Después de marcar máximos durante el mes de septiembre, los activos de riesgo han entrado en un proceso de corrección que hasta la fecha se salda con pérdidas de 8% para el S&P y de doble dígito para el Stoxx 50 Europe y el índice MSCI Emerging Markets. Por su parte el crédito corporativo y HY en dólar reflejan este incremento en el riesgo percibido por los inversores a través de una ampliación en sus diferenciales respecto a la curva de tesoros de +17 (de 112 hasta 129) y +124 (393 a 508) respectivamente.
La incertidumbre ha disparado las lecturas de los indicadores de volatilidad en los mercados de renta fija, renta variable, divisas y materias primas, que partían de niveles históricamente muy ajustados.
Existen dos causas probables del deterioro sufrido las últimas dos semanas en la tendencia de precios para estos activos: La Reserva Federal (FED) y el temor ante la perspectiva de un nuevo cuadro deflacionista por un lado, y el creciente riesgo geopolítico global por el otro.
En su reunión del pasado 17 de septiembre los miembros de la FED se mostraban optimistas respecto a las perspectivas de crecimiento para la economía norteamericana; la evidente mejora en las condiciones del mercado laboral – con la tasa de paro en USA aproximándose a niveles de pleno empleo- y los primeros indicios de reactivación en el ciclo de inversión empresarial animaba a los miembros del Comité de Mercados Abiertos a anunciar la suspensión definitiva del programa de compras de activos hipotecarios titulizados y de bonos del tesoro y a revisar al alza sus proyecciones para tasas de interés en 2015 y 2016.
Los registros de la economía norteamericana, que puede seguir creciendo al ritmo de 3%, justificaban el discurso de la FED. Sin embargo la apreciación del dólar, las dudas respecto a Europa y las peores perspectivas para China y el bloque de países emergentes y cierta debilidad en el mercado de propiedad residencial, sembraban las dudas entre los inversores que comenzaban a asignar una mayor probabilidad a un escenario deflacionista.
Ni tan siquiera el reconocimiento implícito por parte de la FED – a través de la publicación de las minutas de esta última reunión el pasado día 8 de octubre- de estos riesgos y de su predisposición a actuar conseguía diluir el ímpetu bajista.
Por otro lado factores ajenos a los mercados financieros pero que pueden tener un efecto muy pernicioso sobre la confianza, el comercio internacional y el consumo a corto plazo también aportaban a la inestabilidad de los mercados.
La incertidumbre política en Brasil o Grecia, los conflictos en Siria, Iraq o Ucrania, las protestas en Hong Kong o más recientemente la amenaza creciente del virus del ébola sobre el bloque de países desarrollados ha obligado a los agentes de mercado a exigir una prima de riesgo más elevada a sus inversiones.
No queremos obviar estos riesgos, sin embargo en situaciones de estrés de mercado como la actual es vital mantener la cabeza fría y analizar lo que está sucediendo con perspectiva y sin dejarnos llevar por los movimientos de precios del día a día.
El entorno sigue siendo muy favorable para la inversión en bolsa. La práctica totalidad de los Bancos Centrales en las grandes economías continúan aplicando políticas monetarias extremadamente laxas. Puede que la FED esté retirando su programa de re compra de activos, pero el Banco de Japón o el Banco Central Europeo (BCE) estarán pisando a fondo el acelerador cuando esto suceda. Por otro lado es improbable que, de mantenerse el cuadro de riesgo deflacionista, la FED se embarque en un ciclo alcista en tasas antes del 2016. La generosidad de materia monetaria viene acompañada en esta ocasión por una relajación en la presión fiscal tanto en USA como en Europa.
La fortaleza del billete verde hace que los bienes producidos en Norteamérica resulten más caros al comprador internacional. El encarecimiento del dólar puede restar hasta 0,4% de crecimiento en el PIB en los próximos 12 meses, pero el mercado de divisas siempre tiene dos caras. Un dólar más fuerte implica un euro o un yen más competitivo, y éstas son precisamente las economías que hoy necesitan más ayuda.
Por otro lado, no debemos olvidar que el precio del barril de crudo (WTI) ha caído un 25% desde sus máximos de julio. El precio del combustible no ha estado tan barato desde febrero de 2011. El 70% de la economía USA es consumo, y con un galón de gasolina regular a $3.17 el americano medio comprará más compensando el efecto negativo del dólar.
Históricamente, el impacto de los eventos geopolíticos ha sido de corto plazo sobre los mercados financieros. La situación en Ucrania, lejos de estar resuelta, ya no preocupa tanto y lo mismo parece estar sucediendo en Hong Kong; en este último caso es probable que el contexto obligue al gobierno chino a implementar incentivos al crecimiento para mitigar el impacto social de la crisis. El ébola está contenido en el foco (Guinea, Liberia y Sierra Leona) Los casos en países desarrollados son limitados y se están tratando diligentemente. El desarrollo de nuevos protocolos garantiza una incidencia muy reducida fuera de África.
Con respecto a los mercados de renta variable, nuestros indicadores técnicos han entrado en zona de sobre venta extrema. El sentimiento inversor se acerca a niveles de pánico. Con el S&P 500 corrigiendo fuerte y las empresas norteamericanas presentando un desempeño para el tercer trimestre que supera a los estimados del consenso en el 5%, el atractivo fundamental de invertir en renta variable es cada vez mayor; en este sentido el P/E ratio de este índice de acciones ha ajustado desde 15.9x hasta 14.4x, situándose por debajo de su media histórica. La estacionalidad (el último trimestre del año es históricamente el más rentable) y las elecciones legislativas en noviembre pueden traer mejores noticias a los inversores en bolsa USA. Desde 1950, los 18 procesos electorales han demostrado ser una oportundad de compra. Seis meses después de la votación el S&P subía en media un 18% con rendimientos positivos en cada uno de los 18 ejercicios.
En los últimos 30 días el S&P acumula pérdidas del 8%. Analizando la distribución de rendimientos mensuales de este índice desde 1950, este desempeño representaría un evento de más de 2 desviaciones estándar. Es interesante señalar que correcciones del 15% o más no son nada frecuentes fuera del contexto de una recesión y la economía norteamericana no presenta este riesgo a corto plazo, o eso se deriva del análisis de la Reserva Federal de NY.
En Europa, la publicación de los resultados del ejercicio de stress test bancario (Asset Quality Review) el próximo día 26 de octubre liberará a los bancos que estarán más dispuestos a incrementar el crédito a consumidores y empresarios. Por otro lado, en diciembre, el BCE volverá a poner a disposición de las instituciones financieras que así lo deseen líneas de crédito en términos muy ventajosos.
El sector financiero en Europa podría verse además muy beneficiado por el comienzo de las compras de ABS, titulaciones hipotecarias y bonos cubiertos anunciadas por Draghi. El deterioro de las condiciones macroeconómicas en Alemania facilita la probable implementación de un programa de compras de bonos soberanos, al estilo QE norteamericano, si las expectativas de inflación no comienzan a repuntar.