Esta escena suele ser muy recurrente cuando una persona va a una comida tipo buffet o, especialmente, a vacaciones en un hotel “todo incluido”: ante la gran variedad de opciones que se tienen en frente y la incapacidad de decidir por unas pocas, termina tomando un poco de cada comida disponible, muchas veces mezclando alimentos que, en conjunto, no saben bien. Es claro que ex ante, usted no sabe cuál de todas las comidas va a estar mejor, aunque todas lucen potencialmente muy buenas.
El resultado es que al final termina deseando más de la que le gustó (y que no puede tomar más porque ya usted está lleno), y hubiera querido no tomar aquellas que no le gustaron. En el agregado, su experiencia fue buena, pero siente que hubiera podido ser mejor. Como decían las abuelas, aunque esté muy lleno, siente todavía un vacío; y usted no sabe por qué.
Los investigadores han encontrado que en inversiones muchas veces sucede lo mismo. A veces al inversionista se le brindan tantas opciones que, ante la incapacidad de decidir por las mejores (recordemos que ex ante tampoco sabe cuál va a ser la inversión que más le va a gustar), va a decidir poner un pedazo de su inversión en cada una de ellas. Esto lleva a que nos encontremos con portafolios que no tienen un perfil claro o una estrategia definida.
Esto es terrible para el inversionista, pues al igual que en la comida, le pudo haber ido bien, pero siente que hubiera podido ser mejor. En general, cuando se escoge una estrategia de inversión tipo buffet, no se logra incrementar la rentabilidad, pero sí se termina aumentando el riesgo, pues las correlaciones entre los diferentes activos empiezan a generar movimientos muchas veces no deseados dentro del portafolio.
Esto, además, se une con otro tipo de “patologías sicológicas” de los inversionistas que llevan a que el resultado no sea el óptimo. En los portafolios buffet, lo que termina sucediendo, después de cierto tiempo, es que el inversionista opta por liquidar aquellos activos que tuvieron una baja rentabilidad, incrementando sus posiciones en activos con el mejor retorno (pasado), pues considera que estos movimientos potencializarán su rentabilidad. Pero eso no es cierto. He encontrado que este tipo de desarrollos llevan a que personas que se definen a sí mismos como de perfil conservador terminen con una cantidad alta de acciones o de bonos de largo plazo; más allá de lo que soporta una persona que tiene, por definición, baja tolerancia al riesgo. Esto, en momentos de corrección de los mercados, ‘desnudan’ la fragilidad del portafolio y lo mal estructurado que se encontraba.
Entonces, para evitar el buffet, lo mejor es tener claro desde el principio lo que se desea. Es decir, es mejor leer antes de entrar lo que tiene el menú y tratar de escoger lo que más le guste. Puede que la persona sentada al lado le diga que algo que usted no escogió estaba “delicioso y que infortunadamente se lo perdió por no escogerlo”. No importa, usted escogió lo que realmente quería y lo que más le satisfacía; y le llevará a responder: “dudo que algo haya estado más delicioso que esto que comí”. Aplicar esto en todos los casos evita quedar siempre con la sensación de que podía haber sido mejor, porque, se lo aseguro, fue lo suficientemente bueno.
Las opiniones aquí expresadas son a título personal y no reflejan necesariamente la posición de Old Mutual Skandia sobre los temas tratados
Columna de Manuel Felipe García Ospina, analista financiero.