Brasil, el mayor país de América Latina, está lleno de contrastes. No sólo es conocido por sus hermosas playas, su selva amazónica, la samba y su pasión por el fútbol, sino también por pobreza y desigualdad social la cual es visible al mundo a través de sus famosas favelas.
Durante mucho tiempo, la economía brasileña se ha beneficiado de una gran demanda por sus abundantes recursos naturales como lo son la soja, el petróleo y el hierro, tanto de China como a nivel mundial. El auge presenciado en las materias primas condujo a un fuerte crecimiento económico en el país. De hecho, desde el año 2000 al 2012, Brasil fue una de las economías más dinámicas en el mundo presentando un crecimiento promedio anual del 5% en su PIB. No obstante, durante el 2013 la economía comenzó a desacelerarse y para finales del 2014 el país entra en la que sería la recesión más larga y profunda de su historia, impulsada principalmente por una desaceleración económica en China la cual causó una fuerte caída en los precios de las materias primas. Esta recesión duró hasta el 2016 y durante este periodo la economía brasileña se contrajo en más de un 7%.
El proceso de recuperación ha sido desesperadamente lento, las incertidumbres políticas, los escándalos de corrupción y los shocks externos (crisis en Argentina, guerra comercial global) han sido catalizadores para la lenta recuperación. A pesar de esto, el actual presidente, Jair Bolsonaro, ha impulsado una ambiciosa agenda de reformas que debería mejorar el crecimiento estructural. Más importante aún, todavía hay mucha sobrecapacidad en la economía, lo que ha ayudado a mantener los niveles de inflación bajo control. Adicionalmente, la tasa del banco central ha bajado de 14,25% en 2016 a 5,5%, y es probable que veamos recortes adicionales en el futuro. Las tasas estructuralmente bajas y las reformas económicas deberían mejorar la competitividad del país y estimular el crecimiento económico.
Actualmente los inversionistas pueden acceder a Brasil a través de su mercado de valores, el Bovespa. Sin embargo, invertir en acciones brasileñas ha demostrado ser un viaje bastante volátil con grandes altibajos. además, podemos encontrar una alta exposición a grandes empresas con influencias políticas, como Petrobras, Itaú, Unibanco, Bradesco, AmBev y Vale.
No obstante, hay una forma mucho más conservadora de invertir, a través de fondos respaldados por cuentas por cobrar llamados Fundo de Investimento em Direitos Creditórios (FIDCs). Los FIDCs son fondos mutuos de inversión cuya actividad principal es la compra de facturas. Estas ofrecen rendimientos relativamente altos y enormes beneficios de diversificación. Brasil es un ejemplo fantástico de la deficiencia del sector bancario tradicional con una concentración de casi el 80% entre los cuatro principales bancos.
Estos bancos tienden a centrarse en hipotecas y préstamos a largo plazo para grandes empresas dejando desatendidas a las pequeñas y medianas empresas las cuales a menudo tienen dificultades para acceder a las fuentes tradicionales de financiamiento. Los diferenciales de crédito de los bancos son mucho más grandes que en cualquier otro país importante y si bien las tasas de interés han bajado, los bancos en algunos casos siguen prestando a tasas superiores al 30%.
El factoring como fuente alternativa de financiamiento, puede proporcionar el capital de trabajo necesario que las empresas necesitan. Este es un tipo de financiamiento que proviene principalmente de la venta de las cuentas por cobrar de una empresa a un banco o a una firma que se dedica al factoring. Es importante mencionar que debido a la falta de préstamos proporcionados por la banca tradicional las autoridades brasileñas han implementado una regulación bastante favorable para los inversionistas de la industria del factoring.
Los FIDCs están totalmente regulados y supervisados por la comisión de valores (CVM). El concepto se introdujo por primera vez en 2001, pero desde entonces, la transparencia y la redención de cuentas han mejorado significativamente. Hoy en día, los FIDCs deben cumplir con una serie de normas con la finalidad de garantizar una sólida gobernabilidad permitiendo controles independientes realizados a través de administradores de fondos regulados, auditores independientes, gestoras registradas, custodios, etc., los cuales proporcionan un alto nivel de transparencia y responsabilidad.
Brasil, hoy en día es probablemente el país con los estándares más altos en términos de regulación de la industria del factoring. Se podría decir que es un verdadero paraíso de factoring y definitivamente un aspecto positivo que se añadirá a la lista de contrastes.
El sólido marco regulatorio que protege el interés de los inversionistas pavimento el camino para grandes entradas de capital que ayudaron a satisfacer la fuerte demanda de las empresas. Actualmente, hay alrededor de 800 FIDCs con un tamaño total de activos de alrededor de 120.000 millones de reales brasileños (alrededor de 30.000 millones de dólares).
Los inversionistas tienen muchas ventajas si invierten en FIDCs en comparación con bonos corporativos o acciones, por ejemplo. En primer lugar, las carteras de créditos suelen contener créditos de un grupo diverso de deudores, lo que significa que hay mucha menos concentración en comparación con las carteras tradicionales de bonos corporativos o acciones.
En segundo lugar, los inversores se enfrentan principalmente al riesgo crediticio del comprador (deudor), que tiende a ser una empresa bastante grande y consolidada, típicamente multinacionales, las cuales tienen un riesgo crediticio mucho menor. Además, el riesgo crediticio de los deudores puede estar asegurado contra impagos a costos relativamente bajos.
En tercer lugar, los FIDCs también pueden obtener garantías de los proveedores, como pueden ser garantías inmobiliarias y personales de los ejecutivos principales (En el raro caso de que el comprador no pague la factura al factor). Esto da un fuerte incentivo para que los proveedores recompren los créditos. Por lo tanto, las tasas de impago esperadas están por debajo del 2% y las tasas de pérdida esperadas (después de la renegociación y recuperación) son inferiores al 1% en la industria brasileña de factoring.
Curiosamente, durante la profunda recesión de 2015-2016, la cual ha sido una excelente prueba de estrés para el sector, las tasas de pérdida se mantuvieron por debajo de 1% demostrando la gran resiliencia de la industria factoring brasileña.
Por último, pero no menos importante, el rendimiento esperado para los inversionistas internacionales es bastante atractivo. Incluso si deducimos los costos de cobertura (que han bajado mucho gracias a tasas más baja) y cualquier otro costo relacionado con la emisión, gestión y administración, los rendimientos netos para los inversionistas en dólares deben estar en el rango del 8-10%.
Columna de opinión de Pascal Rohner, CIO de Katch Investment Group