La expansión económica tras la crisis ha sido larga pero relativamente débil. En este entorno, son pocos los bancos centrales que han sido capaces de normalizar sus tipos de interés o sus balances y, como consecuencia de ello, los inversores han tenido dificultades para obtener la rentabilidad deseada sobre sus inversiones. Con frecuencia, escuchamos a los inversores decir que no hay más alternativa que mantener la exposición a los activos de riesgo a costa de activos seguros cuya rentabilidad es baja.
Si bien esta estrategia ha funcionado adecuadamente durante la mayor parte del ciclo económico, consideramos que –a medida que este se aproxima a su fin– los inversores deberían considerar más opciones para incrementar la resiliencia de sus carteras a fin de estar preparados para una eventual desaceleración.
Somos conscientes de que en un entorno en el que las tires de la deuda pública de los principales países europeos son bajas, especialmente aquí en Europa, esto resulta más fácil en la teoría que en la práctica. Por tanto, el margen con el que cuentan los precios de los bonos gubernamentales para aumentar y compensar cualquier descenso en los precios de renta variable es más limitado de lo que era durante periodos de desaceleración previos.
Por su parte, las inversiones en liquidez en Europa –donde la rentabilidad real de dicha clase de activos es negativa– constituyen una propuesta cuyo atractivo es igualmente escaso.
En consecuencia, los inversores podrían tener que replantearse el concepto de diversificación y ampliar su horizonte más allá de las clases de activos tradicionales a fin de aumentar la resiliencia de sus carteras al tiempo que generan rentabilidades reales positivas. La buena noticia para ellos es que sí existen alternativas.
¿Qué se entiende por «inversiones alternativas»?
Las inversiones alternativas suelen definirse como inversiones en activos distintos de las acciones, los bonos y la liquidez. Estos incluyen inversiones en activos privados (que no cotizan en bolsa) o estrategias de inversión que emplean enfoques no tradicionales, por ejemplo basados en la posibilidad de aprovechar las caídas en las bolsas. Se trata de un universo amplio y heterogéneo que puede dividirse en dos categorías principales: las denominadas «return enhancers» (potenciadoras de la rentabilidad) y las llamadas «diversifiers» (diversificadoras).
El siguiente gráfico–que ha sido extraído de nuestra reciente publicación Guide to Alternatives– muestra la tir que puede obtenerse en muchos de los principales mercados alternativos. Las «return enhancers» son estrategias –como el crédito privado o el private equity– que tratan de generar rentabilidades superiores a las que ofrecen los mercados cotizados.
Naturalmente, dicha posibilidad no está exenta de riesgos, y un mayor yield es una contraprestación que el inversor recibe a cambio del bajo nivel de liquidez que ofrecen estos mercados. Sin embargo, esto podría no resultar un problema para los inversores a más largo plazo capaces de mantener activos en cartera durante todo el ciclo.
La adición de estos activos a una cartera puede servir no solo para amortiguar las pérdidas de valor de una cartera durante un periodo de desaceleración, sino también para potenciar el yield en determinadas ocasiones.
¿De qué forma pueden las inversiones alternativas complementar una cartera tradicional?
Para los inversores a largo plazo capaces de renunciar a partede la liquidez, la asignación estratégica a activos alternativos puede ayudar a mejorar el perfil de riesgo/rentabilidad general de sus carteras. La ponderación exacta de la cesta alternativa dentro de la cartera diversificada dependerá de los objetivos de rentabilidad, los horizontes de inversión y las restricciones de liquidez individuales.
En los últimos años, el abanico de estrategias alternativas líquidas para invertir en mercados públicos también se ha ampliado para los inversores que no precisan de liquidez diaria.
Por tanto, aquellos inversores que se encuentren con tires reales negativas en sus inversiones en liquidez y ganancias limitadas en sus asignaciones a bonos gubernamentales en periodos de desacelaración pueden plantearse la posibilidad de ajustar sus carteras más allá de la tradicional proporción de 60/40 en renta variable/renta fija.
De hecho, la adición de activos alternativos puede ayudarles a alcanzar mejores rentabilidades ajustadas al riesgo, aumentar el yield y mejorar la resiliencia de sus carteras.