Las estrategias no direccionales han pasado a un primer plano en el actual contexto posterior al repunte de los mercados. John Seo, de Fermat Capital, pone de relieve el hecho de que los títulos vinculados a seguros (ILS) están fundamentalmente descorrelacionados con el mercado en su conjunto y, en cierto modo, aislados de los problemas macroeconómicos como el ciclo económico, los tipos de interés y el contexto político.
Desde el cuarto trimestre del año pasado, muchos inversores han reducido el riesgo de sus carteras, sobre todo en los segmentos del mercado de renta variable global que más atención han captado. Sin embargo, al mismo tiempo, no hemos observado un aumento correspondiente en la asignación a “activos refugio” u otros activos. Parece ser que los activos líquidos han salido ganando. Los inversores tienen claro dónde quieren reducir sus inversiones, pero no dónde reasignarlas.
Este comportamiento concuerda con el nuevo paradigma de los mercados: el contexto posterior a su punto álgido. Creemos que este contexto requiere un énfasis renovado en la estructuración de carteras y, en concreto, en estrategias no direccionales.
Los títulos vinculados a seguros (ILS) están ligados a un riesgo que nada tiene que ver con el ciclo económico, las variaciones de los tipos de interés, el contexto político o las fluctuaciones de las divisas. En su lugar, las rentabilidades de estas inversiones se ven impulsadas por grandes pérdidas de seguros y reaseguros (1) relacionadas principalmente con fenómenos naturales, como terremotos o huracanes.
Los movimientos en los mercados de renta variable o renta fija no causarán un ciclón o un terremoto y, si bien estos desastres naturales catastróficos ocurren —y se producirán caídas con el tiempo—, cuando suceden lo hacen de forma independiente a la actividad en curso en los mercados financieros tradicionales.
Esto conlleva que las rentabilidades de los ILS cuenten con una serie de catalizadores diferente y pueden beneficiarse de estar fundamentalmente descorrelacionados con el mercado en su conjunto, al contrario que otras clases de activos en las que la correlación puede aumentar notablemente durante fases de turbulencias en los mercados. De este modo, la incorporación de ILS en una cartera puede materializar las ventajas de las estrategias no direccionales: el potencial de mejorar la estructuración de la cartera reduciendo la volatilidad y ofreciendo rentabilidades más estables.
Los ILS están descorrelacionados con el resto de las principales clases de activos
Así pues, cabe preguntarse qué diferencia a esta clase de activos de los activos tradicionales de renta fija y renta variable y cómo afecta a la estructuración de la cartera. Los ILS permiten a los inversores acceder a una fuente estructural de rentabilidad derivada de los mercados de seguros y reaseguros al centrarse en la exposición al riesgo de un elemento reducido, bien modelado y bien comprendido de la actividad aseguradora —el riesgo de que ocurra un terremoto o un huracán—, sin el riesgo del mercado general u operativo asociado a la inversión directa en una compañía de seguros o reaseguros.
La forma más directa de incorporar estos instrumentos en la estructuración de una cartera es considerarlos como una alternativa frente a las inversiones tradicionales en renta fija. Existen sólidos motivos para creer que una parte de la exposición a la deuda corporativa de un inversor, por ejemplo, podría reemplazarse con bonos catástrofe (cat), uno de los tipos de ILS más conocidos (2).
No obstante, los ILS ofrecen muchas más ventajas más allá de sus cualidades de mejora de las carteras. Al ofrecer capital estructural al sector global de (rea)seguros para cubrir la posibilidad de catástrofes improbables —pero dañinas—, los ILS bien pueden tener un efecto beneficioso cuantificable sobre la sociedad y la calidad de vida de las personas.
Cada vez más inversores están considerando las cualidades positivas en términos medioambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG) de los ILS, especialmente cuando se usan por parte de las instituciones públicas a modo de herramienta para ayudar a gestionar el riesgo y apoyar una mayor preparación y capacidad de respuesta ante desastres a las comunidades en riesgo de sufrir desastres naturales.
Un ejemplo interesante de este punto es un bono catástrofe patrocinado por la Pandemic Emergency Facility (PEF), una organización del Banco Mundial establecida con el apoyo de la Organización Mundial de la Salud. Este innovador bono catástrofe ofrece ayuda preventiva ante brotes iniciales de pandemias víricas, como el ébola y la gripe. Desde una perspectiva meramente financiera, el impacto positivo de este bono es considerable, dado que la financiación temprana conlleva un efecto multiplicador: cada dólar estadounidense gastado en contención en las fases iniciales del brote de la pandemia se traduce en más de 100 dólares estadounidenses de tratamiento después, cuando suele llegar la ayuda internacional tradicional.
El mercado de ILS también se encuentra a la vanguardia en la monitorización del efecto del cambio climático en las economías. El cambio climático aún no se ha manifestado en un aumento de la frecuencia de huracanes —tal y como ha confirmado el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) (3), que ofrece la visión científica oficial a escala global sobre el efecto del cambio climático en las condiciones meteorológicas—, aunque los inversores en este mercado siguen controlando los eventos y comprobando sus modelos de cara a cualquier posible cambio en la actividad.
Los cambios que podrían afectar los riesgos subyacentes de los (rea)seguros podrían derivarse de un repunte de la frecuencia o gravedad de catástrofes relacionadas con la meteorología, pero se deben con mayor probabilidad a problemas subyacentes más poderosos que pueden maximizar las pérdidas: principalmente, el aumento de la concentración de inmuebles y riqueza en áreas más proclives a sufrir desastres naturales, como la costa y las interfaces urbanoforestales.
Estos eventos, como los incendios del año pasado en California, aunque devastan a las comunidades y las personas afectadas, solo suelen afectar a las carteras mínimamente. No obstante, los incendios más recientes han ofrecido datos fundamentales para probar los modelos actuales y podrían dar lugar a oportunidades de inversión interesantes. Las evaluaciones iniciales indican de forma provisional que los modelos de los incendios de California deben duplicar el riesgo en algunas zonas del estado, principalmente debido a la mayor inflamabilidad de las áreas forestales por motivos climáticos.
Por último, creemos que el mercado de ILS ha alcanzado un emocionante punto de inflexión. Si bien esta clase de activos podría estar pasando relativamente desapercibida, se remonta a hace dos décadas y se espera que en 2019 alcance un hito clave: un tamaño de mercado superior a los 100 000 millones de dólares estadounidenses, suponiendo así cerca del 20 % de la capacidad de reaseguro total disponible a escala global (4).
El año pasado, asistimos a importantes emisiones récord de bonos catástrofe por parte del Banco Mundial, transfiriendo el riesgo de terremotos al mercado en nombre de los países de la Alianza del Pacífico (Chile, Colombia, México y Perú), y del Gobierno estadounidense, que transfirió el riesgo de inundaciones al mercado en nombre del Programa de Seguros contra Inundaciones estadounidense.
Estamos ante acontecimientos emocionantes para el mercado que ponen de manifiesto que la demanda de capital en esta clase de activos no se ha inventado a modo de solución para los inversores, sino que responde a una imperante necesidad cada vez mayor de la industria de (rea)seguros y de la sociedad en su conjunto. En nuestra opinión, a medida que el mercado se vea más impulsado por la oferta en los próximos años, la base de inversores debería ampliarse aún más. Y, a cambio de ofrecer esta solución de capital estructural para apuntalar el crecimiento y el funcionamiento eficiente del mercado global de (rea)seguros —y, por tanto, las economías y sociedades del mundo—, los inversores en ILS podrían recibir unas rentabilidades ajustadas al riesgo atractivas y descorrelacionadas.
Columna de John Seo, co-fundador y director de Fermat Capital
(1) Las compañías de reaseguro son aquellas que aseguran a las aseguradoras. En el presente artículo, el término (rea)seguro se refiere a las actividades de las compañías de seguros y reaseguro.
(2) Otros tipos comunes de ILS son, entre otros, los reaseguros garantizados, los “sidecar” y las coberturas por pérdidas de seguros (Industry Loss Warranties, ILW, por sus siglas en inglés).
(3) Fuente: IPCC, 2014: Cambio climático 2014: resumen del informe. Contribución de los Grupos de trabajo I, II y III al Quinto informe de evaluación del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático. En concreto, véanse las relaciones sumarias de la página 53 del informe: https://www.ipcc.ch/site/assets/uploads/2018/02/SYR_AR5_FINAL_full.pdf
(4) Fuente: Aon, 2019: Perspectivas del mercado de reaseguros, enero de 2019, http://thoughtleadership.aonbenfield.com//Documents/20190104-ab-analytics-rmo-january.pdf
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