Mientras las organizaciones humanitarias se apresuraron a enviar ayuda a Filipinas después del fuerte golpe que ha sufrido el país tras el paso del Tifón Haiyan, los gobiernos extranjeros se preparan para apoyar la reconstrucción y los economistas tratan de evaluar el impacto a corto plazo de la tragedia.
El tifón ha sido un claro recordatorio de que Asia se ha enfrentado a una gran cantidad de desastres naturales-terremotos extremos, tsunamis, ciclones y erupciones volcánicas, por nombrar algunos. De hecho, sólo en los últimos cuatro años, Filipinas ha sido golpeado por cinco de las tormentas más costosas de su historia, que supusieron un estimado total acumulado de 2.400 millones de dólares en daños y perjuicios. Aunque son aterradores y devastadores para la población del país, este tipo de desastres naturales han tenido un impacto más limitado en su economía. Los daños estimados para las cinco tormentas anteriores ascendían a menos del 1% del PIB de este año, en una economía que ha crecido aproximadamente un 12% anual en la última década (en términos nominales de dólares americanos).
Aunque aún se desconoce la magnitud económica de Haiyan, la capital Manila y sus alrededores quedaron en gran medida a salvo. Las regiones más afectadas han sido predominantemente agrícolas, y sólo representan el 18% del PIB. Dicho esto, ya que la comida representa un gran porcentaje del IPC, es probable que éste aumente en los próximos meses.
Esto también puede suponer un impacto a corto plazo sobre la inflación en otras áreas. Las carreteras, puertos y otras infraestructuras que tendrán que ser reconstruidas, pueden crear cuellos de botella en la cadena de suministros. Pero a pesar de su gran crecimiento reciente, Filipinas ha mantenido la inflación en un solo dígito desde 2010, por lo que incluso un pequeño incremento no debería tener consecuencias graves.
La necesidad de infraestructuras es ahora más crítica, por lo que la voluntad e incentivos para que los gobiernos y las empresas privadas trabajen conjuntamente debe ser aún mayor. A largo plazo, las mejoras en la infraestructura podrían reducir los costes de fabricación en Filipinas, un sector que ha tradicionalmente ha caído en servicios y consumo. Y lo más importante, una mejor infraestructura podría preparar al país para soportar la próxima tormenta.
No se trata de restar importancia a la catástrofe humana de este tipo de tormentas. Desgraciadamente, con demasiada frecuencia la atención mediática sobre países como Filipinas, Tailandia y Sri Lanka proviene principalmente de desastres naturales, como si estas naciones fueran impotentes ante estas salvajes fuerzas incontrolables.
La realidad histórica es que los países asiáticos han demostrado ser resistentes a los desastres naturales y la economía de Filipinas parece ser capaz de lidiar con esta particular tormenta. De hecho, salvo India e Indonesia, Asia en su conjunto tiende a tener superávit en su cuenta corriente. Las economías asiáticas han sobrevivido a los recientes problemas financieros, tanto a la crisis global de 2008, como a la volatilidad relacionada con el potencial retiro de estímulos monetarios. Tal vez es hora de dejar de pensar en Asia como una región que no puede hacer nada frente a las tormentas, naturales y financieras, y ver que son capaces de adaptarse y crecer a largo plazo a pesar de estos eventos.
Asia es fundamentalmente más resistente de lo que la gente cree, y creemos que Filipinas logrará salir de este desastre. Pero, por ahora, nuestros pensamientos y deseos están con las víctimas de la tormenta.
Robert Horrocks, Director de Inversiones de Matthews Asia
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