Desde el inicio de la era industrial han predominado los modelos económicos lineales: en general, los recursos se han extraído, utilizado y eliminado como residuos.
No obstante, es obvio que este enfoque de “tomar, hacer y tirar” tiene sus límites, sobre todo en un mundo que no deja de crecer tanto en términos de población como de riqueza, y por lo tanto de consumo.
Muchos recursos importantes no solo son finitos, o cada vez más difíciles de obtener, sino que su extracción y uso único pueden tener implicaciones costosas para el medioambiente y la sociedad.
Una alternativa al modelo lineal y una solución potencial a algunos de sus retos es pasar a una economía más circular, en la que los residuos derivados de la producción y el consumo se convierten en un recurso que reciclar, reparar y reutilizar. Esto es lo que denominamos “cerrar el círculo”.
A quien no malgasta, nada le falta
Además de reducir la generación innecesaria de residuos y de mitigar los riesgos de escasez de materias primas, la transición hacia procesos de ciclo cerrado puede ayudar a desvincular el crecimiento a largo plazo de la extracción de recursos.
La importancia de este cambio queda reflejada en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que articulan los problemas de sostenibilidad más acuciantes del mundo. Específicamente, el objetivo 12 es asegurar patrones de producción y consumo responsables, lo cual también podría tener ventajas económicas. En un estudio llevado a cabo en 2015, el Imperial College de Londres estimó que una transición exitosa hacia una economía circular podría sumar 3.000 millones de libras anuales a la economía británica (3.388 millones de euros), y crear 175.000 nuevos puestos de trabajo.
Dicho esto, tal transformación requerirá más que un cambio de mentalidad: también exige nuevos procesos y sistemas. Los bienes de uso duradero deberán diseñarse de modo que puedan repararse en lugar de sustituirse, y será necesario reimaginar las cadenas de suministro globales para permitir la reutilización y el reciclaje de materiales.
Cerrar el círculo
Algunas compañías y sectores ya han avanzado mucho hacia procesos de ciclo cerrado capaces de superar retos de sostenibilidad, como por ejemplo las industrias de envasado y embalaje.
El uso generalizado de envases desechables para todo tipo de usos ha contribuido a desafíos medioambientales muy visibles, entre ellos los residuos plásticos.
Las prácticas sostenibles adoptadas por uno de los mayores productores mundiales de cajas de cartón corrugado ilustran cómo la innovación puede transformar un reto en una oportunidad.
DS Smith es un líder sectorial en reciclaje de circuito cerrado, un proceso mediante el cual los residuos se recogen, reciclan y reutilizan para fabricar el mismo producto original. Tras recoger cartón corrugado de minoristas y otros negocios, la compañía procesa en sus propias fábricas el material reciclado para producir nuevas cajas. Al reciclar esta celulosa, estima que puede salvar de la tala a más de 360.000 árboles al año.
En busca de crecimiento sostenible
Creemos que la transición a una economía más circular debería crear oportunidades atractivas a largo plazo para inversores también interesados en proteger el medioambiente.
Los accionistas de compañías capaces de adoptar con éxito modelos de negocio de ciclo cerrado pueden beneficiarse de varias maneras. Transformar residuos en recursos debería crear más valor para las empresas y, en muchos casos, reducir tanto costes como riesgo en sus cadenas de suministro.
Las pioneras también se beneficiarán de desarrollos favorables si sus negocios están alineados con tendencias de sostenibilidad, como por ejemplo la demanda creciente de artículos de origen responsable, y las que actúen antes tomarán la delantera a sus competidoras.
Como inversores en compañías que contribuyen a una economía más circular —y con ello a patrones de consumo y producción más responsables— creo que podemos perseguir un impacto positivo en el medioambiente junto a rentabilidades financieras sostenibles en el largo plazo.
Columna de Ben Constable-Maxwell, responsable de la división de Inversión de impacto en M&G Investments.
Información importante:
El valor de los activos del fondo podrían tanto aumentar como disminuir, lo cual provocará que el valor de su inversión se reduzca o se incremente. Es posible que no recupere la cantidad invertida inicialmente.
Exclusivamente a inversores profesionales. Prohibida su posterior distribución. Ninguna otra persona o entidad debe utilizar la información contenida en el presente documento. Este documento se distribuye únicamente a efectos informativos y no constituye oferta u ofrecimiento alguno para la adquisición de participaciones de inversión en cualquiera de los fondos de M&G.
Las acciones en los fondos M&G no han sido ni serán registradas bajo la Ley de valores de los Estados Unidos (United States Securities Act) de 1933, o sus posteriores modificaciones.
Tampoco han sido ni serán registradas o calificadas bajo las leyes de valores de ningún Estado de los Estados Unidos, con lo que no podrán ofrecerse, venderse, transferirse o entregarse, ya sea directa o indirectamente, a ningún inversor dentro de los Estados Unidos, o a, o por cuenta de, ninguna persona de los Estados Unidos, a excepción de ciertas circunstancias limitadas en el marco de una operación exenta de tales requisitos de calificación o registro.
Los fondos no se registrarán bajo la Ley de sociedades de inversión de los Estados Unidos (United States Investment Company Act) de 1940 o sus posteriores modificaciones. Toda oferta para vender o comprar cualquier participación en un fondo M&G debe realizarse de conformidad con las leyes locales de la jurisdicción en la que tenga lugar dicha oferta. Los fondos de M&G no están registrados para su distribución en Canadá. M&G no puede aceptar suscripciones en sus fondos de inversores residentes en Canadá. Promoción financiera publicada por M&G International Investments S.A. Domicilio social: 16, boulevard Royal, L-2449, Luxembourg.