No todas las crisis que ponen fin a un periodo expansivo del ciclo económico tienen la misma intensidad ni el mismo origen, pero históricamente los datos muestran como denominador común un exceso en la toma de riesgo y en la deuda generada. De hecho, un grado de apalancamiento elevado formaba parte del ADN de muchas instituciones financieras que después de una década de excesos culminó en su derrumbamiento durante la crisis financiera de 2007/2008.
Generalmente a nivel global, a día de hoy, los bancos se encuentran mejor capitalizados que en el pasado debido a la introducción de una regulación diseñada para reducir el riesgo de instituciones con importancia sistémica. Los bancos globales están actualmente obligados a retener un mayor capital en su balance acorde al riesgo de sus actividades. Al mismo tiempo, los datos indican que el sector de la banca ahora es más seguro para el sistema, pero menos rentable para los inversores.
El estudio de los ciclos económicos nos demuestra que las fuerzas que provocan las fases de expansión y contracción son inherentes al sistema. Ahora bien, su mejor entendimiento para mitigar sus efectos negativos a través de una efectiva política monetaria y fiscal por parte de gobiernos e instituciones es crucial para una mejor gestión del ciclo.
Es indudable que, desde el inicio del 2018, los mercados han experimentado unos niveles crecientes de volatilidad, causados por una serie de factores donde podemos destacar, entre otros, la guerra comercial entre EEUU y China, la desaceleración económica global y el cambio de rumbo en la política monetaria por parte de los bancos centrales de mayor importancia.
En este contexto, una inversión con exposición a distintas clases de activos, apropiadamente diversificada a nivel global tal y como permite la inversión indexada mitigará los vaivenes del mercado actual para los inversores al rebajar el riesgo de volatibilidad. Así, encontramos en el mercado estrategias como la gestión pasiva que, según el Barómetro de Gestión Pasiva elaborado por Finizens, posee una cuota de mercado del 33% en EE.UU. y de un 19% ya en Europa, lo que refleja la maduración de la industria de la gestión de inversiones.
La liquidez comienza a ser también un factor prioritario para la apropiada gestión del riesgo especialmente cuando el sentimiento general pasa a ser más negativo. Es precisamente en momentos de elevada volatilidad que el inversor tiende a realizar retiradas, y como consecuencia la liquidez de los productos financieros afectados tiende a contraerse, causando que los precios de los activos tiendan a caer aún más rápidamente de lo habitual.