Las tensiones comerciales entre EE.UU. y China son sintomáticas de una confrontación más profunda cuyo eje central es la tecnología. El proceso de resolución y la trayectoria de la curva de rendimientos deberían influir en los valores bursátiles tecnológicos de todo el mundo en 2019.
Los beneficios de la reforma fiscal estadounidense han sido uno de los aspectos más destacados de 2018, pero, dado que la celebración de las elecciones de mitad de mandato en EE UU. ya han tenido lugar y la división política en la Cámara de Representantes y el Senado entorpece la agenda interna de Trump de cara al futuro, los mercados deberían ahora centrarse en identificar cualquier indicio que apunte a una recesión global inminente, en la trayectoria de la curva de rendimientos y en los acontecimientos geopolíticos
Si bien los mercados se están centrando en mayor medida en el recrudecimiento de las tensiones comerciales, consideramos que estas son únicamente el síntoma de un problema más profundo.
En nuestra opinión, el aumento de las tensiones entre las superpotencias mundiales de hoy en día, EE. UU. y China, tienen un alcance mucho mayor y se cimientan sobre la tecnología y el control de la propiedad intelectual
A medida que nos acercamos a un punto de inflexión en el ámbito de la inteligencia artificial, la tecnología y la seguridad nacional están cada vez más interrelacionadas Creemos que la intención de Trump de proteger la propiedad intelectual tecnológica de EE.UU. constituye un pilar fundamental de sus políticas actuales que se traduce no solo en la imposición de aranceles, sino en un endurecimiento de los controles sobre la exportación y la transferencia de la propiedad intelectual tecnológica de EE.UU.
Por otro lado, por exactamente los mismos motivos, el desarrollo del sector tecnológico de China constituye una parte fundamental de los objetivos de este país en el marco de su plan «Made in China 2025». En consecuencia, no creemos que estas tensiones vayan a resolverse a corto plazo. Esto genera riesgo, dado que el recrudecimiento de las tensiones afecta especialmente a un sector como el tecnológico, que cuenta con una cadena de suministro global, si bien esta —gracias a su envergadura y consolidación— resulta mucho más flexible que en el pasado.
La drástica subida de los rendimientos de los bonos del Tesoro estadounidense en septiembre de 2018, cuando en el tramo a diez años alcanzaron máximos de los últimos siete años tras haberse negociado en una horquilla determinada durante gran parte del año, ejerció finalmente presión sobre los títulos de elevada duración con valoraciones extremas, especialmente sobre algunas firmas tecnológicas que habían evolucionado favorablemente durante la mayor parte del año al no verse tan afectadas por el aumento de las tensiones comerciales.
Nos encontramos actualmente en un punto muerto, dado que estos títulos siguen presentando unas valoraciones muy elevadas a pesar de las ventas masivas, pero todavía no ha llegado a afianzarse la marcada rotación, prevista desde hace tiempo, desde los títulos de crecimiento hacia los de valor, en vista de las tensiones comerciales cíclicas y de las presiones relacionadas con la ralentización de China. De cara a 2019, cómo se supere este estancamiento resultará clave para determinar el rumbo de los mercados, y este proceso dependerá de la trayectoria de la curva de rendimientos y de los efectos de las medidas de estímulo aplicadas por China desde finales de 2018.
¿Dónde residen las oportunidades y riesgos más importantes en esta clase de activo?
Dado que, en la actualidad, más de la mitad de la población mundial tiene acceso a Internet, está disponible en cualquier momento y en cualquier lugar a través de los smartphones y puede efectuar pagos digitales, y en vista de que las infraestructuras en la nube permiten a las empresas crecer más rápido y con unos costes más reducidos que nunca y que la inteligencia artificial protagonizará la próxima oleada de disrupción, el sector tecnológico debería seguir incrementado su peso en la economía mundial.
El año 2019 debería seguir refrendando las previsiones que apuntan a que la tecnología transformará nuevos sectores, como demuestra el lanzamiento de una plataforma comercial de movilidad compartida con vehículos autónomos por parte de Waymo en EE. UU. y la posible salida a bolsa (OPV) de la empresa unicornio de propiedad privada más valiosa del mundo, Ant Financial, un estatus que obtuvo tras haber revolucionado por completo el sector chino de servicios financieros.
Además, estamos asistiendo ya a la primera oleada de inversión en tecnología 5G, que se acelerará en 2019 a medida que la infraestructura del Internet de las cosas se desarrolle a lo largo de la próxima década
De cara a 2019, si bien las múltiples tendencias de crecimiento a largo plazo del sector tecnológico permanecen en gran medida invariables —y en algunos casos, se acelerarán—, apreciamos una cierta moderación natural en otras áreas. En 2018, las inversiones en inmovilizado en el ámbito cloud por parte de los actores más destacados de este segmento resultaron especialmente importantes, y creemos que esta situación dará pie a una cierta moderación en 2019, a pesar de la continua fortaleza de la adopción de la nube.
Las ventajas derivadas de la reforma fiscal estadounidense estimularon considerablemente el gasto en TI por parte de las empresas por primera vez en diez años, lo que resultó favorable para las áreas más consolidadas del sector tecnológico, como los PC, los servidores y las redes. Prevemos que esto decaiga de forma natural durante 2019. La regulación seguirá constituyendo un obstáculo para el sector tecnológico, pero la histórica implantación del Reglamento Europeo de Protección de Datos (RGPD) en la UE en mayo de 2018 proporciona un marco mucho más claro a la hora de evaluar los riesgos normativos y hace que estos sean más sencillos de gestionar.