Si nos fijáramos en la rentabilidad de las acciones de biotecnología en los últimos dos años, se podría pensar que el potencial de crecimiento del sector se ha estancado o incluso parado por completo. Desde que tocó techo en febrero de 2021, el principal motor de innovación del sector, un índice amplio que incluye biotecnologías de pequeña y mediana capitalización, se ha depreciado casi un 60 %. (En comparación, el índice S&P 500 se apreció un 8,5 % en el mismo período).
Ahora bien, si observamos más allá de la evolución del mercado general, la cosa cambia por completo. El año pasado los ingresos derivados de medicamentos superventas (los que generan unos ingresos anuales de 1.000 millones de dólares o más) superaron los 460.000 millones de USD, un 12 % más que el año anterior. Hace solo cinco años, los ingresos de medicamentos superventas apenas eran la mitad. Además, el número de medicamentos superventas ha crecido rápidamente. En 2022 había casi 120, a diferencia de solo dos en 2000.
La venta masiva de títulos de biotecnología puede deberse a muchas razones, entre ellas unas valoraciones que llegaron a estar infladas durante la COVID-19 y la incertidumbre normativa que produjo el cambio de liderazgo en la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). Más recientemente, el aumento de los tipos de interés ha supuesto un escollo. Mientras tanto, la innovación del sector ha ido ganando impulso y no tardará en ser difícil de ignorar. Este año más de 75 nuevos medicamentos están pendientes de aprobación por la FDA, lo que podría producir un número récord de lanzamientos de nuevos fármacos en el año. (Actualmente, el récord se sitúa en 59 en 2018.3) Además, muchas de las terapias sometidas a examen podrían representar avances médicos susceptibles de alterar el nivel de atención médica y marcar el inicio de ciclos de productos de 10 años.
Piense en NASH, una forma de enfermedad del hígado graso no alcohólico. Aunque más de 10 millones de personas en EE. UU. padecen NASH, no existen tratamientos aprobados para tratar la afección, que se está convirtiendo rápidamente en una de las principales causas de insuficiencia hepática. Eso podría cambiar en el futuro próximo: la FDA revisará un medicamento en los próximos meses, y otros dos han arrojado datos impresionantes en ensayos clínicos, incluida la capacidad de mejorar la fibrosis (cicatrización de los tejidos) y resolver la NASH en un porcentaje significativo de pacientes.
Estos tipos de avances médicos se están generalizando, desde el tratamiento de enfermedades raras que afectan a unos pocos miles de pacientes hasta afecciones que afectan a millones de personas. Por ejemplo, las ventas de productos contra la COVID-19 superaron los 90.000 millones de dólares en 2022, siendo una enfermedad que ni siquiera existía hace tres años. Aunque se prevé que estos ingresos descenderán en 2023, otros grandes mercados finales (obesidad, diabetes, hemofilia, cáncer y enfermedad de Alzheimer, por citar algunos) podrían registrar un fuerte crecimiento de los ingresos. Por ejemplo, en un ensayo clínico en fase avanzada realizado el año pasado para tratar la obesidad, una terapia logró una pérdida de peso de hasta el 20 %, un nivel que antes solo se lograba mediante cirugía bariátrica. Y en enero, la FDA aprobó Leqembi, un fármaco para tratar el Alzheimer, el primer tratamiento capaz de ralentizar claramente la tasa de deterioro cognitivo en las primeras fases de la enfermedad.
Tapar los agujeros de ingresos se está convirtiendo cada vez más en una necesidad para las farmacéuticas de gran capitalización. Durante los próximos cinco años, se prevé que se pierdan más de 160.000 millones de dólares en ventas de medicamentos debido a vencimientos de patentes y la competencia de genéricos y biosimilares. Al mismo tiempo, la Ley de Reducción de la Inflación, aprobada en 2022, permitirá que el gobierno federal de EE. UU. negocie los precios de determinados fármacos a partir de 2026. Aunque continúa sin conocerse las consecuencias de estas y otras leyes, algunos fabricantes de medicamentos ya han advertido que tendrá efectos negativos en ciertas iniciativas de investigación o ventas.
Confiamos en que la industria pueda gestionar tanto la pérdida de exclusividad como los cambios normativos (se prevé que las ventas mundiales de medicamentos con receta alcancen los 1,6 billones de dólares hacia 2028, un 40 % más que en 2022). Sin embargo, para muchas grandes empresas farmacéuticas, mantener el crecimiento exigirá una mayor actividad de desarrollo comercial, incluidas fusiones y adquisiciones. Los retos venideros subrayan la necesidad de identificar a las empresas más amenazadas y aquellas que podrían beneficiarse. Como hemos señalado a lo largo del año pasado, las compañías farmacéuticas de gran capitalización disponen de una tesorería estimada de 500.000 millones de dólares para reponer las carteras de productos en desarrollo. Creemos que la combinación de bajas valoraciones y aceleración de la innovación en biotecnología crea un potencial alcista: de las operaciones anunciadas en los últimos meses, muchas han ofrecido primas iguales o superiores al 100 %. Si continúan desarrollándose nuevos medicamentos innovadores para cubrir necesidades médicas acuciantes no atendidas, creemos que llegarán más operaciones de éxito.
Tribuna de Andy Acker, gestor de carteras de Janus Henderson Investors.
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