En Chile, tanto el impresionante descontento popular de consecuencias lamentables, como las medidas que anunció el gobierno para reencauzar el orden, se derivan de los deficiencias del sistema previsional, prototipo de los sistemas para el retiro en Latinoamérica, que no se corrigió a lo largo de 40 años, y que en consecuencia propició condiciones precarias.
¿De qué se derivó esta crisis?
Los pensionados reciben un porcentaje escaso como para llevar una vida decorosa: entre 40 y 50% de su último salario. Han de hacer malabares para sortear las alzas de precio de bienes y servicios, como de la luz y el metro, que fueron las gotas que derramaron el vaso de la indignación. El dinero que reciben no puede aumentarse, pues ya no aportan, solo retiran el ahorro acumulado en su ciclo laboral, en tanto el costo de la vida sube y sube.
Luego de años de protestas, apenas en el gobierno anterior y en la administración actual se propusieron medidas para intentar elevar las pensiones futuras a entre 70% y 80% del salario. Pero como no pasaron, ni se planteó o hizo algo para paliar los apuros de los jubilados, el enfado y hartazgo subieron al grado que vimos: manifestaciones por doquier, las más numerosas de la historia, decenas de heridos, muertos, estado de emergencia, toque de queda, y finalmente, la renovación exprés del sistema de pensiones. Se tuvo que llegar a este grado de urgencia para rectificar y replantear lo que estuvo mal durante cuatro décadas.
¿Qué se propone ahora?
A la elaboración de esta nota, los distintos actores debatían las medidas inmediatas que anunció el gobierno para serenar los ánimos:
- El ahorro obligatorio se elevaría de 10 a 15% del salario. Los empleados seguirían aportando 10% y los patrones contribuirían con 5%. Así, los empleadores aportarían un porcentaje similar al de sus pares de México. Aún se discuten y rebaten las cifras definitivas. El Estado chileno, a diferencia del mexicano, seguiría sin poner un solo peso a la contribución directa, aunque entrega beneficios que no contempla el SAR, como se apunta enseguida. Nótese, sobre todo, el contraste entre ese 15% propuesto y el 6,5% (bruto) del SAR.
- Se daría un incremento inmediato de 20% de la Pensión Básica Solidaria que se otorga a mayores de 65 que pertenecen al 60% más vulnerable de la población. Aplicarían requisitos. La ayuda era de 110.201 pesos chilenos (2.900 pesos mexicanos) y subiría a 132.241 pesos (3.425 pesos mexicanos)
- El gobierno daría un complemento de 16,28% a los trabajadores que perciben apenas el salario mínimo, 301 mil pesos chilenos, con lo que percibirían ahora 350 mil. El mínimo equivale a alrededor de 7.800 pesos mexicanos, más del doble que el nuestro. Con este complemento, los trabajadores de ingresos más bajos percibirían el equivalente a alrededor de 9.000 pesos mexicanos. El incremento beneficiaría por partida doble: mayor salario, mayor monto de contribución a las AFP.
Las adecuaciones al sistema de pensiones serían parte de las disposiciones, que se complementarían con apoyos a comunidades de escasos recursos, anulación de los aumentos de tarifas, entre otras medidas de alcance amplio.
¿Cuáles son las lecciones para el SAR?
- El Sistema de pensiones de México es una calca del chileno. Su concepto, molde y estructura son los mismos pero con parámetros menores. El de Chile no logró el cometido de generar pensiones dignas a pesar de que su tasa neta de contribución (después de comisiones) casi duplica a la del SAR (10% vs 5,50%), y pese a que su régimen de inversión está diseñado y extendido para generar rendimientos potenciales altos.
- El de México es muy corto en aportaciones y “tímido” en materia de inversiones.
- Así como están las cosas, extrapolando, cabe esperar que las condiciones de nuestros jubilados sean lo doble de duras y sufridas que las de los chilenos, pues las pensiones no pasarán de alrededor de 26% de su último salario. ¿A qué tipo o nivel de indignación y protestas estamos expuestos entonces?
El SAR nació con deficiencias y huecos ostensibles. En 22 años no ha tenido reformas correctivas de fondo. Si Chile puede hacer una reforma exprés, drástica, para tratar de contrarrestar la situación precaria de los jubilados y prever que los que todavía laboran no lleguen al retiro en condiciones penosas ¿De plano no se puede hacer algo al SAR para evitar lo inminente?
Columna de Arturo Rueda