El nuevo gobierno de Narenda Modi ha generado expectativas muy altas, dada la amplia mayoría que conseguía su partido en las pasadas elecciones presidenciales de mayo. De hecho, ha sido la primera vez en 30 años que un partido en India ha conseguido ganar por mayoría. En este contexto, la presentación de los presupuestos federales se esperaba con gran interés. El mercado percibe que estos presupuestos, presentados durante el mes de julio, son una ventana para adivinar cómo actuará el gobierno de Modi. Así, aquellos inversores que esperaban amplias reformas han sufrido una decepción.
En todo caso, creemos que los presupuestos son un termómetro poco realista para medir la eficacia del gobierno para implantar reformas. Como resultado del ciclo electoral, el gobierno liderado por el partido BJP ha tenido menos de dos meses para preparar unos presupuestos que deben cubrir un periodo fiscal truncado, que finalizará el próximo mes de marzo.
Así, al estudiar el presupuesto nos fijamos más en las intenciones subyacentes del gobierno que en las grandes reformas. En este sentido, el gobierno parece haber tomado algunas medidas preliminares: las restricciones existentes para la inversión directa extranjera en el sector asegurador y de defensa se han aliviado hasta un 49%, desde el 26% anterior, aunque todavía quedan por debajo del 51% que persiguen los inversores extranjeros y que daría el control de negocios locales a empresas internacionales. El gobierno ha mantenido el objetivo de déficit en el 4,1% para el año actual, así como un 3,6% para el año que viene y un 3,0% para el año fiscal 2017. Este es un paso en la dirección adecuada para la consolidación fiscal. Sin embargo, estas reducciones del déficit dependen de importantes incrementos de la tasa impositiva, que podrían no aprobarse si la economía india no se anima.
Los presupuestos no contenían ninguna eliminación radical de subsidios. Sospechamos que el gobierno evitará en la medida de lo posible el recorte de las subvenciones, ya que en los próximos meses hay elecciones estatales. El foco parece estar en asegurar que los subsidios llegan íntegramente a quien corresponde, dada la amplia corrupción que existe en su sistema de distribución. El gobierno anterior había creado e implementado parcialmente el sistema Aadhaar, una tarjeta de identidad biométrica que autentifica a cada ciudadano residente. El gobierno de Modi ha asegurado que apoya por completo el programa Aadhaar iniciado por el régimen anterior.
También parece que existe la intención de reducir la participación del gobierno en compañías propiedad de los diversos estados. Adicionalmente, el gobierno ha anunciado medidas para promover la inversión en infraestructuras de transporte y energía.
En concreto, nos interesan las mejoras en las infraestructuras –carreteras, ferrocarril, generadoras eléctricas- debido al alto efecto multiplicador asociado al gasto en infraestructuras. Los presupuestos proponen destinar 697 millones de dólares (42.000 millones de rupias) a un canal que conecte el este y el norte del país, adentrándose 1.000 millas hacia el interior. Esto podría suponer un importante estímulo para la industria del carbón que se ha visto afectada por los problemas del sistema ferroviario. Dada la importancia así como la abundancia de carbón en el país, la incapacidad de transportarlo de forma eficaz ha forzado a las industrias a operar por debajo de su capacidad.
En conjunto, los presupuestos pueden calificarse de realistas. Esperamos que durante los próximos meses se vayan dando señales de reformas más relevantes. Un país del tamaño de la India, aquejado de gran pobreza, necesita estas reformas sobre todo en el terreno laboral y en las infraestructuras para así asegurar que se puede establecer un tejido manufacturero low-cost que cimente un crecimiento sostenible a largo plazo
Columna de opinión de Sudarshan Murthy, CFA. Analista de Matthews Asia.