Los bonos high yield recibieron un fuerte impulso técnico durante el año pasado, ya que el mercado en contracción se encontró con una fuerte demanda. El resultado ha sido una contracción a la baja de los diferenciales (el rendimiento adicional que ofrece un bono corporativo con respecto a un bono gubernamental del mismo vencimiento). A primera vista, todo esto parece positivo, pero toda moneda tiene dos caras. Para los inversores en high yield vale la pena ser conscientes tanto de los beneficios como de los riesgos.
El tamaño del mercado mundial de bonos high yield se ha reducido en los dos últimos años, con una disminución del valor nominal en circulación del 18% desde finales de 2021 (gráfico 1). Lo positivo para los inversores en bonos high yield es que un mercado más pequeño crea valor de escasez, aunque con un tamaño de más de 2 billones de dólares, con más de 3.200 bonos de 1.500 emisores, el mercado global de bonos high yield sigue siendo un mercado diverso.1
Curiosamente, el mercado ha sido víctima del éxito de sus componentes, pues algunos valores de alto perfil han pasado del estatus de high yield al de investment grade (las llamadas estrellas ascendentes) y han salido del índice de high yield. El año pasado, la compañía automovilística Ford fue el mayor prestatario en hacer este movimiento. En el primer semestre de 2024, entre las estrellas ascendentes figuran de momento la empresa aeroespacial británica Rolls Royce, el procesador y distribuidor estadounidense de petróleo y gas natural Enlink Midstream, la empresa eléctrica estadounidense First Energy y el grupo español de telecomunicaciones Cellnex. El amplio reparto sectorial ha sido alentador, lo que reflejan tanto una recuperación hacia un entorno operativo más normal tras la inestabilidad inducida por la pandemia como unos beneficios más sólidos que han ayudado a impulsar la reducción apalancamiento.
Esto no quiere decir que todo el movimiento sea en una dirección. Entre los ángeles caídos (empresas que descienden de la categoría de inversión (investment grade) y entran en el índice high yield) este año se encuentran el grupo inmobiliario de oficinas de EE. UU. Hudson Pacific Properties, el comercio para constructores británico Travis Perkins, el fondo de inversión inmobiliaria de oficinas alemán Alstria Office REIT y Elo, un holding francés a caballo entre el comercio minorista, el sector inmobiliario y los pagos.
En conjunto, el valor nominal de las estrellas ascendentes ha eclipsado a los ángeles caídos, lo que ha contribuido a la contracción del mercado (gráfico 2). Desde principios de 2022 ha habido mucha oferta nueva, pero esta se ha visto compensada por los bonos que vencían y los que se recompraron antes de su vencimiento mediante una oferta de compra/subasta. Los impagos son otra forma (claramente no deseada) de que los bonos high yield salgan del índice, aunque hasta ahora los impagos se han mantenido en niveles bastante contenidos.
Tanto en EE. UU. como en Europa también se ha producido una cierta canibalización de los mercados de deuda por parte del crédito privado, que ha desplazado a la deuda que podría haberse emitido en los mercados de capital público. Barclays señaló que el crédito privado supone alrededor del 21% de la financiación apalancada en EE. UU. y el 34% en Europa, frente a alrededor del 40% de los bonos high yield y el resto, en ambos mercados, de los préstamos apalancados.2 Es en el ámbito de las compras apalancadas donde el crédito privado ha desplazado potencialmente en mayor medida a los bonos high yield, dada la caída de las operaciones sindicadas high yield y el aumento de los préstamos directos.
Observamos que los mercados de deuda privada y pública coexisten porque los prestatarios corporativos valoran la útil competencia que esto crea en cuanto a las condiciones y los tipos de los préstamos. Aunque esto puede contribuir a unos rendimientos algo más bajos para los inversores en bonos high yield, es probable que haya una ventaja compensatoria: el crédito privado puede desempeñar un papel crucial en la supresión de las tasas de impago, al intervenir para proporcionar financiación en condiciones crediticias más restrictivas.
Visualmente, parece mejor cuando un mercado crece, ya que es indicativo de apetito inversor y liquidez. Pero una contracción o estancamiento del tamaño del mercado en realidad puede ser bueno para los inversores.
Puede ser sintomático de que las empresas dan prioridad a la reducción de la deuda, lo que suele suceder cuando el coste del capital ha aumentado. Será interesante ver si la relativa estrechez de los diferenciales provoca un cambio en el comportamiento de las empresas y un repunte de las actividades menos favorables al crédito, como las adquisiciones motivadas por la deuda y las recompras de acciones.
Si observamos el índice global del gráfico 3, en 2022-2023 se redujo la proporción de bonos con calificación BB, pero esta ha mejorado desde principios de 2024. Lo que sí se ha notado es un descenso en el tamaño de la cohorte con calificación B, que se ha vaciado en ambas direcciones recientemente a medida que algunos emisores suben de categoría y otros caen a la cohorte CCC o inferior.
En conjunto, pensamos que las perspectivas técnicas de esta clase de activos siguen siendo favorables. Fuera de una recesión, pensamos que los inversores seguirán viendo atractivos los rendimientos que ofrecen los bonos high yield, sobre todo si bajan los tipos de interés. Dado que muchos bonos high yield también cotizan por debajo de su valor nominal, existe un útil tirón hacia al valor nominal en los precios de los bonos a medida que estos se aproximan al vencimiento. No obstante, somos conscientes de que los diferenciales de crédito dentro del high yield son relativamente estrechos, por lo que debemos seguir atentos a los acontecimientos que puedan alterar el contexto corporativo, como la geopolítica o la evolución negativa de los datos económicos. Dicho esto, el contexto corporativo razonablemente favorable de crecimiento económico moderado y beneficios robustos creemos que justifica que los diferenciales se mantengan en sus niveles ajustados, especialmente entre los emisores de mejor calidad dentro de las cohortes BB y B.
Sin embargo, el efecto retardado del endurecimiento monetario anterior implica que el riesgo idiosincrático se está acumulando entre las empresas, lo que exige un análisis cuidadoso de los fundamentos del crédito. Bank of America señalo que entre los bonos high yield estadounidenses desde 2022, los prestatarios de mayor calidad habían refinanciado alrededor del 30%-35% de su deuda, mientras que el 20% inferior por calidad crediticia solo había conseguido refinanciar el 15% de su deuda.3
Esta es solo una de las razones por las que somos más prudentes con respecto al extremo de menor calidad del high yield. Existen ciertas oportunidades entre los bonos de menor calificación, pero queremos evitar vernos atrapados en bonos en dificultades. Por tanto, lo que queda de 2024 nos parece un momento para favorecer la inversión activa, tratando de exprimir el valor entre los atractivos rendimientos que ofrece esta clase de activos.
Tribuna de Brent Olson y Tom Ross, gestores de carteras de renta fija de Janus Henderson.
1Fuente: Bloomberg, ICE BofA Global High Yield Index, 1 de julio de 2024.
2Fuente: Barclays, Private credit bridging the transatlantic divide, 1 de marzo de 2024.
3Fuente: BofA Global Research, High yield strategy, 14 de junio de 2024.
Información importante
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Los bonos high yield o «bonos basura»conllevan un mayor riesgo de impago y volatilidad de precios, y pueden sufrir fluctuaciones de precios repentinas y bruscas.
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