Existen diversas oportunidades en el mercado de renta variable de Japón para los enfoques activos que permitan concentrar las inversiones en segmentos de alta convicción.
En las últimas semanas, seguimos aumentando nuestras asignaciones a la renta variable japonesa, que presenta catalizadores a largo plazo, entre otros: una mayor fortaleza de los beneficios corporativos desde una perspectiva ascendente (bottom up); la confirmación de que se están acometiendo continuas reformas empresariales que se traducen en mejores remuneraciones para los accionistas; las robustas expectativas económicas; la atenuación de los riesgos políticos al haber logrado el primer ministro Abe una sólida victoria en las recientes elecciones anticipadas; y el elevado apalancamiento operativo del universo empresarial japonés con respecto a las mejoras sincronizadas de la economía mundial.
De cara al futuro, identificamos tres siguientes tendencias clave que, en nuestra opinión, resultarán favorables para la renta variable de Japón en 2018 y en los años venideros.
Reforma del gobierno corporativo
Los temas de debate con las cúpulas directivas de las empresas japonesas han dado un sustancial giro en la última década hacia la estrategia corporativa a largo plazo, las relaciones mandante/mandatario, etc. Este cambio positivo se ha derivado de la reforma del gobierno corporativo introducida hace dos años, y ha contribuido gradualmente a aumentar la rentabilidad sobre los recursos propios (ROE) de las empresas del país asiático. Consideramos que la mejora del gobierno corporativo seguirá ayudando a liberar el valor que ha permanecido oculto en la renta variable nipona.
Dos de los objetivos principales de los incentivos para la mejora del gobierno corporativo son los siguientes:
- Eliminar los conflictos de intereses que existan entre la cúpula directiva y los accionistas.
- Garantizar que el patrimonio de una compañía se emplea de manera efectiva en el mejor interés de las partes interesadas. Existe una correlación positiva entre el nivel de mejora del gobierno corporativo y la ROE de las firmas japonesas. El gráfico 1 indica que la ROE media de las compañías en Japón fue mucho menor que en Estados Unidos y Europa en 2011, aunque esta brecha se ha reducido de manera notable en 2017.
La Agencia de Servicios Financieros de Japón propuso un Código de Administración –Stewardship Code–, que pretende fomentar el desarrollo sostenible en el sector corporativo, así como la obtención de rentabilidades de inversión razonables tanto para los clientes como para los beneficiarios. Así pues, las compañías japonesas están aumentando significativamente los dividendos y emprendiendo recompras de acciones. Puesto que el volumen total de efectivo en los balances corporativos nipones asciende a un nivel récord de más de 250 billones de yenes (2,3 billones de dólares), es probable que las compañías japonesas sigan aumentando los dividendos, continúen incrementando la actividad de fusiones y adquisiciones y sigan llevando a cabo más recompras de acciones con el propósito de disminuir el lastre que supone el exceso de efectivo en los balances sobre la ROE.
La devolución del exceso de efectivo a los accionistas o la puesta en funcionamiento de este capital para inversiones se antoja una decisión de gestión acertada, dado que los saldos de efectivo obtienen una rentabilidad nula (o, en ocasiones, negativa) una vez deducida la inflación. Creemos que los inversores recompensarán a aquellas compañías que generan flujos de caja libre sostenibles, cosechan rentabilidades muy superiores a su coste de capital y realizan con frecuencia una gestión del capital favorable para los accionistas (con medidas como el incremento de los dividendos, la recompra de acciones o la realización de fusiones y adquisiciones beneficiosas).
Además, el Fondo de Inversión de Pensiones del Gobierno de Japón (GPIF), el fondo de pensiones público más grande del mundo, con activos gestionados por valor de cerca de 1,2 billones de dólares, ha empezado a poner el foco en las inversiones orientadas a los factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ASG). Habida cuenta del tamaño del fondo y su influencia en la comunidad inversora, la postura del GPIF con respecto a los factores ASG obligará a las compañías japonesas a ser cada vez más conscientes de la importancia de la mejora del gobierno corporativo y de su comportamiento en materia social y ambiental. La reforma del gobierno corporativo no se materializará de un año para otro, sino que se trata de una transformación estructural irreversible que los inversores en renta variable deberían seguir recibiendo con agrado.
Mejora de la productividad: reforma del mercado laboral
La productividad constituye un concepto mucho más importante para la economía japonesa y su sector corporativo que un mero crecimiento elevado. El primer ministro Abe promovió reformas en el mercado de trabajo encaminadas a alentar a las mujeres y a los trabajadores jubilados a volver a trabajar, lo que incrementaría la tasa de participación en el mercado laboral.
Los diversos esfuerzos del Gobierno están empezando a dar frutos: cerca de 1,5 millones de mujeres japonesas han pasado a formar parte de la fuerza laboral en los cuatro últimos años y la tasa de participación femenina en el mercado laboral (gráfico 2) se ha incrementado hasta el 68%, lo que supone una subida de ocho puntos porcentuales en los 15 últimos años y sitúa al país a la altura de Estados Unidos, según los datos de la OCDE. Asimismo, el número total de trabajadores ha experimentado un repunte de más de 2,4 millones durante los cuatro últimos años.
La desregulación de la estructura laboral nipona se ha puesto en marcha con el objetivo de incrementar los salarios y proporcionar mejores oportunidades laborales a los trabajadores a tiempo parcial. Como parte de las reformas estructurales de Abe, el Gobierno introdujo el concepto de “igualdad salarial para un mismo trabajo” (denominado Hatarakikata-Kaikaku) con el propósito de mejorar la productividad laboral.
Según el informe de McKinsey que lleva por título The Future of Japan: Reigniting Productivity and Growth –El futuro de Japón: reactivación de la productividad y el crecimiento–, si Japón logra duplicar su nivel de productividad, podría catapultar el crecimiento del PIB hasta un 3% aproximadamente e incrementar el PIB en hasta un 30% de aquí a 2025. Nótese que la meta del Gobierno japonés radica en espolear el PIB hasta los 600 billones de yenes (en la actualidad se sitúa en los 546 billones de yenes), o 5,5 billones de dólares, de aquí a 2020.
¿Pueden mantener las compañías su competitividad?
Algunos creen que las firmas niponas, simple y llanamente, no son competitivas. Este argumento se fundamenta principalmente en dos hipótesis:
- Que las empresas japonesas no están generando productos y servicios con valor añadido.
- Que las compañías de Japón no están fijando los precios de los productos y servicios de manera adecuada –es decir, están vendiendo valor añadido con significativos descuentos–.
En lo tocante al primer punto, el índice Atlas of Economic Complexity mide el alcance del conocimiento crítico incorporado en una economía, lo que sugiere la relativa singularidad de los productos que se comercializan en el extranjero. En este sentido, Japón ha encabezado la lista de las economías más complejas del mundo todos los años desde que se inició la recopilación de datos en 1995, lo que indica que las firmas niponas han seguido aportando productos con valor añadido al mercado.
En lo relativo a la fijación de precios, existe un enorme margen de mejora. El “comportamiento irracional” de las compañías de Japón de aplicar excesivos descuentos a los precios se vio exacerbado, en cierta medida, tanto por la deflación, que azotó al país asiático durante más de una década, como por una dinámica de mercado excesivamente competitiva (demasiados competidores en un mismo sector). Aunque la inflación no ha llegado todavía al objetivo del 2% establecido por el Banco de Japón, se puede decir al menos que Japón ha sido capaz de doblegar la deflación.
Asimismo, los datos recopilados por Nomura muestran un incremento en la actividad de fusiones y adquisiciones entre 2010 y 2016, lo que denota una consolidación gradual, pero firme, del sector. Las tendencias demográficas también entran en juego en este ámbito. Dado el envejecimiento de la sociedad, cada vez más propietarios de pequeños negocios comienzan a pensar en la jubilación.
Las pequeñas y medianas empresas niponas representan cerca del 99% del número total de compañías, dan trabajo al 70% de la mano de obra y asisten cada año al aumento de la edad media de sus presidentes. Estos negocios seguirán saliendo a la venta, lo que avivará la consolidación del sector y, en última instancia, incrementará el poder de fijación de precios. Se puede afirmar que la gran complejidad económica que presenta el país del Sol Naciente durante décadas se ha visto respaldada por los elevados niveles de patentes e I+D. Creemos que Japón debería ser capaz de mantener su posición de liderazgo tecnológico en sectores como la robótica, la automatización, los juegos, los materiales especiales y equipos de precisión, mediante la continua inversión en tecnologías futuras.
Estamos siendo testigos de la aparición de numerosas tecnologías e inventos en el país asiático gracias a su cultura corporativa orientada hacia la investigación. Las compañías japonesas pueden mejorar sus ventajas competitivas y aumentar su productividad operativa de diversas formas. El informe de McKinsey titulado Future of Japan (El futuro de Japón) manifiesta que simplemente mediante la adopción de las mejores prácticas mundiales, el despliegue de las tecnologías de última generación y la organización en torno a la disciplina y el rendimiento, las compañías niponas podrían lograr al menos la mitad de sus objetivos de productividad —si llevaran a cabo las medidas que ya se están aplicando en el resto del mundo–.
Tribuna de Daisuke Nomoto, director de renta variable japonesa y gestor senior de carteras de Columbia Threadneedle Investments.