Antes de cruzar una calle, evaluamos el riesgo de que un vehículo pueda atropellarnos asegurándonos de que el semáforo indica que podemos pasar, pero también mirando hacia uno y otro lado, para evitar las consecuencias de un conductor distraído con su móvil. Al comprar una casa nos informamos sobre su año de construcción, sus cargas o sus vecinos para evitar los riesgos derivados de un sistema de conducción de agua anticuado, una hipoteca pendiente o unos vecinos alborotadores.
Evaluar los posibles riesgos y tratar de evitar los que no perjudican está en la raíz de la mayoría de las decisiones que tomamos. Pero cuando se toma una decisión de inversión, tendemos a entregar nuestros ahorros, importantes para nuestro futuro bienestar, a personas desconocidas, en base a recomendaciones de amigos o familiares o, simplemente, guiados por la reputación de marca. Tal vez por desconocimiento de cuáles puede ser los riesgos que una inversión puede llevar asociados.
La mejor forma de conocer los riesgos de una inversión es poder cuantificarla, de la misma forma que se cuantifica la rentabilidad. A medida que los inversores toman conciencia del riesgo, se hacen también más selectivos en sus inversores.
En el caso de los fondos de inversión, mientras que la rentabilidad viene representada por un número, la comunicación sobre riesgos al inversor es algo más vaga, con etiquetas genéricas como ‘agresivo’, ‘equilibrado’ o ‘moderado’
Riesgo de mercado y sus componentes
Con tan solo observar cada minuto de cotización de un valor, cualquier inversor puede conocer en qué consiste el riesgo de mercado, que se genera a partir de la fluctuación de los precios de las emisiones cotizadas en los mercados globales. El riesgo de mercado cambia de forma cíclica, de etapas tranquilas a periodos con grandes variaciones de precios, y se mide en base a sus cuatro componentes principales: riesgo accionarial, riesgo de tipos de interés, riesgo de divisa y riesgo de materias primas. Cada inversión que se hace deberá enfrentarse a uno de estos cuatro tipos de riesgo de mercado.
Así, un accionista de Telefónica estaría expuesto a un riesgo accionarial; un tenedor de bonos del Tesoro se expondría a un riesgo de tipos de interés y la adquisición de materias primas, como por ejemplo oro, le expondría a un riesgo de materias primas. Parece bastante claro. Pero, a veces, una inversión puede estar expuesta a más de un componente de riesgo de mercado de forma simultánea. Un accionista de Petrobrás, por ejemplo, no sólo se vería afectado por un riesgo accionarial, sino también por un riesgo de divisa, en este caso por exposición al real brasileño.
Pero hay otros tipos de riesgo, además del riesgo de mercado. El riesgo de eventos inesperados se refiere a un suceso repentino e inesperado que puede surgir a partir de cualquier otro tipo de riesgo, como puede ser la quiebra de una empresa, desastres naturales, fallos tecnológicos, error humano, revueltas políticas o guerra. Por razones obvias, estos sucesos son difíciles de prever, pero una vez que suceden sabemos que tendrán consecuencias.
Como parte de este tipo de riesgos, podríamos considerar los riesgos de crédito y de liquidez, que podríamos definir respectivamente como la incapacidad de un deudor de hacer frente a sus pagos y la dificultad para encontrar una contrapartida en el mercado para comprar o vender un valor concreto. Otra vertiente del riesgo diferencia entre riesgo sistémico y riesgo único. Mientras que el riesgo único supone exposición a una compañía o emisor concreto, el riesgo sistémico se refiere al riesgo al que queda expuesta una cartera cuando todos los riesgos únicos se han contrarrestado a través de la diversificación.
La diversificación, una de las grandes ventajas que ofrecen los fondos de inversión, es una forma de minimizar el riesgo único, evitando una concentración excesiva en un emisor, industria o zona geográfica. Estudios realizados prueban que se puede conseguir una diversificación razonable con tan sólo una docena de empresas cotizadas y que la mayoría de los riesgos únicos pueden eliminarse incluyendo 50 valores en una cartera. Aunque, por supuesto, depende de la composición de la cartera, ya que una cartera con 50 títulos de bancos no puede decirse que esté adecuadamente diversificada.
Cuando todos los riesgos únicos se eliminan a través de la diversificación, lo que queda es el riesgo sistémico. Un riesgo que puede generarse a partir de factores económicos, desastres naturales o guerras. Un índice bursátil tan diversificado como el S&P 500 representa en su mayor parte un riesgo sistémico. Un tipo de riesgo que no puede ser contrarrestado por diversificación.
Podemos preguntarnos las causas de estos riesgos. ¿Por qué el precio de las acciones fluctúa? ¿Por qué el precio de la cotización de Telefónica cambia diariamente mientras que el precio de mi conexión de Internet se mantiene igual?
Para poder responder a estas preguntas hay que entender que la cotización de las acciones se basa en las expectativas de futuros beneficios y retornos de estas empresas, que son cambiantes e inciertos. El precio que Telefónica factura por su conexión de Internet es sólo una pequeña parte de su precio cotizado, que varía en base a las estimaciones de los traders de mercado, quienes estiman diariamente las expectativas de beneficios futuros de la compañía, la sostenibilidad de estos beneficios estimados y lo que otros participes del mercado estiman sobre el futuro de la empresa.
También el precio de cotización de los bonos depende del consenso de mercado sobre su futuro, pero, a diferencia de las acciones, su evolución está más ligada a la de la economía que a la de una compañía (excepto en el caso de los bonos corporativos). Puesto que los bonos pagan un cupón fijo, los inversores tienden a prestar mayor atención a los tipos de interés o al rendimiento del bono que al precio de cotización de los bonos. Cuando los tipos de interés suben, el precio del bono baja, ya que el cupón fijo queda por debajo del tipo ofrecido por el mercado.
Puesto que los bonos a largo plazo suponen un compromiso de pago de cupón por un periodo más largo de tiempo, son más sensibles a cambios de tipos de interés. Un bonista que reciba un pago de cupón de 5%, cuando el tipo de mercado está en el 6%, tendrán más riesgo de pérdida si el vencimiento de su bono es a diez años que si es a un año.
Las diferentes gradaciones de riesgo se basan en el análisis de fluctuaciones históricas de precios de acciones y bonos, y de tipos de cambio y cotizaciones de materias primas, y se presentan como una medida cuantificable: la volatilidad
Las mayores fluctuaciones, o volatilidad más elevada, indican una incertidumbre o riesgo alto. Teniendo claro el concepto de riesgo y los diferentes tipos de riesgo a los que se enfrenta un inversor, podrá explorar la relación entre riesgo y oportunidad, entender sus propias preferencias de riesgo e identificar, entender y clasificar diferentes tipos de riesgo financiero.
No debemos temer al riesgo. Es una parte natural del mundo en que vivimos y puede suponer grandes oportunidades para los que lo entienden y saben cómo gestionarlo. Existen potentes métodos y herramientas que permiten analizar los riesgos y tomar decisiones prudentes sobre el futuro, identificando y midiendo diferentes tipos de riesgo, para poder decidir los que queremos tomar y los que preferimos evitar.
Para un inversor individual es difícil acceder a estos métodos y herramientas, por lo que la inversión a través de un fondo de inversión, gestionado por un profesional que conoce y dispone de estos métodos y herramientas, le permite obtener mejores resultados con un mayor control de riesgo.
Paula Mercado, directora de Análisis de VDOS Stochastics y quefondos.com