Casi 30 años después de la mayor burbuja inmobiliaria en un mercado desarrollado, Japón se parece a un caso de libro de crisis económica crónica. Sin embargo, los últimos datos económicos parecen contradecir está visión. ¿Va a resurgir Japón de un largo periodo de estancamiento y deflación o el país está condenado a sufrir más de lo mismo? Es una pregunta que no solo afecta a Japón. Durante la crisis en la eurozona, Japón y su “década perdida” llevaron a los analistas a establecer una serie de paralelismos con Europa.
La deflación latente combinada con estancamiento económico o débil crecimiento, poblaciones envejecidas, altos niveles de deuda y bajos tipos de interés sugirieron que Europa iba a sufrir el destino de Japón, un notable contraste con la recuperación en Estados Unidos y los logros económicos de China. Como Europa y Japón tienen aspectos en común, los europeos están capacitados para preguntarse –cinco años después de que la crisis económica alcanzara su punto máximo- si pueden seguir los pasos de Japón.
Sin embargo, la situación económica de Europa tiene, en líneas generales, mejor aspecto que la de Japón. Ambas regiones tienen cosas en común, pero hay profundas diferencias. Ambas tienen poblaciones envejecidas, pero la europea está cayendo a un ritmo menor. Se espera que la población de Alemania se contraiga en un 3% para 2050 mientras que en Francia se espera un aumento del 9%. La rigidez del mercado laboral es también mayor en Japón, en donde las reformas de “flexiseguridad” no han sido implantadas.
Las compañías europeas han evolucionado, por lo general, más rápido que las de Japón. La reestructuración ha sido más veloz y el replanteamiento más profundo. Como resultado, el PIB por hora trabajada es de 45 dólares en Japón, muy por debajo de los 60-70 dólares que se ven en Francia, Alemania y Estados Unidos. Las persistentes preocupaciones sobre la deuda gubernamental son otra cuestión en común. En la eurozona, la deuda representa un 89,2% del PIB agregado (un 83,5% para la Unión Europea), pero con cifras muy diferentes en Alemania (68%) y Portugal (125%). Los gobiernos
europeos han abandonado la austeridad de los últimos dos años, pero con un déficit medio en la eurozona del 1,5% en 2016, todavía están claramente comprometidos con algún tipo de disciplina presupuestaria. Por suerte, la tarea se facilitará con los ingresos fiscales de la
recuperación en curso.
Japón es la tercera mayor economía del mundo y el mayor acreedor. Y ha hecho gala en numerosas ocasiones de su capacidad para resurgir. En cuanto a Europa, sería precipitado ser demasiado optimista sobre sus problemas, pero en los próximos meses se podrían ver varias iniciativas de profundo calado. En primer lugar, esto conllevaría negociaciones largas y complicadas, pero los aspectos institucionales, estructurales y económicos de Europa ahora ofrecen un potencial más fuerte para la recuperación, el desarrollo futuro y la apertura que están muy lejos de la situación particular japonesa.
Philippe Uzan, director de inversiones en Edmond de Rothschild AM (France)