Fue durante las semifinales de la Champions de esta temporada, entre el Real Madrid y el Bayern de Múnich, cuando mi mente volvió a establecer paralelismos entre el fútbol y la inversión. En concreto, estaba viendo a James Rodríguez, el prodigio colombiano de la Copa del Mundo de Brasil en 2014, que apareció con una camiseta del Bayern, donde jugaba en calidad de cedido por parte del Real Madrid, club al que sigue perteneciendo.
Rodríguez, por si acaso alguien lo ha olvidado, rindió de forma espectacular en el campeonato de hace cuatro años, con seis goles que le hicieron merecedor de la Bota de Oro, además de ser incluido en el once ideal del Mundial. Este logro incentivó al Real Madrid a desembolsar la ingente cifra de 63 millones de libras por su fichaje. Ahora bien, Rodríguez nunca se sintió como en casa: en tres temporadas, solo disputó 77 partidos antes de que el Real Madrid claudicara y cediera al jugador al Bayern de Múnich. La lección que se puede extraer es que otra estrella del Mundial ha sido sobrevalorada —del mismo modo que muchos valores triunfantes no logran estar a la altura de sus primas en comparación con sus homólogos. Sea prudente al comprar estrellas del Mundial y asegúrese de que tampoco paga en exceso por las acciones de crecimiento.
Con el Mundial de Rusia 2018 ya en plena actividad, me he tomado un descanso de la gestión de carteras (para encontrar los cromos de mi colección Panini) con el fin de establecer otras siete enseñanzas del fútbol que pueden aplicarse al mundo de la inversión.
1. Haga valer cada uno de sus movimientos.
El Manchester City ha sido un casi todopoderoso esta temporada, al sumar un total de puntos récord y marcar un número de goles sin precedentes. No obstante, se quedó fuera de la Copa de Inglaterra (FA Cup) al ser derrotado por el Wigan, un equipo de tercera categoría que, pese a una posesión de tan solo el 17,5% y solo dos tiros a puerta, se alzó con la victoria por 1-0. ¿Cómo lo hizo el Wigan? Investigando. La gestión de fondos es similar. Lo que realmente determina el éxito a largo plazo es lo que se hace antes y después de una operación. Es decir, la clave está en el análisis y la investigación para evaluar los puntos fuertes y débiles de una compañía con respecto de sus competidores, en una continua supervisión para cerciorarse de que una firma sigue mereciéndose su lugar en una cartera.
2. No ignore los retoños tardíos.
No todos los jugadores se dan a conocer a los 16 años cuando salen del banquillo y se sacan un derechazo inapelable desde casi 30 metros para marcar el gol de la victoria (¡me quito el sombrero ante Wayne Rooney!). Algunos cogen experiencia en equipos aficionados o que no participan en ninguna liga antes de pasar al mundo profesional (como Jamie Vardy, que ganó la Premier League en 2015-2016). Otros intentan a duras penas dejar su huella antes de madurar y finalmente tocar la gloria (como el jugador australiano Aaron Mooy que se hizo veterano en Escocia y en su país natal antes de ayudar al Huddersfield Town a alcanzar la máxima categoría del fútbol inglés (la Premier League) en 2017 por primera vez en 45 años. Ambos profesionales están jugando en el Mundial de Rusia, aunque ninguno de los dos comenzó a darse a conocer hasta pasados los 25 años.
Las ideas y las empresas también se desarrollan a diferentes velocidades. El mercado puede obsesionarse con aquellos aspectos de una compañía que no funcionan satisfactoriamente, e ignorar que hay otros negocios que operan bien o que presentan un gran potencial. La paciencia puede dar frutos: Rentokil, por ejemplo, se vio lastrada por su división de envío de paquetería City Link. Pero la vendió por 1 libra esterlina en 2013 (una operación excelente, puesto que la firma acabó por quebrar), mientras que Rentokil ha triplicado con creces su precio desde entonces. La clave, por supuesto, estriba en identificar el potencial y hacer la apuesta antes de la recuperación.
3. Los delanteros centros están sobrevalorados; los porteros, infravalorados.
Los equipos que anotan más goles que sus rivales siempre ganan. Sin embargo, también ganan siempre los equipos menos goleados. Ahora bien, tan solo encontrará a un portero (Gianluigi Buffon) entre innumerables delanteros en la lista de los 50 fichajes más caros de Transfermarkt. Esto se debe a que, mientras que las porterías a cero se valoran y mencionan de pasada, los goles se celebran activamente. De igual modo, para obtener una constante rentabilidad superior en la cartera se deben evitar los colapsos bursátiles y, al mismo tiempo, se debe apostar por los ganadores; es decir, la defensa y el ataque resultan primordiales.
La derrota del Liverpool en la final de la Champions supone un ejemplo ilustrativo. Si bien el entrenador Jürgen Klopp ha configurado una unidad ofensiva que es la envidia de toda Europa, quizá debería haber prestado más atención a una conocida debilidad en el departamento de portería. Así es, los dos graves errores, bastante espectaculares, que el arquero Loris Karius cometió al dejar pasar dos goles costaron la derrota al Liverpool. En resumen, déjese de bufonería y ¡compre más Buffon!
4. Ignore el ruido.
El fútbol en sí ha pasado casi a un segundo plano; es el ruido que lo acompaña lo que representa el gran acontecimiento. Cientos de artículos de prensa y millones de minutos televisivos dedicados exclusivamente a los antiguos jugadores que opinan en calidad de expertos sobre la situación de los equipos y los futuros ganadores y perdedores. Estas opiniones se fundamentan en tendencias o están profundamente sesgadas. El antiguo jugador del Liverpool Mark Lawrenson se encarga de una columna de la BBC en la que predice los resultados cada semana.
En las dos últimas temporadas, ha puesto sobre la mesa una razonable propuesta de los cuatro primeros finalistas, pero lo más destacado de sus pronósticos es que en la lista figura el equipo que ha conseguido salir victorioso de forma verdaderamente increíble durante dos temporadas completas… el Liverpool. ¡Vivan los invencibles!
Estos sesgos cognitivos también abundan en el mundo de la inversión, con gestores de carteras y comentaristas en el lado de la venta que se basan en ideas preconcebidas pese a las pruebas en contra, o que pecan de, entre otros males, exceso de confianza, pérdida de aversión o inercia.
5. Forme su escuadrón de gestión.
Prepárese para vender a cualquier jugador si otro club ofrece más de lo que merece —y volvemos a la analogía anterior con el Liverpool. Luis Suárez tuvo una excelente campaña en 2013-2014, por lo que fue reconocido como el mejor jugador del año de la federación inglesa de fútbol (FA). Sin embargo, el interés de España se le subió a la cabeza y fue vendido al Barcelona por 75 millones de libras. Los aficionados se volvieron locos. No obstante, un jugador más joven entre las filas del Liverpool, Phillipe Coutinho, comprado de Italia por solo 8,5 millones de libras, se hallaba en su momento floreciente y, finalmente, se convirtió en el nuevo foco y pilar del equipo.
Si se dedica a la gestión de carteras, debería siempre contar con un vivero de valores de sustitución, lo que equivaldría a reemplazar a sus mejores jugadores. En enero del año en curso, el Barcelona vino de nuevo a husmear y fichó a Coutinho por una cifra inicial de 105 millones de libras. El Liverpool volvió a confiar en que la venta del brasileño acabaría por beneficiar a su equipo. Mohamed Salah dio un paso adelante, asistido hábilmente por una o dos estrellas que justo alcanzaban su cénit. De igual modo, si uno de los valores se vende completamente, debería contarse con un conjunto de otros valores capaces de prosperar por sí mismos.
6. Evalúe y haga crecer lo que posee.
James Milner fue el jugador más joven que marcó un gol en la Premier League. Jugó en el Leeds United (cuando el equipo era bueno), el Newcastle, el Aston Villa y el Manchester City, y ganó dos veces la liga y la FA Cup con este último equipo. Cuando se vendió al Liverpool, el fichaje no se anunció con gran entusiasmo. No obstante, fue evolucionando poco a poco hasta convertirse en un jugador enormemente fiable y de uniforme rendimiento.
Todo negocio pasa, en teoría, por una fase de crecimiento, expansión y maduración. En la práctica, las compañías cotizadas pueden atravesar numerosas etapas a lo largo de sus vidas y los matices entre fase y fase pueden, en ocasiones, ser interpretadas erróneamente por el mercado. Como parte de nuestro enfoque fundamental, cuando examinamos las posiciones actuales o potenciales, tratamos de tener en mente las diferentes funciones que estas podrían desempeñar en nuestras carteras, e intentamos aprovechar la ocasión cuando el mercado no valora correctamente esta evolución. Otro valor maduro, de gradual crecimiento, que los gestores mantienen en cartera podría convertirse algún día en su propio James Milner.
7. Siga el ejemplo español.
A los jugadores de la «generación dorada» de Inglaterra se les dio una publicidad desproporcionada; con todo, no lograron ganar ni el Mundial ni la Eurocopa. Se escogieron los mejores jugadores, pero no la mejor selección; se metieron con calzador en posiciones desacertadas, puesto que eran demasiado grandes como para dejarlos de lado. Del mismo modo, la selección española se situaba en el vagón de cola: durante muchos años la suma de las partes nunca fue tan buena como los componentes individuales.
Ahora bien, tras la victoria de la Eurocopa de 2008, España conquistó el Mundial de 2010 y la Eurocopa de 2012. Esto se debió a que la selección no se componía de un puñado de los mejores jugadores en sus puntos álgidos, sino que representaba un grupo cuidadosamente estudiado, que trabajaba con un mismo objetivo en mente, en el que cada miembro se valoraba por lo que podría aportar al conjunto para formar un equipo formidable. Esto resulta aún más impresionante si se tiene en cuenta la encarnizada rivalidad entre el Real Madrid y el Barcelona que domina el panorama futbolístico en España.
Los recientes comentarios realizados por Rio Ferdinand a la prensa ponen de manifiesto que los jugadores ingleses de la generación dorada, seleccionados para representar a su nación, no lograron superar las profundas diferencias que existían entre los clubes a los que pertenecían. Un aspecto importante de la construcción de la cartera también es lograr un equilibrio, es decir, conseguir la combinación adecuada de empresas que, en su conjunto, proporcionarán sólidas rentabilidades ajustadas al riesgo.
El fútbol y la inversión son conceptos intercambiables. Al igual que los mejores equipos y entrenadores de fútbol, intercambiamos y debatimos ideas en un entorno de colaboración. Esto enriquece los procesos inversores de nuestros equipos y garantiza la aplicación de nuestras mejores opiniones en las carteras, todo ello al servicio de los clientes. De forma similar, los grandes equipos de fútbol trabajan juntos para ofrecer resultados constantes, todo ello al servicio de sus seguidores (¿se escuchan las irónicas risas de los incrédulos aficionados por lo que acaban de leer?).
Al igual que los seleccionadores de fútbol, los gestores de carteras deben mantener la coherencia hasta el minuto 90 —y no, debo añadir, en el sentido de Theo Walcott: «He sido coherente en algunas partes durante esta temporada», manifestó una vez. Los seleccionadores de fútbol tratan de contar con el mejor respaldo posible, desde técnicos hasta entrenadores, justo como los gestores de carteras deben crear equipos ganadores formados por analistas, investigadores y ayudantes.
¿Se alzará Inglaterra con la victoria del Mundial? Quién sabe, puesto que existe un elemento que no hemos mencionado: la suerte. Nuestro trabajo consiste en lograr que, justo en este ámbito, la gestión de carteras no presente correlación con el fútbol.
Finalizaré con una predicción sobre Inglaterra: un fracaso glorioso (vergonzoso), entrevistas con caras sulfuradas del tipo «los torneos internacionales nunca son fáciles», y algunos refunfuños (graciosos) de la federación inglesa acerca de una revisión a fondo y un descanso invernal.
¡Disfruten del torneo!
Columna de Richard Colwell, director de renta variable británica para Columbia Threadneedle