Hemos mejorado nuestra opinión sobre la renta variable japonesa de «preferencia» a «gran preferencia», un cambio que nunca antes habíamos implementado en un mercado de renta variable. Las estrategias de asignación de activos han venido sobreponderando/invirtiendo en acciones niponas desde el verano de 2013, un periodo que se asocia con buena rentabilidad y descenso de las valoraciones relativas como consecuencia de la sólida generación de beneficios.
No obstante, hemos incrementado aún más nuestra asignación por cinco factores diferentes, entre los que se cuentan la mayor fortaleza de los beneficios corporativos (según un enfoque ascendente o «bottom up»); la confirmación de que se están acometiendo continuas reformas empresariales que se traducen en mejores remuneraciones para los accionistas; las robustas expectativas económicas; el menor riesgo político tras la victoria de Abe en las elecciones anticipadas; y el elevado apalancamiento operativo del universo empresarial japonés con respecto a las mejoras sincronizadas de la economía mundial.
Pese a la espectacular rentabilidad total del 20% registrada desde principios de años (superior a la rentabilidad de la renta variable mundial, expresada en dólares), los valores nipones siguen cotizando con descuento respecto de los índices bursátiles de todo el planeta. El triunfo electoral de Abe y su renovado mandato para proseguir con la «Abenomics» también deberían desembocar en un segundo mandato de Haruhiko Kuroda como gobernador del Banco de Japón, lo que, a su vez, seguirá respaldando los activos de riesgo japoneses en los meses venideros.
La mayor parte de nuestro optimismo actual se basa en nuestra preferencia por la renta variable con respecto a la renta fija y el efectivo (nuestro posicionamiento actual), así como en un entorno de continuo crecimiento mundial y un periodo de reflación. Nuestra exposición se concentra en las regiones más expuestas a los temas anteriores: sin duda alguna, Japón, aunque también Europa (excl. el Reino Unido) y los mercados emergentes asiáticos, ámbito en el que existen escasas perspectivas reales de que se produzca un endurecimiento monetario a corto plazo, y tampoco se vislumbran cambios fiscales en el horizonte.
Optimismo para 2018
En EE. UU., la administración de Trump parece cada vez más cerca de adoptar la reforma tributaria, aunque todavía se desconoce la envergadura de dicho paquete fiscal. Los fondos gestionados han venido infravalorando la renta variable estadounidense desde que revisamos a la baja nuestra opinión, de «neutral» a «aversión», en marzo de este año, si bien somos conscientes de que se están dando dinámicas positivas en Norteamérica.
La renta variable de EE.UU. se halla en buena posición para beneficiarse de las «megatendencias» seculares en la tecnología, y otros sectores, como el giro hacia la informática en la nube, la inteligencia artificial, los coches conectados y las redes inalámbricas 5G. En la actualidad, el sector de los semiconductores está valorado en unos 350.000 millones de dóalres, y se prevé que crezca en otros 100.000 millones de dólares durante el próximo lustro gracias a estas tendencias. En muchos casos, los beneficiaros directos son entidades monopolistas. Además, la actual valoración del sector tecnológico estadounidense, en términos del ratio precio/valor contable, señala que el mercado no resulta barato ni mucho menos, aunque tampoco presenta una extrema sobrevaloración. También es cierto que, en términos del ratio precio/beneficio (PER) previsto, el sector sigue siendo barato desde una perspectiva histórica.
Las perspectivas sobre los activos de renta fija se antojan menos halagüeñas, pues nos acercamos al final del ciclo de crédito vigente. Hemos sido testigos de una fase de expansión excepcionalmente prolongada, pues los mercados de renta variable han cosechado, todos los años desde 2012, una rentabilidad más elevada que los mercados de crédito (una típica señal de un periodo de expansión). El elevado nivel del apalancamiento corporativo suscita cierta preocupación; no obstante, nuestros análisis indican que esta situación es intencionada y no involuntaria: aun cuando se registran sólidos beneficios, el apalancamiento permanece en cotas elevadas porque, hoy en día, resulta más sensato para las empresas recomprar acciones que devolver las deudas. Algunas medidas de solvencia clave, como la cobertura de intereses, muestran una increíble fortaleza.
Nuestro grupo de asignación de activos realiza una asignación neutral a los bonos corporativos con calificación investment grade, mientras que nuestro equipo de renta fija mundial adoptó recientemente la decisión de revisar a la baja el crédito investment grade hasta terreno negativo. Por nuestra parte, salvo que se produzca una aceleración de las subidas de los tipos de interés oficiales o un deterioro de la salud económica mundial, hemos decidido mantener nuestra asignación neutral al crédito corporativo IG. Si bien el potencial alcista podría revelarse un tanto limitado, todavía no se observan las típicas señales de alerta de una inminente y brusca espiral de ventas.