Japón ha entrado estas semanas en lo que se conoce como la «ofensiva de primavera» anual o en japonés «Shinto». El término se refiere a las negociaciones salariales anuales que se producen entre marzo y finales abril entre los sindicatos y las compañías. En un esfuerzo por revitalizar la economía, el primer ministro, Shinzo Abe, ha estado presionando al sector privado para aumentar los salarios de los trabajadores y tratar de reactivar el consumo. Sin embargo, los titulares de prensa han expresado gran decepción por una desaceleración en el crecimiento de los salarios y tildan la situación como un «fracaso de Abenomics» Sin embargo, para obtener una imagen real de la situación salarial de Japón, es importante tener en cuenta tanto la cifra de crecimiento en tanto los salarios base como el pago de bonos. A pesar de que el incremento del salario base puede haber perdido fuerza desde el año pasado, las perspectivas en el pago de bonos es más positiva.
En general, las subidas de los salarios base en Japón van a ser probablemente menores que el año pasado, lo que refleja la incertidumbre económica provocada por la reciente fortaleza del yen y la desaceleración de sus principales socios comerciales, entre los que se encuentra China. Por otra parte, el pago de bonos puede ser mayor gracias a unas cifras de beneficios corporativos récord. La atención de los medios se centra en la subida del salario de base a los empleados de los principales fabricantes de Japón, sobre todo en los sectores del automóvil y de la electrónica, ya que a menudo marcan la tendencia de las negociaciones salariales en el resto de sectores. Hasta el momento, los aumentos de la base salarial han sido más bajos que el año pasado y los medios han entrado en una especie de frenesí anunciando el «fracaso Abenomics». Sin embargo, parecen ignorar el hecho de que los trabajadores de algunas de esas compañías están recibiendo grandes cheques de bonificación que aumentarán su compensación total por encima del nivel de año pasado, cuando las ganancias de la base salarial fueron superiores.
Además, las presiones salariales son ahora más fuerte en las pequeñas y medianas empresas que en las grandes corporaciones. El consejo de la Unión Metalúrgica de Japón, que incluye los sectores automotriz y electrónica, informó recientemente que el aumento de la base de los salarios fue mayor en las empresas con menos de 300 empleados que en las grandes. Esto es importante ya que las pymes proporcionan la mayor parte del empleo en Japón.
Sin embargo, lo que es más importante para la economía nipona es lo que sucede en el extremo inferior de la curva de salarios: creemos que en ese punto, la remuneración a los trabajadores es demasiado baja. El salario mínimo medio nacional se incrementó un 2,3% desde octubre de 2015 (el año anterior fue del 2,1%). El primer ministro Shinzo Abe está trabajando para aumentar los salarios en el extremo inferior. Sus planes incluyen elevar el salario mínimo un 3% por año hasta alcanzar los 1.000 yenes por hora, un proceso que llevará ocho años dado que esa cifra se sitúa ahora mismo en los 798 yenes por hora.
Además, Abe intenta que imponer la regla de que ‘a igual trabajo, igual salario’ para tratar de que los empleadores no discriminen el salario de los trabajadores a tiempo completo y los que lo hacen a tiempo parcial. Más del 30% de los trabajadores de Japón son a tiempo parcial o temporal, y se les paga mucho menos que los trabajadores a tiempo completo. Los trabajadores que menores ingresos tienen, muestran una mayor propensión a gastar, por lo que un aumento salarial en el segmento inferior tendría un impacto más significativo sobre el consumo y por lo tanto la economía global.
La otra realidad evidente es que hay poca oferta para los puestos de trabajo que necesita cubrir Japón debido al descenso de la población. En 2015, por primera vez en 21 años, Japón creó más puestos a tiempo completo que temporales o de media jornada. Casi el 90% de esos puestos fueron ocupados por mujeres. La tasa de desempleo de Japón es de 3,3%, mientras que las ofertas de empleo/aplicante tiene una proporción de 1,28, el nivel más alto desde 1992. Independientemente de lo que el gobierno pueda o no pueda hacer, creemos que hay un sesgo estructural al alza sobre los salarios en Japón.
¿Qué significa esto para el consumo y la economía japonesa en conjunto? Esta es la parte difícil. A medida que la población de Japón disminuye, hay un sesgo a la baja estructural sobre el consumo y el PIB. El aumento de la participación femenina en el mercado de trabajo y el aumento de salarios pueden compensar la disminución de la población, pero se desconoce hasta qué punto esto puede ser así. Por ahora, seguimos siendo cautos sobre el consumo en Japón dado que la inflación de los precios ha provocado que los hábitos de consumo sean más defensivos. Espero que Abe cancele el aumento del impuesto al consumo previsto para abril de 2017. Varios premios Nobel como Joseph Stiglitz o Paul Krugman han visitado recientemente Japón, donde argumentaron que el aumento del impuesto al consumo sería perjudicial para la economía. Creemos que Abe está pensando en este aplazamiento y es cuestión de tiempo que convenza al Ministerio de Finanzas. Por supuesto, la cancelación de la subida de impuestos por sí sola no va a levantar la economía. Se necesitan más aumentos de salarios en Japón para convencer a unas familias japonesas perennemente conservadoras en que gasten. Con suerte, los jóvenes japoneses se darán cuenta de que son un recurso cada vez más raro y que, de hecho, tienen la ventaja en términos salariales.
Kenichi Amaki es portfolio manager en Matthews Asia.