacia probada que solían venderse pueden dejar de ser tan populares. Los fabricantes de alimentos y bebidas tendrán que innovar para poder mantener su relevancia en un mercado cambiante.
Esto se evidencia en las conversaciones que hemos mantenido con los equipos de gestión como parte de nuestro habitual calendario de visitas a empresas. Los gestores de Aberdeen Standard Investments realizaron 1.600 viajes a cerca de 900 firmas de la región Asia-Pacífico en 2017 y, de nuevo, en 2018.
Por ejemplo, en India, Hindustan Unilever produce una gama “natural” de comida y productos de cuidado personal que utiliza ingredientes completamente naturales y que no tienen químicos ni conservantes. Esta cartera está creciendo dos veces y media más rápido que la media de la empresa. En Vietnam, la firma Dairy Products, más conocida como Vinamilk, está desarrollando granjas lecheras que producen leche orgánica como respuesta al crecimiento de la demanda interna de este producto premium.
También está aumentando el interés por vivir de forma más sana. En 2017, la región Asia-Pacífico supuso el 30% del mercado de salud y bienestar, que abarca los “súper alimentos”, suplementos y sérums. Supone un aumento considerable frente al 19% que representaba en 2007.
La salud y el bienestar, los productos naturales y la seguridad alimentaria son tendencias de la industria que se han vuelto tan importantes en los mercados emergentes de Asia como lo eran en occidente. Hace un tiempo que la alimentación dejó de significar únicamente mantener el hambre a raya. Para cada vez más consumidores, lo que entra en su cesta de la compra refleja las mayores expectativas que generan la mejora de la riqueza y el conocimiento.
Tribuna de Hugh Young, director gerente de Asia en Aberdeen Standard Investments