La naturaleza fragmentada del sistema político español significa que no es probable que ningún partido obtenga una mayoría absoluta para gobernar. Por lo tanto, si se forma un gobierno después de estas elecciones – lo que no puede darse por sentado debido a la fracturación del sistema – será un gobierno minoritario o una coalición.
Aunque el PSOE sea capaz de mantener su posición de ventaja inicial, no está garantizado que pueda formar gobierno, debido especialmente a la falta de apoyo por parte de sus socios, no olvidemos que Podemos y los partidos regionales más pequeños han tenido un papel esencial en la caída del Gobierno. Ciudadanos se opone a una política menos contundente en el asunto catalán. Además, el PP y el PSOE son rivales tradicionales y una gran coalición es prácticamente imposible. De las posibles opciones, Ciudadanos y el PSOE son los que con mayor probabilidad pueden llegar a acuerdos, eso sí, si no existieran los problemas en Cataluña.
En vistas de esta fragmentación del escenario político, cabe preguntarse ¿cuál es el escenario con más posibilidades? Ante la falta de mayorías, las opciones más probables son un parlamento fragmentado, la imposibilidad de llegar a acuerdo e incluso la probabilidad de una repetición de las elecciones. Sin embargo, existen algunos indicios a tener en cuenta que nos hacen pensar que una coalición podría ser posible:
-Si la independencia catalana comienza a generar ruido mediático, la reciente popularidad del PSOE se verá amenazada. En estas circunstancias la probabilidad de una alianza centro derecho liderada por el PP aumentarían notablemente.
-Para Podemos y Ciudadanos, una participación baja supondría una ventaja relativa para apoyar al partido mayoritario.
-Los mensajes de los líderes serán cruciales a la hora de establecer el tono de las negociaciones; esto también dependerá de la actividad de cada uno de los partidos. Los partidos más fuertes tienen más probabilidad de imponer sus agendas.
Implicaciones para los inversores
Es probable que la dinámica anterior genere ruido y que el nuevo parlamento tenga dificultades para aprobar políticas de manera eficaz y eficiente. En particular, España sigue teniendo el reto de aprobar el presupuesto. Dicho esto, el impacto del aumento del ruido político en el panorama económico español es bastante limitado.
La volatilidad política ha tenido poco impacto en el crecimiento económico en los últimos años, y con las cuestiones económicas tomando un segundo plano en estas elecciones, vemos pocas razones para que eso cambie. Los planes fiscales existentes son globalmente neutros para 2019 y 2020.
Sin embargo, en nuestra opinión, estas elecciones no son un gran evento de riesgo de mercado. Esto se debe a que la economía española está en una posición fuerte; los partidos populistas españoles no son ni eurofóbicos ni tan impredecibles como sus homólogos italianos; y el sistema permanece anclado a la existencia de dos grandes partidos de centro.
Es posible que la cuestión catalana surja de forma repetida, pero la gran oposición política a la misma hace que la independencia real sea muy improbable a medio plazo. Por supuesto, esto no quiere decir que los mercados no se asustarán si se reaviva la tensión catalana. Pero creemos que, de no producirse un cambio sustancial en el apoyo y la táctica de Cataluña, sería una reacción exagerada y efímera, como ya hemos visto antes.