Diciembre ha sido históricamente un mes muy favorable para los mercados de renta variable de Estados Unidos. Aunque nunca sabremos realmente si eso se debe a que los grandes gestores de fondos institucionales están muy incentivados para ayudar a que el mercado acabe el año en positivo, o simplemente viene del empuje psicológico de las vacaciones.
Lo que sí sabemos es que las dos últimas semanas del año pueden traer presiones adicionales de venta en acciones que han tenido fuertes caídas durante el año. Muy fácil; esto viene provocado por las ventas que buscan la compensación de pérdidas y ganancias patrimoniales, un proceso en el que los inversores que están sujetos a las leyes fiscales de los Estados Unidos «cosecharán» (es decir, venderán) posiciones que tengan pérdidas para recoger así un beneficio fiscal. Para aquellos que tengan posiciones susceptibles de venta para compensar pérdidas patrimoniales esto puede ser como echarse sal en la herida, pues las posiciones que no han tenido un buen comportamiento este año son desechadas en Navidad.
Este año puede que experimentemos una versión exagerada de este efecto por varios motivos. El principal es que los inversores esperan que la reforma fiscal esté firmada, sellada y entregada en 2018. Aunque todo lo demás se quedara igual, los inversores preferirían vender una posición con pérdidas ahora en diciembre –cuando les da el máximo beneficio– antes que venderla unos meses después a cambio de una recompensa más baja.
El impacto más obvio de la reforma fiscal es la reducción del tipo marginal más elevado. Esto incentiva a los inversores para que recojan sus pérdidas en 2017 mientras éste siga todavía en el 39,6%. Las plusvalías a corto plazo (inferiores a 1 año) se gravan al propio tipo marginal y no al 20% utilizado para las plusvalías a largo plazo. La versión del Senado de la reforma fiscal dará a los más ricos un ligero beneficio al recortar ese tipo marginal máximo hasta el 38,5%. Además, una de las características de la reforma fiscal propuesta es la eliminación de la capacidad del inversor para decidir qué lote vender. Actualmente, si un inversor ha comprado una acción en diferentes momentos (creando así múltiples “lotes”) y quiere después vender una porción de su posición, puede seleccionar qué lote le es más ventajoso desde una perspectiva fiscal.
Esto suele significar la venta del lote con la mayor pérdida. La reforma fiscal propuesta incluye una provisión que eliminaría la capacidad para realizar esta práctica y forzaría a los inversores a vender el lote más antiguo primero, con el método FIFO (first in first out: primero en entrar, primero en salir), sin importar la ganancia o pérdida que se acumule, lo que en la práctica implica un aumento encubierto del impuesto de plusvalías. Aunque todavía no sabemos si esto pasará a la versión final de la reforma fiscal, es muy probable que los inversores tomen medidas y vendan las posiciones afectadas antes de 2018.
Al haber subido el S&P 500 un 18% este año, la mayoría de inversores descansan sobre ganancias considerables, y en la medida en que se recogen beneficios, la presión para contrarrestar el impacto fiscal aumenta. No obstante, las ventas puede que no se limiten a los perdedores de este año. El sector tecnológico ha tenido ganancias increíbles este año y podría llevar a algunos fondos institucionales a rebalancear sus carteras antes de que acabe el año. Esto incluso podría llevar a un cierto círculo vicioso, ya que si los inversores intentan alinear sus carteras para beneficiarse de la reforma fiscal (especialmente de la rebaja en el impuesto de sociedades), venderán las acciones de sectores con bajas tasas impositivas, como el tecnológico, y rotarán hacia sectores que suelen pagar altas tasas impositivas (financiero, consumo y telecomunicaciones). Cuantas más ventas haya de acciones tecnológicas con grandes ganancias, más demanda habrá para cosechar algunos de esos perdedores.
Muchos de esos grandes perdedores que pueden ver ventas adicionales están agrupados en los sectores de consumo discrecional y energía. Dentro del consumo discrecional, los grandes almacenes tradicionales han sido uno de los peores grupos en el mercado, pues sus negocios luchan contra el movimiento hacia el comercio electrónico. Aun con las recientes subidas de estas acciones en noviembre, muchas de ellas permanecen muy por debajo de sus niveles de 2016. Por ejemplo, JC Penney, Sears Holding y Signet Jewelers han bajado un 61%, un 54% y un 43%, respectivamente. Incluso el líder de los minoristas, Macy’s, baja un 27% este año.
Fuera del sector minorista tradicional, el distribuidor de ropa deportiva Under Armour baja un 53%. En el sector energía, bastantes compañías de servicios subieron después de la elección del presidente Trump en los dos últimos meses de 2016. No obstante, 2017 ha sido otra historia, pues US Silica ha bajado un 41% y Hi-Crush Partners ha caído un 46%. Los grupos de comercio minorista y energía no son los únicos donde podemos encontrar a candidatos potenciales para las ventas de compensación de pérdidas patrimoniales, pues el fabricante de medicamentos genéricos Teva Pharmaceuticals cayó un 55%.
Tribuna de Charles Castillo, senior portfolio manager en Beta Capital Wealth Management. Crèdit Andorrà Financial Group Research.