Los mercados bursátiles mundiales se desplomaron en la segunda mitad del trimestre, ya que la actividad económica se vio perjudicada por la pandemia del coronavirus.
En muchos países se impusieron medidas de «distanciamiento social» y restricciones a los viajes, y algunos gobiernos fueron incluso más allá y obligaron al cierre de las actividades comerciales no esenciales. La magnitud de los trastornos ocasionados se demuestra por la caída del tráfico aéreo comercial, que disminuyó más de un 60% en la última semana de marzo (1). La economía global no había sufrido una perturbación sincronizada a este nivel desde la II Guerra Mundial.
Pero este tipo de crisis es muy distinto a un conflicto bélico. Reina la paz. Las ciudades están tranquilas, hay pocos coches en las carreteras y los cielos se han vaciado de aviones. Una consecuencia evidente ha sido el espectacular descenso de la contaminación. Las emisiones de dióxido de carbono y óxido de nitrógeno han disminuido drásticamente en las últimas semanas. Algunas personas han señalado que, sin querer, hemos podido vislumbrar un futuro con bajas emisiones de carbono, pero, aunque pueda haber factores medioambientales claramente positivos, se trata de una victoria pírrica, dado el coste humano que tiene esta crisis. Las repercusiones sociales son diversos y a los gobiernos no les está resultando fácil evaluar las consecuencias de las diferentes políticas.
El lado positivo
Sin embargo, todo este caos ha tenido algunos elementos positivos. Ha puesto de manifiesto las ventajas de los avances tecnológicos de la última década. La economía digital ha permitido a muchas personas seguir con su vida diaria con solo algunos inconvenientes. Algunas empresas se han comportado muy bien en estos últimos meses, al registrar un aumento de la demanda de sus servicios. Uno de los grandes interrogantes para nosotros ahora es hasta qué punto habrá un cambio duradero como consecuencia de esta crisis. ¿Habrá una «nueva normalidad» y cómo será? Creemos que esta crisis acelerará las tendencias digitales y esperamos que los cambios en cómo organizamos nuestras economías y vivimos nuestras vidas tengan efectos medioambientales positivos. Estamos invirtiendo en empresas bien posicionadas para un futuro así.
Disrupción o resiliencia
Dado el alcance de la intervención de los gobiernos, hay pocos ámbitos de la economía que no se hayan visto afectados. Todos los sectores principales del mercado han registrado rentabilidades negativas, aunque ha habido importantes diferencias en la rentabilidad relativa, pues algunas empresas han resistido mejor que otras.
Las empresas peor paradas han sido las expuestas a los sectores de los viajes, transporte, industria pesada, materias primas y finanzas. Los cruceros y las compañías aéreas se han visto especialmente perjudicados, al desplomarse su cotización hasta un 80% o 90% en algunos casos. El sector energético, dominado por las compañías de petróleo y gas, fue el que peor se ha comportado, al caer más de un 40%. Esto se debió al desplome de los precios del petróleo provocado por la debilidad de la demanda y la ruptura de las relaciones de la OPEP al no llegar a un acuerdo para recortar el exceso de oferta (2).
El sector financiero fue el segundo más perjudicado, al caer más de un 25%, ya que los bancos se vieron sometidos a presiones como resultado de las medidas regulatorias de los gobiernos de benevolencia con los créditos y las rebajas de tipos aplicadas por los bancos centrales. Salud, consumo básico y suministros públicos, sectores tradicionalmente más defensivos, se comportaron relativamente mejor, aunque aun así cayeron entre un 5% y un 15%. El sector de tecnología de la información también bajó menos que el mercado en general, al aumentar la demanda de muchos servicios digitales (2).
Perspectivas
Hay mucha incertidumbre sobre cuánto van a durar las medidas de los gobiernos relacionadas con la pandemia. Además, muchas personas empiezan a preguntarse si esta crisis provocará cambios duraderos en nuestro modo de vida y organización de nuestras economías. No vamos a decir que conocemos las respuestas a estas preguntas, pero creemos que algunas sendas son más claras que otras y que nuestro enfoque de inversión sostenible nos ayudará.
En respuesta a esta crisis, muchos gobiernos de todo el mundo han respondido con medidas de estímulo fiscal a gran escala, en algunos casos de hasta el 20% del PIB del país. Este estímulo tendrá que ir a parar a algún lado y, aunque a algunos sectores podría llevarles tiempo recuperarse, hay áreas de la economía que probablemente se recuperarán con fuerza. Nuestro enfoque de inversión sostenible nos ayuda a centrarnos en las tendencias a largo plazo que creemos que no van a cambiar. De hecho, creemos que algunas podrían incluso acelerarse como resultado de esta crisis, que ha puesto de manifiesto el hecho de que algunas cosas tienen que cambiar.
La digitalización es una tendencia que se está acelerando y tenemos muchas inversiones expuestas a ella en productividad empresarial, comunicación, salud, ocio, infraestructuras y conectividad. La capacidad de adaptación y resistencia mostrada hasta ahora por la economía digital ―muchas empresas han registrado un aumento de la demanda de sus servicios― ha servido para destacar la idea de que muchas personas y empresas pueden reducir su huella de carbono. La razón de ser de la digitalización es permitir una mayor productividad y un uso más eficiente de nuestros preciados recursos naturales.
Además, creemos que la transición a una economía con bajas emisiones de carbono es una tendencia que va a continuar e incluso podría acelerarse. A menudo nos preguntan por la posibilidad de que los bajos precios del petróleo frustren las inversiones sostenibles o ralenticen el ritmo de transición a la economía con bajas emisiones de carbono. No lo creemos probable. De hecho, la volatilidad del precio del crudo es, en sí misma, un factor negativo desde el punto de vista de la inversión, mientras que la estabilidad de las rentabilidades del sector de las renovables resulta muy atractiva. Es el impulso imparable de la tecnología limpia, junto con la creciente carga reglamentaria asociada al carbono, lo que resta atractivo a las inversiones en combustibles fósiles. Además, esperamos que el apoyo de la normativa a la transición a la energía limpia continúe.
Aunque haya pasado desapercibida entre todas las noticias sobre la pandemia, la publicación por la Comisión Europa del borrador de la Ley europea del clima el 4 de marzo ha supuesto un paso adelante importante en el compromiso de la Unión Europea con una economía con cero emisiones netas de carbono. Tampoco nos sorprendería que las importantes medidas de estímulo fiscal se destinasen en parte al sector de la energía limpia. Cada vez más empresas de los sectores de generación eléctrica, transporte e industria presentan planes de inversión para varios años coherentes con la transición a una economía con bajas emisiones de carbono. En la próxima década, veremos un enorme aumento de la capacidad de generación de energías renovables, avances en las tecnologías de baterías y la adopción generalizada del coche eléctrico por los consumidores.
Creemos que esta va a ser la década en que veamos claramente la perspectiva del pico de la demanda de petróleo. Hemos utilizado la reciente volatilidad del mercado para incrementar nuestras inversiones en generación de energía renovable, donde vemos unos dividendos estables y al alza, así como en empresas que proporcionan tecnología para la electrificación del transporte.
Hay muchos otros ámbitos en los que esperamos pocos cambios: la necesidad de servicios sanitarios básicos, alentada por el envejecimiento de la población, no ha hecho sino aumentar debido a esta crisis. Los seguros y los servicios de gestión de riesgos siguen siendo muy necesarios, el crecimiento de la población y el proceso de urbanización van a continuar y, con ellos, la necesidad de invertir en infraestructuras sostenibles, transporte público, edificios de eficiencia energética y tecnología del agua. La innovación avanzará en lo que respecta al a economía circular y seguirá habiendo demanda de muchos servicios y bienes de consumo relacionados con el deporte y el ocio, el entretenimiento y la alimentación saludable.
En lugar de restar importancia a esta crisis, esperamos que sirva para dejar claro el atractivo de la inversión sostenible y cómo produce mejores resultados, no solo para los inversores, sino también para el medioambiente y la sociedad. Invertimos por los beneficios, las personas y el planeta. Creemos que las mejores rentabilidades de la inversión provendrán de empresas con crecimiento compuesto resiliente, características que a menudo ofrecen las empresas que apuestan por las tendencias de sostenibilidad.
Tribuna de Hamish Chamberlayne, gestor de la estrategia Janus Henderson Global Sustainable Equity, de Janus Henderson Investors.
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Notas:
(1) Flightradar24.com, a 2 de abril de 2020.
(2) Factset, Janus Henderson Investors, en libras esterlinas, a 31 de marzo de 2020.
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